sábado, 30 de enero de 2016

poco a poco

“Poc a poc tot surt molt més bé”


No me había fijado. No era consciente de lo que hacía en ese momento (y en ese momento sólo tocaba montar en bici), y me fui al suelo. Me dio por mirar a otro lado, y cuando cruzaba una calle y quise acordar la rueda delantera se topó de bruces con el bordillo de la acera. Mal. Esa fue la primera caída del día, que no la última. La segunda fue más rara, forzada, circulaba por mi derecha y un ciclista en dirección contraria, aun viéndome y yendo despacio, invadió mi carril. Imposible saltar por encima y continuar…

Por la razón que sea la atención se fija donde lo fijado ancla tu presencia para hacerte consciente. Tiempos estos en los que el “No me había fijado” escapa de su significación particular para hilvanar realidades generales ayudado inductivamente por tu Ser, desde la presencia, tu conciencia: La esencia de lo que somos. La razón, al menos eso pienso, es para entender y ayudar, descubrir, que no justificar, armar tu presencia en lo único que tienes en ese -este-  preciso instante, que es tu momento presente, y hacerte consciente, sacarte de ese autismo, ensimismamiento, que es nuestro rutinario pensamiento y de paso, decirte de que va todo esto.

Como dijo Víctor Frankl no eres tú quien le ha de preguntarle a la vida cuál es el sentido de esta, sino que es la vida quien te pregunta a ti cuál es el sentido de tu vida. La vida te pide, no que te fijes en ella, la vida fija tu atención si estas presente y consciente, porque todo esta va de presencia, de hacer consciente tu conciencia. De encontrar el momento y de encontrarse con uno mismo.

Esto que rememoro, y ya acabo, son reminiscencias de juventud. Está escrito allá por los ochenta con poca valía poética, pero mucho corazón. Los llaüts traducidos, a veces, suenan como barcos a los que agarrarse en momentos de zozobra y otros como laúdes en desiertos incomprendidos. Será que se precisen de años y años para envejeciendo, y poco a poco, hacer las cosas mejor.

DESIERTO DE LAÚDES 

Ríes en círculo, sueñas deprisa, encuentras el pasado ojeando sin atención, y a pesar de todo, tu álbum no para de mostrar ángeles y plumas y guitarras rascando la espalda erguida de tu vanidad.
¡Si descendieses!
Aguanté el pensamiento. las palmas cruzadas que me acompañaban.
¿Hice bien?  
Desde entonces imagino un desierto de laúdes, con té moruno, en el sonido de tus dedos. Brincas y chascas, te percibo presente, agotas la seducción. Me esfuerzo por comprenderte… 
Hoy de nuevo sólo he recogido los posos de tu esfuerzo. El sabor y su esencia permanecen en ellos. 
Me es suficiente.

sábado, 23 de enero de 2016

políticos

Demasiada importancia a la política, a los partidos, a los políticos, a los pactos, a lo que se vota, los que no votan. A los que pretenden organizar las sociedades. A lo que nos jugamos. Poder será porque puedo, que la mayoría (sea política o no) aunque pueden, lo hacen inducidamente, y no saben que en el fondo no pueden.

Los políticos se dedican a la política porque se apoyan en los demás. Necesitan el voto de la ciudadanía, de los que mayoritariamente como sociedad no tienen cargo público. Y encima saben que el apoyo que necesitan nace de la parálisis de ceder tu poder, el más importante, el de pensar, hacer y ser, por ti mismo.

Admitamos que muchos de los que nos gobiernan son en el fondo imbéciles (del griego "bakrton", bastón. Aquellos que viven apoyándose sobre los demás), porque los demás, más de los que quisieran, somos idiotas (del griego "idiotes", sin cargo público ni ganas de dedicarse a la política) y encima estúpidos (del latín "estupidus", de quedarte paralizado).

Como dijo Bukowski (después de despotricar contra todo) «estamos aquí para beber cerveza» una de las muchas salidas, con permiso del hígado, de quienes observan imparciales el circo de la vida.

jueves, 21 de enero de 2016

palmeras en el tropezón

Una esbelta y exótica palmera rodeada en tiempos de un ajedrezado solado bifurcando caminos, antaño de alberos. Ahora aislada en la desoladora planicie de un parque, que ya no es.

El último vestigio del jardín del tropezón, de lo que fue hace años un pequeño parque con este nombre. A la salida de la casa de los abuelos, plantada según cuentan las crónicas por el abuelo José, aún recuerda con su presencia, esa que fue nuestra, mil imágenes, sonidos y fragancias de infancia.

La de veranos nocturnos con sillas, conversaciones y abanicos a la puerta, rodeada de esencias de jazmines en la combinación de la abuela. Con el ruido de fondo de la chiquillería subida a una fuente agotada en la que nunca vimos agua correr. 

Oía como las motos rugían ya desde la siesta importunando puntualmente casi lo único que podías hacer y observaba a las salamanquesas en la noche como se acercaban sigilosas a las candelas nocturnas con ventosas y lengua presta.

Creció asombrando una esquina. De la otra en frente divisaba a su hermana gemela, la que custodiaba la calle Picasso.  Al sur, bien cerquita, a la altura de sus hojas, se cruzaba miradas con el mirador cubierto, el de las persianas venecianas intocables. Flanqueado por dos balcones del salón de una enjalbegada casa familiar grapada en su progreso, como todas las casas antiguas, con horizontales y desordenados cables blancos en fachada.  Del otro una conexión al pueblo, la calle de la estación, anunciando a lo lejos otros vecinos desconocidos. A su espalda, la puntual y ruidosa Isaac Peral, la de las sumergidas siestas de verano.

Grillos, gatos, perros, gorriones, hormigas, palomas, lagartijas y algún que otro roedor, sus fieles compañeros. Y los naranjos también. Tan aseados de aromas, que se alineaban con la acera a la caída de la tarde reverenciando paseos tranquilos. Su posición dominante, su altura imponente y las ramas arqueadas en racimo cubriendo y persistiendo en el tiempo conformando un tropezón para detenerte, presentes.

El último enlace de un pasado, en su esbelta dignidad, actualizado su espíritu, aun forma parte de nuestra memoria y su alma aguanta presente entre nosotros, que los que la conocimos rodeados en su infancia, sabemos de ello.