viernes, 23 de febrero de 2018

"sercracia"

Aunque la palabra “Pluto = Plutón” derivada del griego “πλουτος = plutos” signifique riqueza, tesoro o fortuna, y esté vinculada a los bienes materiales, los romanos la asociaban con el planeta enano Plutón, (el equivalente al dios griego del submundo Hades, el que no se puede ver) por entender que las riquezas minerales (oro, plata, diamantes, etc.) se obtenían del interior de la tierra en sus oscuras y profundas entrañas, y no precisamente sin esfuerzo.

Plutón como planeta (si es que se ponen de acuerdo si lo es o no lo es) referenciado al Sol o a nosotros, está lejos, es excéntrico, orbita oblicuo, sin dominancia orbital con sus tránsitos lentos por casas que duran años y no precisamente para colmarnos de las riquezas oficiales. 

SI tal vez, por transpersonal, por su capacidad transformadora, para hacernos reflexionar, descubrir o regenerar, por alumbrar su potencial poder oculto. Si hay una riqueza llamémosle plutoniana (interna) y contraria a la referenciada por la plutocracia (externa), es la que se encuentra distante y en el interior imperturbable al paso del tiempo que espera su momento, para implosionar, brillar y bien encauzada, hacernos poderosos.

¿Cuál es el poder de los individuos? ¿Existirá como forma de gobierno?

A un Ser que se descubrió, asociando el poder a lo interno a la verdadera riqueza portada como un torrente individual, se le ocurrió inventar una palabra inexistente: “Sercracia” (poder de los que existen como Ser). Instaurar un nuevo orden qué diese sentido desde lo individual a la unicidad de lo grupal, suena bien, se dijo a sí mismo, satisfecho de su ocurrencia.

Cómo algo externo como formas de gobierno que nos gobiernen sabía de la existencia de innumerables palabras: Tecnocracia (poder de los especialistas), aristocracia (poder de los mejores) o gerontocracia (poder de los ancianos). Y otras muchas y de sobra conocidas: burocracia, teocracia, timocracia…

Vivía en democracia (poder del pueblo) o más bien intuía, cada vez más acusadas las diferencias, que lo que sufría era una plutocracia (poder de los ricos).

_Será una alianza, una categoría de existencia individual asociado con la palabra poder _se dijo, a sí mismo.

_La unicidad de lo externo en lo grupal asociado a la cualidad del poder ya está muy vista y no es que, de momento, funcione _concluyó, complacido...

…sólo que los dueños de las palabras (en especial desde la teocracia) se inquietaron de que alguien (como individuo) descubriese el único y verdadero empoderamiento consciente en vida y no permitieron ni su uso ni su conocimiento no fuese a ser que se extendiese su saber y se instaurase una nueva forma de gobierno contraria a sus ideales establecidos.

Atrás quedaron en el tiempo gerontocracias y lo más que de momento permitieron en tiempos de tecnocracias fue que los individuos experimentasen la evolución desde el absurdo y ridículo poder de agarrar un móvil y desde hacerse “selfis” en grupo,  hasta monitorear tu vida a través de las redes sociales.

Para continuar gobernando en plutocracias (una especie de timocracias) bajo las banderas de falsas democracias implantando, entre otras, tediosas y absurdas burocracias, reservándose para unos pocos adláteres serviles, los deslumbrantes tesoros plutocráticos, vetando y persiguiendo las verdaderas riquezas internas,.

Gobiernos reales y presentes, que para la mayoría no conscientes ni siquiera sabían que existían. Tan ciegos, tan fascinados, tan lejos y tan increíblemente cerca de lo que portaban: 

Su “Sercracia”


viernes, 2 de febrero de 2018

sesgo cabal

Hay una trayectoria cabal de punta a punta —cuerda— que nos indica convencimiento y racionalidad que nos calma y tranquiliza. Aun así, entendida como una línea recta, lado largo, pero distancia corta, hipotenusa que no se quiebra por ángulos ortogonales, nos anuncia inevitables sesgos cuando se equivoca el destino. 

El sesgo también tranquiliza porque confirma intereses (que no verdades) por que justifica credos (que no certezas). Las direcciones más largas no gustan si ello conlleva espera. Preferimos atrochar por atractivo y alcanzable, por creer vislumbrar el espejismo del otro cabo, aunque ello suponga eludir lo que por complejo se nos presenta, ondulado, inexplorado o inalcanzable.

La impaciencia que se deriva en atajos a los que cuando se entiende se llega, sosiegan de forma fugaz por la inquietud de malentender que en el fondo no son metas. No se trata de deslizarte por un tobogán que acorte tiempos, por el sesgo de rumbos marcados por la diferencia entre tu esperanza y lo que crees. 

Se trata de visualizar tu entorno interpretando de forma juiciosa y ecuánime, obviando lo que por inexacto o inducido distorsione tu verdadera percepción, la que sabes, deviene de la experiencia vital que enseña lo que trasciende, lo inalcanzable, las sincronías de la vida que acompañan y timonean, no la que es impuesta malintencionada, que por ventajista y adulterada, silenciosa e inobservable, responde a intereses espurios.

Este escrito epílogo del 2017, es un toque dirigido a quienes sepan de ello y lo envuelvan, como a todos aquellos que desde gobiernos, medios, empresas, corporaciones, editoriales, agencias, trabajos, ocios, se cuestionen si su aparente cabal racionalidad (la que les tranquiliza y apacigua y les motiva a seguir) es inducida, falsa o sesgada.

Tanto, si son conscientes de ello, cómo sin saberlo fuesen utilizados por terceros, para que en algún momento de sus vidas se cuestionen sus principios y verdades (la evidencia de sus actuaciones) y dejen cabida en un acto sincero de introspección y apertura a la llamada, trance o recuerdo de lo que portan más valioso y que, de seguro, no les va a desviar. Su único sesgo cabal:

Su Ser.



Artistas: Ólafur Arnalds & Nils Frahm
Álbum: Trance Frendz
Canción: 20:17