Demasiada importancia a la política, a los partidos, a los
políticos, a los pactos, a lo que se vota, los que no votan. A los que
pretenden organizar las sociedades. A lo que nos jugamos. Poder será porque
puedo, que la mayoría (sea política o no) aunque pueden, lo hacen
inducidamente, y no saben que en el fondo no pueden.
Los políticos se dedican a la política porque se apoyan en
los demás. Necesitan el voto de la ciudadanía, de los que mayoritariamente como
sociedad no tienen cargo público. Y encima saben que el apoyo que necesitan nace
de la parálisis de ceder tu poder, el más importante, el de pensar, hacer y
ser, por ti mismo.
Admitamos que muchos de los que nos gobiernan son en el
fondo imbéciles (del griego "bakrton", bastón. Aquellos que viven apoyándose
sobre los demás), porque los demás, más de los que quisieran, somos idiotas
(del griego "idiotes", sin cargo público ni ganas de dedicarse a la política) y
encima estúpidos (del latín "estupidus", de quedarte paralizado).
Como dijo Bukowski (después de despotricar contra todo) «estamos aquí para beber cerveza» una de las muchas salidas, con permiso del
hígado, de quienes observan imparciales el circo de la vida.
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