jueves, 27 de noviembre de 2014

indicadores

Indicadores. El mundo actual va de indicadores.
¡Resultados queremos resultados!
La alarma del móvil suena. Me despierto. La temperatura de la casa ha alcanzado la premisa de consigna. La caldera se apaga. El testigo de gasolina se enciende. ¡Warning!. El jefe envía informe a los de arriba y a los de abajo, los directores analizan diagramas de barras, quesos, estadísticas, análisis de datos, hay que tomar decisiones, esto no va, o va. Las encuestas dicen esto sobre eso y eso sobre aquello. La era tecnocrática necesita datos, metadatos, potentes procesadores trabajan al compás de unos testigos que se encienden y se apagan en silencio, tablas de Excel, programas que analicen si haces las cosas, si las haces bien o si hay que hacerlas de otra manera. Sin indicadores los tecnócratas no saben nada, están perdidos, sin pruebas. No saben que decisión tomar. Con los indicadores creen saber algo, el empirismo determina resultados y tienen poder y lo malo es que tengan o no experiencia, se lo creen y toman decisiones.
En el campo un viejo pastor de ovejas comienza su rutina diaria a las seis de la mañana. Sale de su hogar, mira al cielo y otea el horizonte. Son ya muchos años de experiencia para acertar con el tiempo. Con sólo mirar el viento, el movimiento de las ramas de los árboles, la humedad, la migración de las aves,  la forma de unas nubes, el comportamiento de su rebaño, ve lo que se avecina y obra en consecuencia. Con su experiencia los indicadores le indican el camino a seguir. El pastor tiene poder.
El mundo actual necesitado de control, de controlar, está en manos de tecnócratas. Los tecnócratas tienen poca experiencia, pero mucho poder. Los pastores mucha experiencia, pero a estos no les pregunta nadie. A nadie le interesa que dicen sus indicadores. Los indicadores sin experiencia no valen gran cosa. El mundo actual el que se mueve por indicadores obvia el conocimiento de los más sabios y así nos va.

miércoles, 26 de noviembre de 2014

capacidad innata

Tenían la capacidad innata de percibir la belleza. Incluso en un medio hostil sabían encontrarla.

Su secreto se basaba en el desarrollo de un sexto sentido que les permitía comunicarse profunda, emocional y afectivamente con lo que observaban.

Los que les buscaban, querían encerrar sus dones entre los barrotes de su mundo porque los consideraban peligrosos. La hostilidad les había vuelto insensibles. 

Eran cazadores coleccionistas de especímenes en extinción.

Aunque conocían el lujo no querían percibir la belleza. Habían oído hablar de ella. Pero la tenían miedo. Por inimaginable que parezca no sabían muy bien en qué consistía.

Los seres que percibían la belleza eran sensibles, confiados, pero socialmente unos inadaptados. Raras avis observadas por aquellos buscadores de especímenes únicos, pero peligrosos para una sociedad hostil, enferma y desconfiada.

Por eso, se les localizaba, se les vigilaba y si manifestaban sus dones, basadas en la sinceridad, se les acosaba y se les apartaba del medio para encerrarlos, por si acaso contagiaban al resto.

domingo, 23 de noviembre de 2014

tiempos diferentes

Entendamos un tiempo diferente donde la cordura sea diferente. Tempus,  temporis, significa sien (cada una de las dos partes laterales comprendidas entre la frente, la oreja y la mejilla) y sien está, etimológicamente vinculada al juicio y discernimiento. Los catalanes hablan del "seny" con referencia a la cordura, como percepción ecuánime y de sentido común antes de enjuiciar. Como vemos lo temporal está asociado, en cierta manera, a esta parte de nuestra anatomía.

Pero... ¿Un tiempo diferente a qué?

Diferente a la cordura que conocíamos. Opuesto a locura, como estado mental estaría la prudencia y la sensatez. Pero no hablo de locura. Admitamos pues que iniciásemos un estado de cordura, prudente y sensato pero diferente a algo que conocíamos. Repito diferente no es opuesto. Hablo de diferente sensatez o prudencia,  en definitiva diferente cordura.

El Tiempo del no tiempo no es la interpretación por oposición que nos parece indicar. Una que nos llevaría a perder el juicio por no disponer de referencias espacio temporales admitidas en nuestra realidad conocida hasta ahora. Esa sería la interpretación vaga y subjetiva de personas ajenas a la percepción de un cambio de por si actualmente existente, enrocadas socialmente, encerradas en el orgullo de lo existente como justificación de una enajenación mental no reconocida participada por una mayoría alienada, con lo único que les han enseñado, implacables defensores de un sistema, su sistema en el que creen y necesitan creer.

Unos parámetros desaparecen y otros son latidos incipientes de la sien, que reflejan que uses la cabeza con una cordura, ese dedo atornillando que  Mary Shelley imaginó de forma literal en la sien de su creación, diferente, donde el juicio y el discernimiento te sean mostrados desde la ecuanimidad y percepción sensorial reajustados a una nueva realidad, misma realidad anterior pero diferente percepción de la misma.

Nuestra cordura pudiera ser cuestionada por más de uno que nos rodee, pero es acorde a una percepción mostrada, de muchas formas inimaginables e inadvertidas para  quien no quiere ver y que ratifican y confirman esa cordura diferente para estos tiempos diferentes.

Su interpretación todavía es de difícil comprensión (no pocas veces vemos sólo lo que queremos ver) pero estando  presente y siendo consciente de ello, aventura el cierre definitivo de una época y por descontado la apertura de algo no conocido.

Para ello se necesita coherencia entre percepción, pensamiento y acto. Y diría que, se manifiesta y siempre te recuerda, el objetivo de nuestra existencia, en tanto en cuenta el amor y el dolor por el sufrimiento ajeno, se sientan y te penetren y revuelvan tu conciencia.


jueves, 20 de noviembre de 2014

un mundo repetido

La luz del Sol tarda unos ocho minutos en venir. Cuando miras desde el presente simplemente observas el pasado. El futuro ya pasó. No existe manera física, de observarse a uno mismo, como no sea mirándote en un espejo donde se refleje tu propia imagen, y esta sólo reflejará en milésimas de segundo el pasado y la parte superficial y visible de ti.

Tratar de ver más allá hacia mi interior necesita de práctica y quietud. Este mundo, y mi sagrado libre albedrío, me lo permiten, pero yo, y mis responsabilidades (seguramente mal entendidas) en un mundo de competición y distracción en el que hay que pagar por todo, no me lo permiten. Al menos todo lo que yo quisiera.Todo se mueve y cada vez más rápido, y yo quiero pararme e  ir cada vez más despacio.

Observo el presente me detengo: Por la mañana en el metro las personas andan con cara cansada. Cada vez hay más gente que se gana como puede unas monedas interpretando canciones de vagón en vagón. En el exterior parado delante de un semáforo una señora con moño blandiendo al aire con una mano un bote con detergente, con otra un limpia parabrisas, se abalanza sin previo aviso y en un instante te limpia el cristal quieras o no, a la salida del super un emigrante extiende un vaso de plástico, ambos buscan lo mismo.

Duele.

El trabajo durante el día se hace duro. Como en casa de mis padres y así les veo y hago una visita. Una señora en la tele habla del ingreso en prisión de una tonadillera y del inminente fatal desenlace de una duquesa. Mi madre no le quita ojo a la tele. Por la tarde después de acabar la jornada, acompaño a mi hijo a entrenar. Compite los sábados. Le preparan. Volvemos y le ayudamos en sus estudios. Examen, deberes, memorización, metodologías oficiales para que en el día de mañana se gane la vida.

Por la noche enciendo la tele. Veo competición y limitación de tiempo en un programa concurso con una rueda con iniciales de letras, competición y prisas en un programa de cocina, competición y niños disfrazados de cantantes a imitar en un entretenimiento de música. Unos jóvenes encerrados en una casa haciendo el memo, competición en el deporte rey, anuncios de publicidad, trágicos telediarios, frio en Nueva York. Cóbrate Antonio, el anuncio de Navidad donde un abatido hombre se lamenta de no haber comprado el boleto que lleva a la felicidad. Lo más bonito es compartir. Mira en eso concuerdo con el capcioso y engañadizo anuncio.

Todo un mundo globalizado esperpéntico por repetido, donde se busca desde la competición y el dolor, emocionar. El espectador pasivo descansa de una jornada extraña, agotadora y repetida. Me voy a mi cuarto me niego a seguir viendo rutina. Pongo música, leo blogs alternativos, prensa oficial. Se ha muerto la duquesa, el ébola ha desaparecido de los medios. ¿Será cierto?, ¿Habrá ya cura?. Me entra sueño, antes de acostarme releo mis reflexiones de unos cuantos años escribiendo por la red.

"escritosenred" decido titularlos y en breve agruparlos, modificarlos (cuidado que escribo tonterías), quien sabe si algún día publicarlos.

Sólo existe el presente, y este es como una red que nos atrapa, un presente de un futuro que ya pasó en el que como ya conocemos lo sucedido, y no nos gusta, nos empecinamos en advertir a otros, si aún están a tiempo, para que despierten.

Si ya se, un poco triste todo.

sábado, 8 de noviembre de 2014

la hamartia

La Hamartia, la tragedia griega, que yerra el tiro. La equivocación desde el error que te lleva a hacer lo que no debes. Los héroes no merecen caer, y todos somos héroes, luego no merecemos estar caídos; Edipo mata a su padre, se casa con su madre por no saber su identidad. Dalila averigua que la fuerza de Sansón está en su pelo. Y se lo corta. Ahí se acabó su fuerza. La ambición de Macbeth le lleva a matar a Duncan y a todo inocente hijo de vecino que se le cruza. La vida misma, nuestra vida misma no deja de ser una tragedia contada por nosotros mismos,  idiotas que queremos hacer lo correcto pero no podemos, no sabemos y nos equivocamos. Nuestra identificación con los héroes de las tragedias, con las propias tragedias nos recuerdan nuestra propia condición humana.
Todos los errores son fruto del desconocimiento.
Nuestra existencia desde un punto de vista gnóstico no difiere mucho de la hamartia griega o de las religiones en tanto en cuenta que como caídos o atrapados en la materia por demiurgos, esos artesanos de la materia que denominaban los griegos, nos quieren perpetuar en su propia creación virtual y vernos prisioneros de su propio error. Otra tragedia más, como si nuestros carceleros demiúrgicos nos dijesen; hemos perdido las llaves, ya sabemos que es un error más, pero nos importa un bledo buscarlas.  Nos divertís mucho, erráis mucho, sois nuestro particular y preciado entretenimiento cósmico.
Como en el Conde de Montecristo quizás estemos a punto de apañárnosla para no se sabe muy bien cómo abrir la cárcel por la que el Ser sin escapar de la materia tome plena consciencia de su situación y mande a freír espárragos a estos funcionarios de prisiones. Una emancipación o caída libre necesaria para empezar a volar.
Veo un documental sobre el universo invisible:
Lo que a simple vista vemos tan sólo es una parte de una realidad mayor, necesitamos parar el tiempo revisar a cámara lenta para que se revele lo que nuestra percepción no acierta a ver.
Parar lo normal, tal vez una necesidad que explique lo que percibes y se encuentra al margen.
La cuestión no es si Dios existe, o los dioses  existen. Si estos han errado o no. Si somos capaces de entender este universo invisible a nuestra limitada percepción.
Y digo Dios y dioses y todos sabemos a quién y quienes me refiero. Llamadlo/os como queráis:
La cuestión principal es si se ocupa, o se ocupan, de nosotros. Si verdaderamente les necesitamos para volver a ser libres o somos esos héroes, semidioses para Sócrates procedentes del amor entre dioses y mortales, portadores sin saberlo y aun errando de la llave que nos abre la puerta de la eternidad.
Si somos capaz de perdonarnos como acto consciente por no saber lo que hacíamos ya llevamos mucho ganado.

miércoles, 5 de noviembre de 2014

oscila

Oscila, se balancea al viento, resuena, vuelve a sonar repetidamente, se cuelga desde un solo punto y después de encontrar un equilibrio se mueve alternativamente de un punto a otro. 

Primero a un lado, luego a otro, y vuelve, vuelve...

Se columpia hasta encontrar los límites  que le permiten a ese balanceo vibrar. 

Y vibra pacientemente, reverbera, tiembla y se agita.

¿Es una onda?, ¿Es una ola?, ¿Es una frecuencia?, ¿Es un sonido?

Sí, y también un recuerdo, una cuna de bebe, un columpio en su niñez, una hamaca de mayor, una mecedora en su vejez, un descanso. 

La calma del tiempo, un diapasón al compás, la que afloja los nervios, la que le hace estar bien. La que le duerme en serena placidez.

Quizás así se entienda porque yendo y viniendo, necesitamos mecer la vida, equilibrarla con constancia, paciencia, respirarla, balancearla y disfrutando, saborearla repetidamente.

Hazlo con una melodía, con una mirada serena, con la mente detenida, con la respiración pausada. 

Las olas de la vida van y vienen. 

Se necesita, porque calman, mecen y reconcilian, pero sobre todo porque acallan el ruido exterior y lo que es más importante, te reencuentra con tu Ser interior.


lunes, 3 de noviembre de 2014

truman

Somos personas, actores de nuestras vidas, o somos espectadores de vidas ajenas.
La palabra anglosajona  show tiene tres significados “teat” de donde deriva su utilización como espectáculo artístico en un cabaret o teatro, jaleo o farsa.
De hecho ante una situación que  lo que trata es de llamar la atención de la gente, es inevitable no definirla como un show. Cuando se estrenó la película el show de Truman (true man) hombre verdadero, farsa en la que Jim Carrey no era consciente de que la historia de su vida era retransmitida en directo, caricatura de una sociedad enganchada a los medios (en este caso la televisión), el retrato sociológico invitaba a la reflexión de si somos actores o espectadores de nuestras vidas.
Truman está completamente desinformado. No conoce el verdadero mundo real. Está engañado. No tiene información veraz para conocer la realidad que le rodea. Está sujeto a engaños y mentiras constantes (puesto que el mundo que le rodea es completamente falso).
Próximamente un web master advierte que el nueve de este mes, según sus averiguaciones numerológicas, comienza el show. ¿Experiencia o datos empíricos? En España el show ya ha calentado motores estamos asistiendo a un tráiler o avance, respirándose un clima político en el que asistimos atónitos como espectadores, caso tras caso, a la corrupción por parte de dirigentes políticos sin escrúpulos, que sólo entienden su función pública como instrumento para enriquecerse ilícitamente.
Como a Truman, actor de su propia vida, que intuía que le estaban engañando, cabe la posibilidad de que el show derrumbe de una vez por todas la farsa que nos convierte en espectadores desinformados de lo que nos han dicho hasta ahora, y hemos creído que es.
Pero si así fuese de nuevo el show definido otra vez como farsa, nos anuncia tiempos venideros en la que las cosas no serán lo que parecen. Como si un acto final, dure lo que dure, nos convierta de nuevo en espectadores de un teatro,  víctimas de lo que venga.
Como dice Grayling: "Si podemos influir en lo que ha de suceder entonces somos responsables de lo que sucederá. Considerar el futuro como abierto nos convierte en capitanes de nuestro destino. Pensar lo contrario que la profecía existe y por tanto el futuro está predeterminado no convierte en meras victimas del destino".
No somos actores engañados, ni espectadores pasivos de nuestro futuro.
El futuro todavía no existe pero es nuestro para construirlo.