domingo, 9 de diciembre de 2018

construyendo croquetas iluminadas

Encadenó preguntas y respuestas tratando de racionalizar, una vez más, lo vivido. Un háblame y dime, conversación absurda imaginada consigo mismo:

—¿Qué es la magia? —Y buscó su definición porque quería ser preciso: —"Es el arte o ciencia oculta con que se pretende producir, valiéndose de ciertos actos o palabras, o con la intervención de seres imaginables resultados contrarios a las leyes naturales" —leyó, con seguridad.

—¿Y la ley natural? —"Se llama ley natural a una ley de la naturaleza o ley física que postula que los objetos físicos tendrán un determinado comportamiento bajo unas condiciones dadas".

—¿Y un objeto físico? —Verás, simplemente es un cuerpo agregado de muchas partículas que denominamos materia.

—¿Y quienes, son los magos? —Querido e inquieta contraparte mía: ¡Son los que conocen o practican la magia!

—Una pregunta última: —¿Que precisan los magos para hacer su magia? —Tan sólo, continuó, precisan de tu atención y asombro…

En su pensamiento intervinieron seres queridos que ya no estaban. El resultado que se produjo aún no sabía si era contrario a las leyes naturales. Si era tan sólo una vaga pretensión mezcla un tanto rebuscada de su fértil imaginación o una palpable realidad porque existía y se produjo. Lo que sí ocurrió es que entre su visionado (aunque resultase producto de un programa televisivo) más un agregado y crujiente manjar cocinado ese mismo día, transcurrieron hechos referenciados de hacía un año donde incluso la hora tendría su puntual importancia.

Asociaciones en las que extraería alguna lección que aprender.

Ese “por encima”, “awareness” anglosajón de la psicología Gestalt o “darse cuenta”, de ser consciente de algo, era la magia visible tan cercana a lo sobrenatural como presente y esquiva desde la distracción que le acompañaba desde hacía tiempo.

No, no era una cuestión de maquillajes, de averiguar dónde está la trampa, de romper encantamientos. Si presintió, de, sin cerrar ojos y no dando crédito sucumbir a aquello que se nos escapa. Pero más importante extraer, si lo hubiere, algún aprendizaje mostrado y contarlo:

El cocido se trasladó un par de días. Había estado previsto para el jueves, pero ni su hija, ni él mismo comían ese día en casa. Se pospuso al sábado donde si estaría reunida la familia. Y Al día siguiente domingo comerían como un ritual análogo a otras ocasiones el menú servido compuesto de la sopa y croquetas del sobrante de la “pringá”

Por la mañana antes de ponerse a cocinar (o más bien a rebozar) le dio por mirar un canal autonómico de televisión. Apareció ante sus ojos el pueblo de su abuela: Puente Genil. Una reportera entrevistaba a un paisano sobre la apabullante iluminación navideña desplegada por sus calles.

A mediodía liando las croquetas le fue inevitable acordarse de su texto “custodias”. Es evidente que la emisión de las imágenes tuvo mucho que ver. Las croquetas de la abuela —recuerdos de su infancia— cruzaron su mente invadida de aromas nostálgicos felices entre palmeras al pie del jardín del tropezón

"La nostalgia es conciencia del pasado, potencia poética, fuente de donde manan las posibilidades creadoras...." Barragán.

Al acabar de freírlas releyó el texto. Justo hacía un año exacto de su publicación marcada a las 21:30h.

Ya por la tarde en el descanso del partido de la final de las finales de los libertadores entre River y Boca, precisamente a esa hora, se cruzó un documental en otra cadena donde se repasaba la vida y obra de otro arquitecto universal cómo Barragán: Oiza. El escritor Borges tan argentino e irónico a reflujo de la pasión exacerbada con la que viven sus congéneres el fútbol, seguro no hubiese dudado que programa ver...

La magia, al igual que el arte, que la ciencia, seguramente sean conocimientos adquiridos bien por la práctica o transmitidas, encaminadas cómo dijo Diomedes, el héroe aqueo, en el S. IV adc. a alguna utilidad necesaria para la vida.

Tú la creas, aunque sólo sea porque en tu imaginación decides dar un sentido a lo experimentado y te asombras como en un juego en su disfrute. Vigilado o vigilante eres testigo cuando con ojos dilatados te sobrecoge y admiras. Y la vida precisa de ella, de usarla, porque sirve. Y ya sea, vista u oculta, aparezcan o desaparezcan momentos, nos enseña.

El aprendizaje, reflexión a posteriori decidió que mostraría esto:

Se custodia, salvaguardan, alimentos que por amor entre iguales de seres queridos se reparte. Un amor cimentado con cuidado y esmero a la vez iluminado nos recuerda una lucha: 

La de la libertad y presencia del Ser. 

Que, por el despertar de la consciencia al igual que el arquitecto que levanta edificios que albergan vida, que llenan de belleza el vacío, anuncian llamadas referenciadas, construidas al margen de tiempos lineales y leyes naturales. 

Donde se reinician canales precisos, se muestran como resultado hilos invisibles, conductores de sorpresas, ilusiones, magia que, aun yendo a contracorriente en esta objetiva realidad acompaña y nos ayuda a entender en parte qué, y quienes somos.



lunes, 19 de noviembre de 2018

afínes

Aún recuerda en su niñez al clavijero de piano que se dejaba ver por casa. Era un señor con oído de los de antes, desarrollado, sin fonendoscopio que llevar, como el doctor que nos reparaba calenturas, pero que percutía las cuerdas y buscaba los tonos adecuados modulando su intensidad a su justa tensión.

Y no fallaba.

Venía una vez por año y como el metrónomo, tan cercano a él, clavaba y medía los tiempos sincronizando sonidos desajustados desde bordes afines. Y Chopin por sonatas, preludios y nocturnos, reparado, refinado, desbordaba su sentimiento, su delicado estilismo  por cada rincón del hogar.

Sus remedios, bálsamos para teclas blancas y negras, necesitadas de analgésicos precisos, dolidas por dedos presionando octavas de do a do, desafinadas por el tiempo y uso, sin duda alguna les aliviaban y sanaban.



Álbum: The Chopin Projet
Reminiscence
Ólafur Arnalds, Alice Sara Ott

domingo, 18 de noviembre de 2018

fascinación

"En tiempos de engaño universal, decir la verdad se convierte en un acto revolucionario"
George Orwell

Una canción llega, fascina. Si es auténtica es verdadera y va directa al corazón. Y resonando de dentro, latiendo, no pudiendo, ni queriendo parar de oírla forma parte para siempre de tu universo particular.

Lo sentí, ya hace años, cuando escuché por primera vez la canción que da título al disco de Mehldau: "Where Do You Start?"

¿Por dónde empiezas? Una maravillosa melodía versionada que cantada vocalmente (no es este en el caso del pianista Mehldau) cuenta historias de desencuentros.

No hace falta saber la letra para conectar con un pianista, bajo y percusionista y entender que lo que quieren transmitir cala en tu interior y refleja pausadas texturas, precisas, de lo que otros compusieron.

Busque la letra en una versión de Shirley Horn. Dice así:

“…¿Por dónde empiezas?, ¿Cómo separas el presente del pasado?, ¿Cómo lidias con todas las cosas que pensaba iban a durar y que no duraron?, Con trozos de recuerdos dispersos aquí y allá. Miro a mi alrededor y no sé por dónde empezar…"

Los encantamientos, hechizos y embrujos, existen, y quien sabe si de forma auténtica, fascinan, bien sea porque marquen rumbos verdaderos de por dónde empezar, o anuncien procesos de los que protegerse.

Pequeños lugares que nadie verá, vidas y ramas a desenredar, revoluciones, hábitos que, aunque se rompan, permanecen dentro, que, aunque creas verlos y compartas y estremezcan, si no eres sincero, difícilmente alcanzarás...


¿Where Do You Start?
Brad Mehldau trio

viernes, 12 de octubre de 2018

las diez entradas


"Todos los comienzos anuncian partos…"
dave

Y el final, un comienzo que otrora sólo fue tan sólo un asidero en expansión, amamantado en su espiral, como todas las infinitas galaxias, necesitado de aprender por sí mismo, un día (un día cualquiera) del vientre materno se soltó.

  1. Todos tenemos narraciones que nacen de un alumbramiento. Pararse, girar despacio y salir a la superficie y agarrado a la vida, ser testigo, donde contar, lo visto y vivido —o será sentido— emerge como respuesta a una manera de comportarnos donde incapaces de dirigir nuestro propio barco, un buen día nos hacemos conscientes de ello. Y decidimos contarlo. 
  2. Pero también, como casi todas las demás historias, nace de un exhorto: Del que, con sus mismos genes al borde, en el lecho, antes de expirar, agotado de luchar levanta su mirada y se pregunta no sin cierta incredulidad, que todo esto para qué. Y ya en otros planos, liberado (que paz), alentado, le reconforta con firmeza (por haber encontrado respuestas) de fortalezas inconmensurables y aun en la lejanía pretende ayudar. Si seguramente sean ellos. 
  3. Dignificación. Una bella palabra que acompaña es la respuesta. Un árbol doblado con forma de jota. Letras del abecedario alineadas, legibles, del que necesita tanto abrazar como ser abrazado. Batallas donde se debate la orgullosa tolerancia de los que imponen y creen que debe ser y el respeto por la existencia de los que reclaman su derecho a Ser. Y aun así talado, arrancado de raíz como sus hermanos, inclusive recientemente, los que ocupaban una parcela frondosa de árboles donde en breve lo ocupará un centro comercial. ¿Una metáfora del progreso? ¿Un aviso? 
  4. El amor: Un lenguaje universal. Pero hay otros lenguajes universales. El arte a través de lo contenido, te lo muestra, y de dentro aun siendo grafemas ilegibles, entendimientos sólo al alcance de personas sensibles te descubre la creación, que también es amor. Como decía el poeta Paul Eluard “hay otros mundos, pero están aquí”, nos rodean y somos incapaces, no ya de verlos, menos aún de sentirlos. 
  5. Se que en el fondo esta manera de entender sólo es para los que buscan salidas al laberinto de la vida. Esta interpretación de la vida no es siempre entendida. Las verdaderas preguntas: Quienes somos, a donde vamos, de dónde venimos, no se formulan. Sus dibujos en piedras de mar orilladas, donde inmortalizaba laberintos, su maravilloso e inexplorado camino de conocimiento, crecimiento, sabiduría y luz, eran la respuesta: “Moldeados, lo queramos o no, por alegrías, sufrimientos, gozos y desdichas —las que nos esculpen—, dan equilibrio al laberinto de nuestra existencia”. 
  6. Dogmas, religiones, ateísmos. Los golpes en nuestros sentidos son duros. Pero sólo al principio, hasta que te adaptas. A lo mejor perder la visión no ciegue, todo lo contrario, ilumine: “Porque donde viendo creías ver y sintiendo vistes, aprendiste a ver más allá”. 
  7. La correspondencia y todos podemos llegar a sentir, que no implica ver, se manifiesta cuando radiantes pequeñas pero luminosas luces tienen el valor de acompañarnos. Es una manera de expresar que nuestras viejas llamas sólo esperan con paciencia encuentros especiales donde reconfortados recuperar fuerzas y seguir adelante. 
  8. Misterios, terciopelos, como la anterior (my old flame) músicas en la oscuridad, cuentos nocturnos, que abren llaves, desde tactos bellos, suaves y acompasados. La música la musa inspiradora de las artes. 
  9. Los planos oblicuos que acompañan en la bulliciosa vida enderezan la vida consciente. Sin el caos, la algarabía, o todos los desbarajustes que nos acompañan es imposible enderezar nuestro destino. La literatura, las letras, las humanidades. La expresión por escrito, las direcciones sentidas, los verdaderos viajes al Aden, son también tránsitos de los que buscan un mundo mejor, una existencia menos dolorosa. 
  10. Y un comienzo al final donde ancestros bonobos —quizás nuestros antepasados más cercanos—, descubierta por casualidad, donde la vida anuncia procesos adquiridos de progreso y consciencia, donde la conciencia invita a no agarrarse de nuevo, emerge, donde complacientes junturas dan respuestas expuestas a toda su visión trascendente.
En la expansión ante futuros inmensos, que no inciertos, donde los cúmulos se expanden nacen, crecen se desarrollan y terminan, que no mueren, te vuelves a agarrar a la espera de entender, que justo lo contrario, soltar (que es liberar) desaprender, donde la creatividad (la verdadera libertad), marca el rumbo de nuestra, misión, comprensión y existencia de todo aquello que significa vida.

su propia historia, ¡levantaos!, trilogía de jota, El inventor de signos, cócleas en piedras de mar, até, encuentro especial, misty velvet, barahúnda y serendipias de billar

Un orden que no es aleatorio. Son diez entradas. De más leídas a menos leídas. Un algoritmo estadístico las ordena en un blog, donde, sin más pretensión que ser uno mismo, muestra realidades superiores contenidas, mostradas.

Y el final un comienzo es “su propia historia”


Álbum: Other Lights
Tema: An ending a beginning
 Artista: Dustin O’Halloran

sábado, 8 de septiembre de 2018

la obra

Chispas era grande, bonachón, su cara, pómulos y ojos redondos, como su tripa oronda, y sus manos considerables, apretaban honestidad. —Señor ponga sombrero mujer agradece. Era agosto y el sol apretaba. Ucraniano, se le oía gritar de vez en cuando: —¡He perdido línea! ¡He perdido línea! Chapurreaba como buenamente podía indignado de un lado a otro como pollo sin cabeza y los rumanos y rusos le gastaban bromas.

Quedaban pocos días para la inauguración y el retraso, y un cierto caos y desorganización empezaban a hacer mella en la gente. Sábados y domingos no existían. Habían pasado más de quince días en la fecha prevista y el rictus de la propiedad marcaban seriedad y pánico interno ante las más de cien invitaciones cursadas meses antes con directivos y empresarios del sector al más alto nivel que disfrutarían de sus cosas, en la apertura de la terraza Chill Out.

Dekton empezaba a cobrar forma. Forraría el vaso perimetral y los accesos a las islas rodeadas de agua y muebles simulando fuego. Estaría cerca, con información de primera mano sin necesidad de recurrir a confidentes perdidos en la carnalidad humana como Rene Dubois (Renacido del Bosque).

La idea era clara. Sabía que entre otros el director de uno de los más grandes bancos del mundo estaría presente. Nadie advertiría su presencia. Las cifras de miles de millones de dólares, embriagadoras para la mayoría de los mortales, circularían al ritmo vertiginoso de sushis, tartaletas de parfait de foie gras con manzana y croquetas de seta y trufas entre negocios e inversiones multimillonarias, bien regadas con caldos con denominación de origen y una suave música “ambient” de fondo.

Sabía que se necesitaban más de 270.000 millones de dólares anuales de media para erradicar el hambre en el mundo. Que más de 800 millones de personas todavía carecían de alimentos suficientes. Que estimaba se necesitarían un mínimo de 170 dólares, por año por cada persona que vive en la extrema pobreza para mejorar su calidad de vida. Cifras tan mareantes como viables desde inversiones focalizadas en un desarrollo sostenible que contemplase e igualase este desquiciante mundo de ególatras insensibles a sus congéneres.

Se lo encontró sentado en un banco delante de casa de su madre. Un bocadillo nada despreciable lo acompañaba de un litro de leche. Era la hora de comer y chispas parecía un bebe con biberón alimentando su mundo. Mientras el resto del personal comían juntos, chispas se arrimó, sin saberlo, a otro hogar. 

—Señor usted vivir aquí, —dijo, al reconocerme clavando sus enormes ojos azules con su inmensa sonrisa. 

—Si, aprovecho porque mi madre vive aquí, —le comento, devolviéndole el gesto.

 —Las madres siempre dan de comer bien, afirmo sin ninguna duda.

Despidiéndome hasta un rato le deseo buen provecho, con una sensación amarga de no haberle invitado a subir para que la conociera en persona. 

—¡La mía también ochenta y dos años! —le oigo vocear, con ganas de conversar en su soledad mientras me alejo.

La entidad plasmática necesitaba confirmar que los temas a tratar por parte de los invitados versarían única y exclusivamente de los problemas fundamentales del mundo: Del hambre, de las desigualdades, de la felicidad verdadera, de miradas cómplices entre desconocidos que advirtiesen solidaridad, bondad y amor. 

Pero por desgracia, aunque su información fuese verídica y comprobable, no estaba seguro de encontrarlos en el cóctel de inauguración. Aun así, aun le quedaba la esperanza de cerciorar in situ los progresos de la élite.

Donde si los había visto eran en los días que le dieron forma donde convivió con un crisol de gentes de diferentes culturas, rodeados de hombres nobles construyéndole un rincón, una puerta de entrada, donde tratar de entender, una vez más, sí vamos aprendiendo algo. 

Incansable, imperecedero, imperturbable, metamorfoseado de forma acelerada, necesitaba hacernos comprender desde su mente, esa solida conciencia y moralidad, condición sine qua non para la evolución que necesitamos para graduarnos y que como bien sabía, arropa —por encima de ella— a nuestra todavía inexperta e incipiente inteligencia.



domingo, 19 de agosto de 2018

cuentos de verano

Alí Babá descubrió el tesoro de los cuarenta ladrones. Dos contraseñas precisas: “Ábrete sésamo” y “ciérrate sésamo” daban acceso, tanto al tesoro escondido y robado por los ladrones, como a la salida misma de la gruta que contenían las riquezas encontradas. 

Como buen cuento entresacado de “Las mil y una noches” aprendemos del humilde honesto y responsable leñador como venciendo la codicia (por muy tentadora que esta sea) la vida misma recompensa:

En los cuentos el bien siempre vence al mal.

Veinte minutos le dijeron. El tiempo de espera para recoger unas pizzas (mala comida) que solucionarían la cena familiar de ese día. Esperó en un banco al exterior. Era verano, agosto y la localidad costera exhalaba esa alegría y felicidad que proporcionan los días de descanso.

Su mente retrocedió. Quince días antes en consulta, de una analítica se descubrió unos niveles de colesterol algo elevados, y de una radiografía de su “pie derecho” un desequilibrio presente por una posible fascitis plantar o espolón que atacando su talón de Aquiles le impedía andar equilibrado desde hacía relativamente poco. Dos diagnósticos leves pero presentes.

Lo más sorprendente para la doctora era la ubicación de un pequeño hueso sesamoideo “fuera de lugar” de su situación habitual. Un hueso que averiguó actúa como polea para los tendones, absorbiendo el peso cuando —derechos— se camina, corre o saltas.

La semilla del ajonjolí cae por si misma de una suerte que es la propia semilla que brota de la planta del sésamo. Lo encontramos en el pan de las hamburguesas (otra comida funesta) casi de forma vergonzante para equilibrar con sus propiedades (si es que algo puede) la ingesta de ese maldito colesterol que campa a sus anchas por nuestro torrente sanguíneo.

Encendió un cigarrillo. Era verano y aunque hacía tiempo que había dejado de fumar se permitió la imprudencia de comprar una cajetilla aprovechando esos días de descanso. La compró en un estanco y nada más salir del mismo al alzar la cabeza en un local en primera planta se anunciaba una asociación local contra el cáncer.

Transcurridos los veinte minutos dispuesto a recoger sus pizzas levantó la mirada. Otro rótulo fijó su atención. En el edificio de las pizzas leyó:

"Apartamentos Alí Babá"

Tiró la cajetilla de tabaco que había comprado, recogió las pizzas con una sonrisa en la boca (no sé si consciente de lo que contenían) se acordó de la contraseña de Alí Babá, de las cualidades del sésamo, incluso de como reanudada su actividad laboral tras unos años en el dique seco unos meses antes y a lo mejor incluso, forraría en Dekton, (Dekton cuidado que se preocupa de nuestra felicidad) unas encimeras al exterior en una terraza “chill out” de esas que atizados en la semana por el curro recurres en otro intento de olvidar todo este extraño mundo, consumiendo gin-tonics y mojitos caribeños bajo música relajante.

La cuarta densidad o la quinta, que uno ya ni se aclara —esos estados utópicos— están cerca, en la conciencia, donde creas (lo creas o no) aquello que piensas de forma instantánea.

El bien —si eres consciente de su existencia— siempre vence y alguien o algo se preocupa de lanzarte llamadas de advertencia —eso sí— entre pizzas, hamburguesas, cajetillas de tabaco, gin-tonics y mojitos de felicidad efímera, donde el mal disfrazado del bien, te quiere engañar...



sábado, 30 de junio de 2018

cócleas en piedras de mar

Pintaba laberintos en piedras de mar. Laberintos y cintas con entradas y salidas.

Por el mar rodadas, modeladas, se erosionaban de texturas lisas y escupidas a la tierra, naufragas, concluidas parte de sus vidas, orilladas, exhaustas, se dejaban ver.

Un día le pregunté por qué, me miró, hizo un silencio y siguió. No respondió de inmediato. Su fino rotulador negro preciso, resbalaba tintas con formas. Unos segundos después alzó la mirada hizo una pausa y me contestó:
 
Son decretos de Creta. Los "acros" de mi firma que de forma sólida se perpetúan como la solidez de las piedras pulidas..., sabes, son elipsoides moldeados por el tiempo, el agua y la sal y si los rubrico con mis laberintos las firmo, que es solidez, las aseguro de por vida, para quien sabe si dentro de miles de años se descubran, como las pinturas rupestres fueron testigos de nuestro pasado. me dijo, seguro en sus palabras.

Reconozco que no le entendí mucho y ahí lo dejé.

El Minotauro se alimentaba de quien caía en su laberinto. Incapaz de salir del mismo, sólo Ariadna urdió un plan para salvar a su amado Teseo, ayudándole con un hilo a seguir que le indicase por donde salir una vez lo derrotase.

Los extremos (los acros) unidos a otras palabras conforman principios. Las acrópolis se construían en lo alto de las ciudades, cómo las acrobacias extremas son equilibrios del caminar y los acrónimos se significan por el principio de las letras de sus nombres.

Él dibujaba —entre otros— sus hilos en las piedras. Sabía que, como ellas, arrimadas en la playa como las caracolas, encontraban la salida a sus desdichas. La salida de un dédalo que las hizo rodar de por vida sin saber por qué. Por eso sus formas, incluido las cintas con que firmaba sus obras (acrónimo de su nombre y apellidos) reflejaban insólitas frecuencias de sonidos, constataban, el mismo proceso en vida, de nuestras vidas. 

Esas en la que moldeados, lo queramos o no, por alegrías, sufrimientos, gozos y desdichas las que nos esculpen, encuentran salidas a la espiral de las cócleas; Las que dan equilibrio al laberinto de nuestra existencia.


miércoles, 30 de mayo de 2018

el inventor de signos

El inventor de signos no necesitaba conocer lo siete mil idiomas existentes en el mundo. Ya constató hace tiempo que no precisamente era el idioma la principal barrera existente para hacerse entender.

Será por eso qué decidió inmortalizar por escrito su propio y particular lenguaje. Objetivo (casi una obsesión), creó una especie de pictogramas para materializar su idioma.

Sus “hánzi” se disponían conviviendo bajo reglas conocidas; mayúsculas, acentos, cursivas, entrecomillados, renglones, párrafos, comas, puntos suspensivos…, y puntos y aparte.

Su conjunto extraño de grafemas parecía adivinar una estructura estética y una lógica de elementos configurando átomos y fonemas, ladrillos de precisos discursos.

Pero no.

Si algo tenía claro era que sabía que los traductores y lingüistas tratarían de desencriptar inútilmente su particular Voynich.

En el mundo racional todo debe obedecer a algo: contar, calcular, estimar, considerar, como si estas particulares facultades del pensamiento marcasen las únicas reglas del entendimiento.

Si bien él se preguntaba:

¿Por qué no nos entendemos?

El inventor de signos se propuso codificar un idioma aparentemente inexistente para transmitir bajo infinitos soportes, toda una información que requeriría por parte del observador traspasar los bardales convencionales del intelecto.

Una maravillosa invitación de infancias a jugar.

Su traducción, su mensaje, su significado, sus textos, historias y caracteres eran inmediatamente comprensibles, cuando a través de lo que sentías delante suyo, sin necesidad de evaluar su coste (el único y absurdo lenguaje que entendía el mundo actual), adivinabas la potencia de sus mensajes y la impotencia de quienes siendo incapaces de mirar y entender, despreciaban su inmenso valor.

El inventor de signos creó su propio abecedario.

Aunque delante suyo pocos le entendiesen, sus particulares jeroglíficos —no necesitados de ninguna piedra Rosetta— transmitían el lenguaje Universal de lo más profundo y maravilloso que portaba dentro:

El lenguaje Universal de su Ser.




domingo, 27 de mayo de 2018

el buscador de cajas

El buscador de cajas sentía fascinación por las cajas. Tomaba posesión de cuantas encontraba y le llamaban la atención y se las llevaba a su estudio. Al terminar su jornada de trabajo en la oficina, se asomaba por la sala de fotocopias seguro de conseguir archivadores y clasificadores en desuso, que, aun no siendo propiamente cajas, para el fin que quería, le servían. Pero no sólo ahí encontraba los recipientes.

Contener o guardar, conservar o agrupar, proteger o almacenar, parecían funciones necesarias a preservar, recuerdos a inmortalizar, protagonismos a conservar.

Proponía magia y no encapsulaba ningún contenido seguro como estaba de que cuando le viniesen las ideas inventaría una nueva realidad con capacidad de trasformar a esta, a la caja, a él y a quien observase extrañado una vez tratadas, las nuevas armonías y nuevos acontecimientos surgidos, las proyecciones que su Ser proponía.

Le valían todas ya fuesen de cartón o madera con cierres o sin ellos, para archivar documentos o bien las que contuvieron dijes y dedales, herramientas y orfebres, lápices y óleos, lo que fuese que en su día guardasen.

El buscador de cajas las rescataba en el fin de sus vidas. Las tapas abrían nuevos contenidos que cerraban tiempos pasados. En su taller forjaba sus ideas con acrílicos entonados, trapos pintados de batallas ganadas, cañas contadas, trozos de madera cortados, laberintos en su firma, cristales resguardando urnas adaptadas.

Lo humilde y lo pobre sólo eran bisagras de apertura. La grandeza y la riqueza definían su imaginación. Las cubiertas y contraportadas anunciaban títulos, esbozos sugerentes anticipando el contenido interior.
Lo que no sabía, pero intuía, era que en el fondo y aun llamándolas cajas porque contenían cosas, en el fondo eran libros. Libros conteniendo letras y párrafos imposibles.

Mientras transcurría en paralelo el progreso de forma invariable olvidando lo esencial, el buscador de cajas narraba historias donde dejaba a la vista el libro abierto de su vida.

Las utópicas aventuras y desdichas, los pergaminos encuadernados de su Ser.

sábado, 19 de mayo de 2018

el buscador de tejas

El buscador de tejas se detenía si escudriñaba en el campo construcciones en ruinas medio absorbidas de vegetaciones y escombros, donde, testigos de otra época, sobrevivían las pocas curvas de arcilla que quedaban.

Mientras más antiguas mejor.

Silicatos de cobijas y canales imperfectas, semi-tronco cónicas, las árabes hechas a mano, restos de otros tiempos, eran sus joyas.

Las de más calidad (las más curvas y enteras) las ponían de pie ya fuese por su base corta o larga. Otras rescatadas necesitadas de ayuda para no caerse o tener desperfectos también se salvaban.

Las observaba intentando descubrir sus huellas.

El buscador de tejas las limpiaba con cuidado deshaciendo musgos adheridos, patinas de vejez, gotas resbaladas.

No Importaba su interior a resguardo o su exterior a intemperie.

Las rescataba para otros fines. Las imprimía formas, tonalidades, les pegaba materiales, maderas, bolas de acero, hierros. Las perforaba, dibujaba laberintos, las acicalaba de barnices y perfumes.

Sin límites como soporte, las arcillas aguantaban cinceles que labraban, y lo moldeado reconocible renacía esculpido con sentido diferente.

Los ejércitos de metáforas donde lo inmanente de algún modo (si como antagónico es posible), buscaban nuevos huecos en aparadores y columnas salomónicas, en hogares con decoro que es decencia—, para trascender.

El buscador de tejas se atraía a lo urbano, a la ciudad de cemento, al hogar (su cobijo) los resguardos que protegieron inclemencias del pasado.
 
Maneras de formar desde el agua y la tierra, la plasticidad y la dureza, antes inclinadas, ahora erguidas, de muestras adheridas, surcaban sus lomos de barro.

Las ventanas desplazadas observaban estaciones y el buscador de tejas modificaba los tejados de la creación:
El buscador de tejas creaba.









lunes, 14 de mayo de 2018

verso y esperanza...


Osó surcar, versificar su mundo. 
Una medida métrica ordenando emociones, columnas doblando rimas.

Con olores de luna blanca recordó de otros, polisones de nardos.
Con maderas de olmo echas yugos, melenas de campanas.

La eternidad estremecía cuando sonaban llantos de los que se atrevían.
¿Por quién?

Por quienes crean, soportan en vida desgarros, jirones rotos.
Enredaderas entramadas, fragmentos de otros.

¿Por qué?
Porque el mundo ignora y ni le persigue, ni le alcanza.

¡Por eso!
Tan sólo por eso,  déjame redoblar.

Y al menos, al esperar (sin desesperar), 
vivir con esperanza...

Toda mi alegría, todo mi dolor:
All My Joy, All My Pain.


Fabrizio Paterlini
Winter Stories
All My Joy, All My Pain

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jueves, 10 de mayo de 2018

cristales de tiempo

El “Ser” —la existencia, la vida— es un estado de desequilibrio perpetuo en permanente movimiento. El equilibrio perpetuo conduce de forma inexorable a la nada, lo cual no nos impide intuir que desde la quietud apreciemos mejor lo que se mueve a la percepción de nuestros limitados sentidos. Al menos equilibrados —serenos, sobre todo emocionalmente— desparramamos menos.

Científicos recién han descubierto un nuevo tipo de materia; El “cristal de tiempo”. Materia no equilibrada que se repite en el tiempo y oscila de forma indefinida en su estado fundamental sin energía alguna en un movimiento perpetuo, aunque más bien, para ser exactos, se dé bajo determinadas circunstancias. Algo así como responder (manifestar que recibe algún tipo de energía) única y exclusivamente con el paso de Cronos. 

En el estado de punto cero un material no se mueve. Un diamante está en equilibrio, inmóvil, invencible. Repite en el espacio una estructura regular inalterable donde la energía no se conserva y se logra romper la simetría de traslación espacial.

Con los “cristales de tiempo” lo que se logra romper es la simetría de traslación temporal.

La ley de la conservación de la energía afirma que la cantidad total de energía en cualquier sistema físico aislado (sin interacción con ningún otro sistema) permanece invariable con el tiempo, aunque dicha energía puede transformarse en otra forma de energía.

En esto de cristalizar —convertirse en cristal— por aquello de ser trasparentes, desde el punto de vista de cambiar de estado por procesos químicos y reordenar los átomos de forma ordenada, se aprecia (se quiera o no) la transformación a otro estado, y el diamante tras haberse formado millones de años sometido a altísimas presiones es el rey de la dureza cristalizada.

A lo largo del tiempo la pátina, no debería oscurecer la capacidad de mirar limpiamente. Todo lo contrario la posibilidad de aun estando desequilibrados y llegado un momento oscilar de otra forma, cómo movidos por una energía atemporal aletargada a la espera de cristalizar como paso de un estado a otro, reordenando nuestra estructura interna, es una quimera o entelequia (cuidado que me repito) que requiere de un convencimiento a prueba de cualquier presión externa que, contraria a su fin, no nos pretenda equilibrados, inertes y aislados de todo contacto, sino vivos, luego desequilibrados, pero con capacidad de reclamar el derecho a la eternidad, tan exclusiva y única de los dioses de la creación, cómo propia por herencia y derecho de vida.

A lo mejor se me ocurre lo importante sea, tras largos procesos (quien sabe si kármicos) lograr cristalizar un equilibrio en vida, y de por vida (aun en desequilibrio perpetuo) para manifestar como Ser una invencibilidad eterna, dado que pensar es pesar y decantar tras valorar hacia uno de los lados que desequilibran la balanza, su consecuencia. 

Vamos, me temo, lo que, de continuo aun equivocándonos hacemos en esta inconsciente existencia de pares donde las reglas del juego dictadas incapacitan a pensar de otra manera.


sábado, 21 de abril de 2018

si escucharas...

Caldo remueve el padre, un cucharón que rellena y derrama en soperas de cenas esmeradas, que además vocea:

¡Ya están calientes las bobas!

Las madres —que entienden de sopas— buscando tesoros se queman, cucharas que prueban, que con equilibrio de ganas y espera, al punto y bajito exclaman:

¡Ya emergen sujetas las presas!

En sobremesas (y en noches amargas en vela) se atrapan estrellas en cucharillas y las lluvias de granizo qué se giran, sorben sueños, encierran azabaches, donde fugaces luces disuelven la calma. Y rotundas afirman:

¡Ahora a las cafeínas endulzo!

Como esas noches, sin duda, entienden de penas, susurran al alma con familias de cubiertos de plata, hablando en plata y aplicando la oreja.

Eso sí, si escucharas…

viernes, 6 de abril de 2018

prosopopeyas presentadas

La personificación o prosopopeya es un recurso literario fabuloso. Atribuir cualidades humanas a objetos o cosas inanimadas, retratar delante de la máscara, desde lo racional, lo pensado o sentido dotando de vida lo inmóvil e inerte nos acerca a esa capacidad que tenemos de crear e imaginar todo un mundo olvidado en nuestra infancia donde fabulábamos historias dejando volar nuestra imaginación. 

El siguiente escrito apareció a mis ojos rebuscando entre las cosas de mi viejo. Un escrito precioso que retrata conversaciones entre colegas, la emoción que siente un cuadro a la espera de ser expuesto a la mirada de nosotros, los que seguramente no veamos, ni sintamos, ni a ellos, ni a nosotros mismos.

Demasiadas máscaras con apariencia de vida se mueven sin saber que no están vivas. Mientras los cuadros de la vida esperan con deferencia, una simple mirada nuestra diferente a la que habitual e indiferentemente mostramos.

 

Carta de presentación. 1967
(Título provisional)

"Me presentaré: Soy un cuadro que espera con impaciencia ser admitido para luego ser expuesto; Estoy impaciente, repito, pero sin aburrirme, pues mis compañeros no dan más que motivos de distracción, unas veces amenos y alegres, otros no tanto.

Desde el día en que nos trajeron (a mi me dejaron mi progenitor y un amigo de él) el tiempo pasa lentamente. Nos cogen a unos pocos del suelo para ser examinados en donde estamos dejados caer contra la pared. Pero, en vez de mirar a ella, ahora nos damos la cara con la mayor naturalidad; no sentimos ningún complejo. 

Sólo tenemos esa ilusión de ser colgados, que, para nosotros, los cuadros, es la vida. (Si colgaran a nuestros autores lo pasarían bastante mal y creo que más de uno de mis compañeros, en su fuero interno, lo están deseando).

El otro día, un gran óleo me contaba lo que padeció en el tratamiento que le habían dado. Me decía que su pasta era apretujada, sesión tras sesión, por la espátula y que sentía como le dolía la tela y le crujía todo el bastidor.

Sin embargo, una “acuarelita”, comentaba que había sido tratada con suma delicadeza y que su autor había tenido la deferencia de calentar el agua antes de pintar su blanca cartulina.

¡Los grabados!... estos señores son serios y pocos amigos de la conversación, quizás por lo que han sufrido en su proceso. No así las litografías, que son bastante alocadas, como sus primos hermanos los monotipos.

Los dibujos me dan que pensar. El otro día comentaba de ellos con una fotografía que había a mi lado: No sé quién dijo que los dibujos eran un poco “estirados” y que parecen aristócratas venidos a menos. Salí en defensa de ellos: Quizás se estiren porque se creen (y en parte tienen razón) los precursores de todo cuadro, sin ellos, la mayoría de nosotros no podemos crecer. 

Buena se armó: Salieron los abstractos diciendo a coro que ellos no los necesitan ni los necesitarán.

Los volúmenes también tienen sus corrillos. Hablan muy alto o muy bajo y con un lenguaje estremecedor, y aunque no los entendemos demasiado, se presume en ellos demasiado sufrimiento.

También les hablé de mi aventura, desde el blanco de mi infancia hasta el final. Comenté que fui tratado unas veces con cortesía, otras con desdén, hasta el extremo de haber sufrido un lapso en que fui olvidado, aunque finalmente fui puesto en tratamiento en el cual, penosamente casi muero quemado por una estufa.

Como veis, os he contado un poco, a salto de mata, lo que aquí sucede hasta que somos admitidos o no.

Son situaciones sin importancia para algunos, pero muy deseadas para la mayoría de nosotros, máxime estando “en capilla”, en que parece ser, se necesita más de la compañía de nuestros semejantes.

Atentamente les saluda uno que sólo pretende, por ahora, ser admitido y por tanto ser mostrado, pidiendo con todo respeto, en este último caso, la deferencia de una simple y sencilla mirada”



sábado, 24 de marzo de 2018

algo... superior

Controlamos poco en lo importante y descontrolamos mucho en lo menos importante y algunos por aquí en esta vida —seguro— nos controlan mucho en lo no importante, y en el fondo, controlan poco en lo que sí sería importante.

Control, ese dominio sobre algo o alguien, esa forma de fiscalización, intervención o inspección, mecanismo que regula de forma manual o sistémica, para llevar un registro, manejar remotamente algo o probar conocimientos adquiridos. Esa especie de poder.

Inteligencia, esa capacidad de elegir entre diferentes alternativas en un contexto para quedarse con la mejor opción.

La mejor opción, inteligente, controlada, me pregunto: ¿Cuál es?

Poco que decir, quizás si esto es controlar, poder expresar humildemente que adquirí algo de consciencia, me empoderé, evolucioné en mi conciencia hasta donde pude mientras viví y trate de hacerlo ver porqué intuí que era la mejor opción. Honestamente no sé si lo conseguí. Aún estoy en ello.

La debilidad nos hace humanos, nos vuelve insignificantemente humanos, pero nuestra capacidad creadora nos enseña patrones y señales, fortalezas, control, de lo que somos capaces de hacer y captar. 

Jóhann Jóhannsson músico islandés nos dejó hace un mes, compositor de bandas sonoras de películas es el autor de la música de la “Teoría del Todo” o de “La llegada”. Muestra de su inmenso talento, sin duda alentada por alguna inspiración superior, le controle o no, es esta emotiva, conmovedora y maravillosa pieza que suavemente se posa como un gorrión en nuestro hombro:



Autor: Jóhann Jóhannsson 
Canción: A Sparrow Alighted Upon Our Shoulder 
Álbum: Orphée

domingo, 18 de marzo de 2018

funciones abaladas

Escribe en presente y recuerda su curiosidad por la venida que le produjo vida. Asombro descubierto en su infancia. Un proceder que se unió pieza a pieza, adolescencia que reproducía maquetas de realidades que existieron en el pasado.


Historias, batallas y héroes se leyeron dibujados, se reprodujeron pintadas, se imaginaron atrevidos. Vibra proyectando futuros, palabras con el bagaje de lo vivido y recupera de dentro aquello que le hace abalar. 


Sabe que su Ser es él, que la energía viaja sólo en espera de sentirse y cuando conecta, ejecuta porque le confiere verdad, porque son ejercicios de alguna facultad.


Y donde el placer fue y los deseos son, se une el ahora, un cuerpo aun no escrito sólo esbozado de porciones separadas que encajan y reproducen dioramas venideros, que explican las dimensiones, los dominios acotados de la inecuación de su vida.


miércoles, 14 de marzo de 2018

escuchar el silencio

—Va usted delante—le dije
—No sé me da igual, no tengo prisa —contestó.
La mujer esbozaba una resignada mirada de esas que te ponen en situación porque te lo dicen todo. Esperábamos turno en ventanilla para pedir cita en un hospital. Acompañé a un familiar en su enésima visita, peregrinaje oficial doloroso de analíticas, quimio y pastillas con la pretensión de parar lo inevitable. Si es que lo inevitable, y esta es la forma, se puede parar.
Sería de mi edad, incluso unos años menos y necesitaba hablar, gritar, desahogar su sufrimiento, su dolor. Las lágrimas contenidas anunciaban desbordar sus humedecidos ojos.
—Según salgo de aquí, me voy a sacar los billetes para ir con mi hija a Roma. Se lo tenía prometido—me lo dijo tal cual, daba igual que no nos conociésemos, como sí el hecho de irse lejos de donde estaba en ese momento aplazase lo que, si tenía prisa, lo que avanzaba a otra velocidad.
—Salir de aquí, después de esperar consulta toda la mañana en cierto modo es respirar—la comenté convencido.
—La vida tiene estas cosas. Mi marido hace quince años cuando cayó enfermo estuvo en coma inducido y respondía a mis preguntas apretando la mano. Todavía no había nacido mi hija, pero yo sabía que no se iba a ir. Ella tenía que venir al mundo. Cuando despertó —continuó diciendo— me recordó lo que le dije a mi padre, que nos tenía que ayudar. No sé cómo podía saberlo. Él ya no está, falleció hace dos años, pero cumplimos nuestro sueño. Mi hija es preciosa, sabes, un ángel.
Sin decirlo quería que le confirmase, si es que lo sabemos, que este paso sólo es temporal, que al final se transita a otro estado, que hay vida más allá de esta vida. La respondí tratando de aliviar su angustia, entendí que lo que le preocupaba era su hija, que no ella, con firmeza y convencimiento de que esto sólo es transitorio. Nada difícil de comprender en un entorno tan emocional donde las miradas de familiares y pacientes se buscan adivinando historias reales, de esas que relativizan nuestro día a día. Nos despedimos. Me dio las gracias por escucharla.
Cuando acabamos, al salir, en un día fresco y limpio, se dibujaba el perfil nevado de la sierra madrileña.
—Sabes, me dijo mi pariente, me iría ahora, aunque no comiésemos. Tan sólo a escuchar el murmullo de los cauces, el silencio de la naturaleza, respirar aire puro sentado en una roca sin decir nada…
—Lo sé, le dije sin poder, por impotencia ofrecerle más que mi comprensión y compañía.

martes, 6 de marzo de 2018

el tiempo detenido

Un plano abierto. Un gran plano general. El encuadre centrado. Un espacio, panorámica y dos movimientos:

De izquierda a derecha volviendo una gaviota, la gavia henchida. Encima, rozado hacia abajo, el ocaso.

El poniente desapareciendo, regresando, amarillo blanquecino. El mar horizontal calmo, rayado de reflejos de un cielo escalado de naranjas. 

El horizonte ondulado, superpuesto, tamizado de marrones difusos. Tal vez junio, o julio, sin duda estío.

¿Te llevo o me llevas?, ¿Te vas o te sostengo?, ¿te acompaño o me acompañas?, ¿Posas, o será que cuelgas porque bato siluetas para que te poses? ¿Y el tiempo?

¡Ah, El tiempo! Te lo diré por un instante:

El tiempo tan sólo detenido.



viernes, 23 de febrero de 2018

"sercracia"

Aunque la palabra “Pluto = Plutón” derivada del griego “πλουτος = plutos” signifique riqueza, tesoro o fortuna, y esté vinculada a los bienes materiales, los romanos la asociaban con el planeta enano Plutón, (el equivalente al dios griego del submundo Hades, el que no se puede ver) por entender que las riquezas minerales (oro, plata, diamantes, etc.) se obtenían del interior de la tierra en sus oscuras y profundas entrañas, y no precisamente sin esfuerzo.

Plutón como planeta (si es que se ponen de acuerdo si lo es o no lo es) referenciado al Sol o a nosotros, está lejos, es excéntrico, orbita oblicuo, sin dominancia orbital con sus tránsitos lentos por casas que duran años y no precisamente para colmarnos de las riquezas oficiales. 

SI tal vez, por transpersonal, por su capacidad transformadora, para hacernos reflexionar, descubrir o regenerar, por alumbrar su potencial poder oculto. Si hay una riqueza llamémosle plutoniana (interna) y contraria a la referenciada por la plutocracia (externa), es la que se encuentra distante y en el interior imperturbable al paso del tiempo que espera su momento, para implosionar, brillar y bien encauzada, hacernos poderosos.

¿Cuál es el poder de los individuos? ¿Existirá como forma de gobierno?

A un Ser que se descubrió, asociando el poder a lo interno a la verdadera riqueza portada como un torrente individual, se le ocurrió inventar una palabra inexistente: “Sercracia” (poder de los que existen como Ser). Instaurar un nuevo orden qué diese sentido desde lo individual a la unicidad de lo grupal, suena bien, se dijo a sí mismo, satisfecho de su ocurrencia.

Cómo algo externo como formas de gobierno que nos gobiernen sabía de la existencia de innumerables palabras: Tecnocracia (poder de los especialistas), aristocracia (poder de los mejores) o gerontocracia (poder de los ancianos). Y otras muchas y de sobra conocidas: burocracia, teocracia, timocracia…

Vivía en democracia (poder del pueblo) o más bien intuía, cada vez más acusadas las diferencias, que lo que sufría era una plutocracia (poder de los ricos).

_Será una alianza, una categoría de existencia individual asociado con la palabra poder _se dijo, a sí mismo.

_La unicidad de lo externo en lo grupal asociado a la cualidad del poder ya está muy vista y no es que, de momento, funcione _concluyó, complacido...

…sólo que los dueños de las palabras (en especial desde la teocracia) se inquietaron de que alguien (como individuo) descubriese el único y verdadero empoderamiento consciente en vida y no permitieron ni su uso ni su conocimiento no fuese a ser que se extendiese su saber y se instaurase una nueva forma de gobierno contraria a sus ideales establecidos.

Atrás quedaron en el tiempo gerontocracias y lo más que de momento permitieron en tiempos de tecnocracias fue que los individuos experimentasen la evolución desde el absurdo y ridículo poder de agarrar un móvil y desde hacerse “selfis” en grupo,  hasta monitorear tu vida a través de las redes sociales.

Para continuar gobernando en plutocracias (una especie de timocracias) bajo las banderas de falsas democracias implantando, entre otras, tediosas y absurdas burocracias, reservándose para unos pocos adláteres serviles, los deslumbrantes tesoros plutocráticos, vetando y persiguiendo las verdaderas riquezas internas,.

Gobiernos reales y presentes, que para la mayoría no conscientes ni siquiera sabían que existían. Tan ciegos, tan fascinados, tan lejos y tan increíblemente cerca de lo que portaban: 

Su “Sercracia”


viernes, 2 de febrero de 2018

sesgo cabal

Hay una trayectoria cabal de punta a punta —cuerda— que nos indica convencimiento y racionalidad que nos calma y tranquiliza. Aun así, entendida como una línea recta, lado largo, pero distancia corta, hipotenusa que no se quiebra por ángulos ortogonales, nos anuncia inevitables sesgos cuando se equivoca el destino. 

El sesgo también tranquiliza porque confirma intereses (que no verdades) por que justifica credos (que no certezas). Las direcciones más largas no gustan si ello conlleva espera. Preferimos atrochar por atractivo y alcanzable, por creer vislumbrar el espejismo del otro cabo, aunque ello suponga eludir lo que por complejo se nos presenta, ondulado, inexplorado o inalcanzable.

La impaciencia que se deriva en atajos a los que cuando se entiende se llega, sosiegan de forma fugaz por la inquietud de malentender que en el fondo no son metas. No se trata de deslizarte por un tobogán que acorte tiempos, por el sesgo de rumbos marcados por la diferencia entre tu esperanza y lo que crees. 

Se trata de visualizar tu entorno interpretando de forma juiciosa y ecuánime, obviando lo que por inexacto o inducido distorsione tu verdadera percepción, la que sabes, deviene de la experiencia vital que enseña lo que trasciende, lo inalcanzable, las sincronías de la vida que acompañan y timonean, no la que es impuesta malintencionada, que por ventajista y adulterada, silenciosa e inobservable, responde a intereses espurios.

Este escrito epílogo del 2017, es un toque dirigido a quienes sepan de ello y lo envuelvan, como a todos aquellos que desde gobiernos, medios, empresas, corporaciones, editoriales, agencias, trabajos, ocios, se cuestionen si su aparente cabal racionalidad (la que les tranquiliza y apacigua y les motiva a seguir) es inducida, falsa o sesgada.

Tanto, si son conscientes de ello, cómo sin saberlo fuesen utilizados por terceros, para que en algún momento de sus vidas se cuestionen sus principios y verdades (la evidencia de sus actuaciones) y dejen cabida en un acto sincero de introspección y apertura a la llamada, trance o recuerdo de lo que portan más valioso y que, de seguro, no les va a desviar. Su único sesgo cabal:

Su Ser.



Artistas: Ólafur Arnalds & Nils Frahm
Álbum: Trance Frendz
Canción: 20:17

miércoles, 24 de enero de 2018

renacido del bosque

Los anillos crecían concéntricos. Orbitaban redondos anunciando ciclos, igual que la tierra curva al Sol: Caobas, pinos y abetos. Castaños, robles y encinas. Olmos, hayas y fresnos. Chopos, acebos y olivos. Y cedros, y otros, y más…

Balanceaban ramas y hojas, adornando parques, calles, veredas, caminos y alamedas. Y como bosques que buscan, regulaban climas, protegían suelos, reflejaban radiaciones de los duros estíos. Y cuando no, rebrotando maderas de entre espesuras quemadas, de semillas y simientes en espera, renacían.

Testigos arraigados emergían silenciosos, informando a los mundos superiores: Mater, la madera. Madre, la materia del árbol, verás, vemos la asimétrica insania del hombre, su indiferencia, su voracidad, su inconsciente depredación, su egoísmo insolidario. Lo mucho que nos usan y transforman que apreciamos pero lo poco que nos cuidan y respetan.

Él, aún recuerda respirando las sabias palabras de su viejo, las que escribió dibujando abanicos y eran de San Juan de la Cruz: “El ventalle de los cedros aire daban” Pero las que también en su ironía, advertían de los peligros del hombre carnal. Y es que como decía: “Cuando los serruchos cantan, los árboles del bosque se apiñan para conjurar el peligro”