lunes, 24 de abril de 2017

misión

Dime quien en vida puede liberarse (soltarse) de sus responsabilidades, para lo que te entrenaste, entendidas estas desde la cualidad del que es capaz de responder a sus compromisos, sentir que no puedes cargar con ello porque ya te cansaste. Se de lo que hablo.

Mis hijos mi familia, al menos hasta que sean capaces de valerse por sí mismos, son responsabilidad mía y de mi unidad familiar. Trato, tratamos de educarlos en ello, pero no en el sentido que a lo mejor se imaginan. Entre las ruedas siento los palos que se entremeten. Han sido, siguen, siendo muchos.

Una parte del sistema nos empuja, y no siempre es justo, desde la educación para adquirir habilidades desde el trabajo, independiente, al menos en occidente, de su calificación o estatutos jurídicos,  dado que con ello (teóricamente) obtenemos medios para desenvolvernos y responder a esos compromisos. 

Estas son parte de las reglas. Así están las cosas. No a todos llega, ya lo sabemos. Otra, y es la más importante, debería de sensibilizar al máximo nuestros cometidos, al único y verdadero compromiso en vida: 

Amar.

No me canso de actuar por ello, no me evado, no me voy, porque así me educaron, y así lo siento. No abandono, no cejo, no me doblo, no me lo permito.

El dolor y la tragedia presentes en este mundo desde siempre, ¿de quién es su responsabilidad? Quien responde por ello, quien se comprometió, quien se aseguró por anticipado su adquisición, porque necesitaba de ello. 

Y si lo necesitaba o necesita, miserable ¿Aún no nos queda claro que se alimenta a través de la inconsciencia? ¿Se puede hacer algo contra tamaña irresponsabilidad?

No cargues con lo que no te compete. Lucha hasta agotar tus fuerzas por amar y hacerlo conscientes al resto hasta donde llegues. Ese si es el compromiso que adquirimos al venir, pero no te liberes de ello, no te canses. Si lo haces la victoria será de ellos. Sus dogmas, su dios, sus dioses, seguirán vivos alimentados por los que aún no despertaron.

No. Los que manipulan, los que se "descojonan", los que engañan, los que “hackean” tu vida, los serviles, los que sólo aman, por decir algo, a lo suyo o a los suyos, no, no serán ellos los que rían últimos. Conmigo no.

Responde, contesta, asegúrate que se va a cumplir. El pacto que disuelve la inconsciencia, la irresponsabilidad del que se cree poderoso sabes de sobra que se llama amor.

Y es el contrato y misión en vida más difícil de cumplir, porque su naturaleza, su esencia tiene que ver con lo más profundo que portas dentro, que es tu Ser.

«Amaos los unos a los otros como yo os he amado» sabias palabras las únicas que importan, las únicas que no nos hemos, ni aprendido, ni comprendido, ni entendido en su infinita verdad.


domingo, 23 de abril de 2017

éxodos por el mar

Reggaeton o trap latino, yo qué sé, no los diferencio. Sonaba de fondo música de este tipo en unos grandes almacenes. Y de fondo todo suena igual. Es lo último, lo demandado, lo más vendido, supongo por escuchado. Me acerqué a la dependienta: «Por favor la sección de jazz». Arrinconados en dos míseras baldas se concentraba lo poco que de este género se vendía.

Para que preguntar por el disco “Compared to what”. Desistí. Un magnífico disco. Una voz desgarrada, una guitarra acústica. “The sea” la pista cuatro canta una historia de éxodos por el mediterráneo, como esas que vemos en el telediario, que suenan igual de fondo, casi a diario, que no diferenciamos, porque no oímos, ni escuchamos...

Sarah Jane Morris & Antonio Forcione
Canción: The sea
Álbum: Compared to what.

lunes, 17 de abril de 2017

los cuatro gatos

Vi a los cuatro gatos. Eran pardos, atigrados. Una preciosa gata negra que me rozaba con mimo y se dejaba acariciar los había parido recientemente. Fue en Agdz en un delicioso riad, una «maison» a las afueras del pueblo, un remanso de paz en medio de otro mundo. 

Se juntaban y retozaban en infinitos juegos y cabriolas mirándome con sus preciosas orejas puntiagudas, escuchando con sus enormes ojos azules, entresacando tímidamente sus pequeñas garras cuando los cogías temerosos en manos extrañas.

A la mañana siguiente me despedí de ellos. Me miraban asombrados como diciendo: «Porqué te vas, a donde vas, que más quieres ver».

Camino de Merzouga del desierto, bordeando el palmeral del Draa de cabeza a las dunas anaranjadas de tardes limítrofes, comienzo infinito de vientos cálidos y horizontes ondulados de miradas perdidas, o de vuelta por el valle de las rosas de aromas damascenos, mis pensamientos, ya de regreso, podrían haber sido para lo ya visto, todo lo que se supone que uno debe ingerir en un condensado viaje planeado tiempo atrás. 

Las voces de la koutoubia, del bello palacio de Bahía, de la bulliciosa plaza de Jemaa el Fna, las mil y una callejuelas, olores a comercio de medina, de un Marrakesh asaltado por nacionalidades cámara en mano. 

La majestuosidad de un Atlas pétreo, aguerrido, seco, serpenteado por carreteras en obras con todoterrenos anunciando el progreso, con Ry Cooder y Ali Farka Touré sonando de fondo por Timbuctu, donde las miméticas poblaciones sienas incrustadas en valles y montañas entre kasbahs arcillosas de adobe, dejaban entrever de vez en cuando borricos con fardos en sus lomos, de chavales blaugranas y merengues. 

Viajes al pasado, presentes demoledores, todo, todo ello quedaba ya para el recuerdo.

«Esta es tu casa, nuestra casa, quédate, juega con nosotros, crece a nuestro lado». Los cuatro mininos, hermanos, maullaban verdades. 

Saldrán adelante en un paraíso duro, árido, rocoso, volcánico, al cobijo y al margen, de un alocado mundo gobernado por no pocos dementes, libres, donde la vida transcurre en la serena placidez de un riad entre cálidos killings, murmullos de fuentes y fragancias a té con yerbabuena. 

Disfrutando a cada momento, sintiendo la vida, entreviendo la luz, acogiendo, despidiendo y advirtiendo a viajeros sin rumbo...


los cuatro gatos




miércoles, 5 de abril de 2017

mens

Tiene la mirada ajustada al punto de mira. Con luz diurna sus ojos de gato se ocluyen y silencioso, se posa al lado de menesterosos que le relatan vidas partidas. Sabe adaptarse y camuflado de él mismo, porque no necesita disfraz alguno, necesitado de confirmar sinrazones de existencias, sabe escuchar. También afina a regañadientes mezclado en boatos con dirigentes y adinerados de clase alta y nula sesera, pero de esos no necesita aprender nada porque ya los conoce. 

En noches urbanas de casinos, callejuelas y bares, sus ojos adiestrados eclosionan midiendo distancias, buscando vidas. Sabe quiénes juegan y porqué juegan, conocedor de la condición humana, donde el juego inmisericorde es, a suma cero, porque él también ha estado delante de frontones y tapetes verdes. Le atrae esa triple mezcolanza de curiosidad, perversión y ambición que igual desemboca en orgasmos de adrenalinas victoriosas, que te hunde en abisales derrotas, todas regadas hasta el alba por Baco. 

Confirmó paralelismos en ello viajando por estos mundos de forma frenética, conociendo lugares exóticos, personajes anónimos y no tan anónimos. Le gusta la ciencia de la comida pero la entiende lejos de laboratorios moleculares. 

Ahora cojea un poquito, anda despacio y persigue en vida por confirmar, aunque no lo necesite,  que quienes recepcionan informes y súplicas, son seres de luz que circulan por densidades cercanas observando esta microscópica rareza del universo que es el ser humano. Él los llama Ellos. Ellos y él aquí, presentes, siempre con la palabra justa que da la edad y la experiencia. Pero sobre todo  enseña. 

Sea su mundo diegético o mimético, qué más da, por encima de todo ama la literatura, suspira por parágrafos de libros leídos y salvaguarda catálogos escondiéndolos en bibliotecas cercanas. Le enerva la mediocridad lo que le trae recuerdos no comprendidos y a no sé cuántos euros el gramo de escritos en el canon de los elegidos, aunque de vez en cuando anuncie distancias, como buen jugador, en esta vida que en el fondo sólo es un juego, vuelve.

Él se llama mens.

sábado, 1 de abril de 2017

peace

Alguien dijo que “paz” no es un sustantivo. que como la guerra necesita acción. Una acción, plenipotenciaria que nazca del entendimiento al otro, de aceptación de diferencias. Cuesta conjugar la calma, pactar con nosotros mismos esa auto-exigencia de control, de coherencia, pensada, obrada, dicha, donde lo percibido no nos gobierne y desde el inconsciente accione. Pero en lo emocional nos queda demasiado recorrido por guiar y en lo sentido aún más por educar, para que, si esto ocurre, que es de continuo, porque interaccionamos constantemente, actuemos juiciosamente.

Música, buena música, no ruido, para cuidarnos y tratarnos bien, para oírla con atención.



Sylvain Luc - Peace