sábado, 2 de marzo de 2013

el elefante

El recluso posee el libre albedrío de moverse entre las cuatro paredes de su celda, no es mucho, y los dominios de nuestra vida como el elefante del circo atado a un poste que cuando se le desata no se va porque sólo conoce su existencia ligada a su atadura, nos los fabricamos a la medida de nuestras capacidades, y tampoco esto es que sea mucho. 

Despertar, debería de ser algo así como estar atento desde la experiencia para evolucionar en un camino bien elegido acorde a tus capacidades innatas. Una dirección inequívoca a nuestra condición espiritual, de expansión de nuestra conciencia, a la caza del verdadero libre albedrío.

Se nace con una predisposición a algo y sólo el tiempo, si tienes suerte, te va encauzando hacia lo que interiormente llevas. Puede ser en tu niñez, en tu juventud, en tu madurez o en tu vejez, o puede que no lo averigües nunca en esta vida. Pueden ser habilidades o aptitudes que te permiten desenvolverte en la sociedad perfectamente integrado en ella, o puedes escoger una vida aislada, ermitaña, de reflexión interior, de introspección, de observación. Incluso si eres hábil puedes compaginar todas tus aptitudes. 

Soy complejo y contengo multitudes.

De momento no veo a la humanidad despertando y no lo veo porque ni se interesa, ni entra en su interés cambiar sus hábitos: ¿Conciencia? ¿Expansión de la conciencia? ¿Despertar? 

Si nuestro destino está ya grabado en nuestros genes desde que nacemos, algunos queremos despertar porque no nos gusta lo que vemos, porque decidimos hace ya tiempo ser asociales con la injusticia, ir en otra dirección, crearnos una realidad acorde a nuestra incapacidad de adaptación de y a lo que la mayoría de la gente aspira. 

Pero porque fundamentalmente nos grabaron en nuestro ADN al nacer un sello, que aunque no lo creamos coincide con unas determinadas posiciones planetarias, incluido nuestro astro rey, que nos bendicen con la gracia de saber interiormente que somos seres espirituales no se sabe muy bien porqué, observando cómo nosotros y los demás, nos creamos cielos o infiernos en este efímero paso por la vida casi siempre sólo con nuestro recurrente y repetitivo pensar.

Consuélate si quieres con que dispones de libre albedrío, yo te lo refutaré, te diré cuáles son las paredes de tu cárcel, tu karma a vencer o tu potencial a desarrollar, buscar ese equilibrio en el que fluyes sin esfuerzo, pero desengáñate deja ya de engañarte a ti mismo. Si naciste con tendencia a pararte te costará moverte. Pero si logras ser consciente de tus límites lograrás poco a poco romper las paredes de tu cárcel. Ahí empieza tu libre albedrío.

No estamos ni dormidos, ni despiertos, sólo aturdidos porque soñamos despiertos con un mundo mejor y estamos falsamente despiertos porque pasamos nuestra vida adormecidos, la mayoría narcotizados ante el sinsentido, tan sensibles nosotros a este.

Con un poquito de egoísmo, del que carecemos, nos debería de dar igual el dolor ajeno, pero a algunos no nos hicieron así. Nos hicieron humanistas con toda la dimensión y hondura de esta bella palabra. Y esa es una suerte inmensa, porque es el fundamento que nos dignifica. 

Y tu tarea (si resuenas o te consideras en algo afín) y la mía, al menos eso pienso, es decirles a todos, sin caer en la moralización tan de la mano de la hipocresía, cada uno de los días que vivas, de que va todo esto.