sábado, 8 de noviembre de 2014

la hamartia

La Hamartia, la tragedia griega, que yerra el tiro. La equivocación desde el error que te lleva a hacer lo que no debes. Los héroes no merecen caer, y todos somos héroes, luego no merecemos estar caídos; Edipo mata a su padre, se casa con su madre por no saber su identidad. Dalila averigua que la fuerza de Sansón está en su pelo. Y se lo corta. Ahí se acabó su fuerza. La ambición de Macbeth le lleva a matar a Duncan y a todo inocente hijo de vecino que se le cruza. La vida misma, nuestra vida misma no deja de ser una tragedia contada por nosotros mismos,  idiotas que queremos hacer lo correcto pero no podemos, no sabemos y nos equivocamos. Nuestra identificación con los héroes de las tragedias, con las propias tragedias nos recuerdan nuestra propia condición humana.
Todos los errores son fruto del desconocimiento.
Nuestra existencia desde un punto de vista gnóstico no difiere mucho de la hamartia griega o de las religiones en tanto en cuenta que como caídos o atrapados en la materia por demiurgos, esos artesanos de la materia que denominaban los griegos, nos quieren perpetuar en su propia creación virtual y vernos prisioneros de su propio error. Otra tragedia más, como si nuestros carceleros demiúrgicos nos dijesen; hemos perdido las llaves, ya sabemos que es un error más, pero nos importa un bledo buscarlas.  Nos divertís mucho, erráis mucho, sois nuestro particular y preciado entretenimiento cósmico.
Como en el Conde de Montecristo quizás estemos a punto de apañárnosla para no se sabe muy bien cómo abrir la cárcel por la que el Ser sin escapar de la materia tome plena consciencia de su situación y mande a freír espárragos a estos funcionarios de prisiones. Una emancipación o caída libre necesaria para empezar a volar.
Veo un documental sobre el universo invisible:
Lo que a simple vista vemos tan sólo es una parte de una realidad mayor, necesitamos parar el tiempo revisar a cámara lenta para que se revele lo que nuestra percepción no acierta a ver.
Parar lo normal, tal vez una necesidad que explique lo que percibes y se encuentra al margen.
La cuestión no es si Dios existe, o los dioses  existen. Si estos han errado o no. Si somos capaces de entender este universo invisible a nuestra limitada percepción.
Y digo Dios y dioses y todos sabemos a quién y quienes me refiero. Llamadlo/os como queráis:
La cuestión principal es si se ocupa, o se ocupan, de nosotros. Si verdaderamente les necesitamos para volver a ser libres o somos esos héroes, semidioses para Sócrates procedentes del amor entre dioses y mortales, portadores sin saberlo y aun errando de la llave que nos abre la puerta de la eternidad.
Si somos capaz de perdonarnos como acto consciente por no saber lo que hacíamos ya llevamos mucho ganado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario