jueves, 30 de marzo de 2017

trátense bien

Trátense bien, se lo dice alguien que no tiene la edad de ciertos contertulios, que acabó una carrera, pero no la ejerce, de la que ya ni se acuerda, que tiene un par de masters pero no los utiliza, que perdió parte de la visión de un ojo cuando más la necesitaba, entre otros motivos por estrés, que denunció internamente a un proveedor de medio pelo, cuñado de un director que hacía lo que quería y le echaron de su puesto de trabajo. Que se sacrificó, porque nacía su primer hijo y no tenía fuerzas para que las líneas de su vida siguieran proyectando rectas aceptando lo primero que le ofrecieron a sabiendas que se desviaba. Que perdió a su mejor amigo del trabajo por un tumor confesándole unos días antes lo que le dijo su médico e intuía, que era lo que le pasó, ante la indiferencia y cobardía de…  que denunciaba cada día porque podía por su trabajo, hasta que le recordaron que no hiciese tan bien su trabajo y le costó de nuevo su puesto de trabajo. Que decidió dedicarse y trabajar por lo que había estudiado sin intención de primeras de ganar dinero sólo de aprender para ejercer su profesión, con la maldita suerte de que en el dos mil ocho estallase una crisis que ha golpeado en su sector y de la que aún no se ha recuperado. Que probó por edad por sí mismo en inferioridad de condiciones con los demás. Que sufrió el dolor ante un ictus de un hermano del que milagrosamente, (lo dicen los médicos) se salvó y está vivo. Que recuperado de estos pequeños contratiempos tan lejos de holocaustos y barbaries, pasados unos años, en su último trabajo, tan lejos de lo suyo, decidió probar de nuevo suerte, y otros miserables de nuevo, le engañaron con falsas promesas y apariencias, que lo denunció, porque sus compañeros callaban, para que los incautos que venían detrás lo supiesen y, si, adivinen, le costó de nuevo su puesto de trabajo. Que vivió de cerca la enfermedad de su padre, un anciano genio incomprendido. Que en la actualidad no tiene ganas de buscar trabajo porque recela, que sólo trata de recuperarse, que no le ataquen. Que no es guapo, ni alto, ni se entretiene, porque de forma honesta quiere saber quién es, que indaga con insaciable voluntad y curiosidad desde hace más de veinte años de que va esto, que le ha pasado, que ha hecho mal, porqué ha sido tan insensato de decirles a la cara lo que debería haber callado para proteger a los suyos, lo que hacen todos vamos, que come seguramente más soma de la que debiera, que todavía en edad laboral debería de ocupar su tiempo en buscar trabajo pero tiene miedo de empezar de nuevo de cero, y por honestidad, aprendiendo a vivir con menos, descarta todas las ofertas que ve por no sentirse preparado, que sabe que se auto engaña.


Que, a pesar de todo, tan pequeñito, tan lejos de los horrores que muchos han visto de cerca, conociendo la condición humana, en su sensibilidad, da gracias todos los días, porque de lo fundamental no le falta de nada, por tener la mente abierta, percibir la belleza en la naturaleza, en las artes, en las humanidades, porque, aunque llora se siente un privilegiado. 


Porque es capaz de sentir el dolor ajeno y de reconocer lo más importante,


Que es:


Que todo lo anterior, a pesar de formar parte, que no todo, de su vida, de su experiencia, de su microcosmos, de su ego, de su YO, y en el que tan fácil es reconocerse en este mundo, travesía de dolor y sufrimiento, no es él.
Que sí resuena con toda la fuerza de una simple frase a la única pregunta que debieras formularte en vida: «¿quién soy yo?» la respuesta, que un vedanta como Nisargadatta dijo:


"El «yo soy» es cierto. El «yo soy esto» no"


Y como yo (con minúsculas) soy, sin nada más, trataré de levantarme de nuevo y encontrar el camino, si es que este pueda provenir en donde el destino, e intuya por dónde ande, me muestre que esté, con mi sensibilidad, humildad, franqueza, asombro, certeza, dolor, alegría, engaños, miserias, autocompasión, compartidas, si así lo quieren, con ustedes, lectores de este blog.


Porque el único juez implacable de uno mismo es tan sólo él mismo. Pero sobre todo entendiendo que sólo el AMOR lo combate todo.


Trátense bien, que efectivamente, todo, a pesar de todo, y de muchos, está bien.



héroes

No es lo mismo nacer con una discapacidad que sufrir en vida una discapacidad. 
Hay personas con discapacidad que no se sienten incompletas, porque nacieron así. Somos nosotros los que distorsionamos nuestra mirada. Nacieron con toda la fuerza del mundo recibiendo la ayuda y el inmenso amor de los que les protegieron, sin duda, seguramente, sus familiares más cercanos.
La superación que proviene desde los choques frontales que en la vida se presentan y tambalean tu existencia, tu acomodo, tu estabilidad, son los que te convierten en héroe, más si la superación proviene de ti, más si te tambaleaste por denunciar, sin ayuda, donde tus heridas se curaron solas con el tiempo, forjándote en la dureza, enfrentándote al todopoderoso, frente a la incomprensión, cobardía, de los que silenciaron y pudiendo ayudar, callaron, por miedo.
Por eso el mundo está como está.

lunes, 27 de marzo de 2017

origami


Parece ser que según nos adentramos en lo infinitesimal nos aparece la pajarita de Unamuno. Si, en las profundidades cuánticas los origami se pliegan en caprichosas formas unas reconocibles y otras inimaginables. 
Me centro en las identificables como la que los tontos de capirote se ponen por montera. Otras nos recuerdan las diferentes versiones de nuestro incipiente progreso como la aviación. También están las ranas cocotológicas que del mundo animal en esto hay muchos. 
El universo se pliega como nosotros nos plegamos y doblamos sobre nosotros mismos, en un ejercicio de contorsionismo imposible, donde somos incapaces de vernos a nosotros mismos.
Los analistas del futuro nos avanzan los tiempos venideros: Robótica, inteligencia artificial, vida extraterrestre, etcétera.
Muy interesante para saber que se nos viene encima. Todo bien dobladito como en la papiroflexia...

domingo, 26 de marzo de 2017

transcurso

Eran tiempos en que la vida transcurría entre ignorancias y apatías.
Entre oxímorones (pongámonos retóricos) unos pocos se esmerilaban, entre pleonasmos, cuencas vidriosas, tontos corazones.
Sé que no se nada, sé que afirman, al menos sinceros, que ven perspectivas, miradas, donde las bellezas azules son ignoradas y las deformidades obscuras, que decir, demasiado mostradas.
¿Y qué ven?
Ven ciegos, que no ven, porque pasan, y ven épocas que se detienen, dónde ni sabes, ni importa.


Bill Evans - My foolish heart


viernes, 24 de marzo de 2017

el juicio

¿Quién eres para juzgarme? tú en minúsculas, de tú a tú juzgando entre hermanos, tú a TÚ, juzgando a ciegas desafiando a quien no conoces, TÚ a TÚ, entre Ellos, juzgándose. La pregunta sería ¿Quiénes somos para juzgar, como no sea para usar nuestro juicio? Si es que lo tenemos, si es que nos comunicamos, si es que nos entendemos, si es que no comprendemos como comprendernos.
Anoche me dejé el móvil en el abrigo, volvía tarde de traer a mi hijo de entrenar. Suena poco últimamente, sólo mensajes silenciados. Esta mañana, avanzada, lejana, escondido en el bolsillo en el armario ropero, sonaba una llamada extrañada, gritando: ¡Óyeme!
Agazapada con cuarenta mensajes no leídos: El juicio.
Había dos chats con dos mensajes importantes. En uno un padre se despedía tras la decisión de su hijo de abandonar el equipo, en el otro un precioso gesto de un familiar nos enseñaba, en este día que del cielo nevaba alegría, la floración de un cerezo en honor a alguien que apreciaba.
Todos habían contestado.
Respondí a ambos una vez leídos, tan lejos de las contestaciones inmediatas de todos. Tan lejos de esa necesidad de compartir al instante, desenganchado sin quererlo, con la amarga sensación absurda por imposible, de no haber estado en el momento que hacía falta, sintiendo, una vez más, que debería justificar mis decisiones para que me entendieran. Juzgando que era juzgado, no comprendiendo qué para entender, comprender sin enjuiciar, solo hace falta comunicarse en tiempo, el que sea, sin dictar un veredicto.

jueves, 16 de marzo de 2017

bohemios entre nuages

Hay un paralelismo del que se asoma a la vida bohemia (la vía del artista) identificable con ese desubicado albatros imaginado por Baudelaire. Apartarse de los convencionalismos sociales, ir al margen de las normas, agitanarse para sentirse libre, no siempre es o será bien recibido o aceptado. 

Esta mañana a la espera de lavar el coche conversaba con uno de ellos: Un cañí. Esperaba para lavar su furgoneta y el hombre me trasladaba una mirada franca y sincera mientras conversábamos en espera.

Estamos rodeados de un sistema donde "escupen" al poeta si sus versos no se leen y venden, al artista si sus obras no se exponen y compran, al gitano por gitano, cómo si nuestra supervivencia dependiese de equilibrar con fármacos nuestra sensibilidad para volvernos a su realidad.

Que difícil es transitar por cubiertas resbaladizas. Cuantos esfuerzos por no sentirse agredido, porque nuestra psique no reaccione de forma inconsciente, emocional, agresiva, tan alejada de la estúpida y vacía normalidad de responsabilidad condicionada en la que viven muchos, adaptados, creídos como están que gobiernan sus vidas.

No seremos gitanos, pero si bohemios por adopción, por huir de quienes nos perturban, nos trasladan sus miedos y su culpa. Y nos seguiremos refugiando, abrazando con alas extendidas entre nubes, planeando a favor de corrientes que las empujen y nos dejen ver el Sol.

Imaginando mundos mejores donde se respete, al sincero, al diferente, al artista, al gitano, al desfavorecido, al humano, conviviendo con quienes no destruyan nuestros órdenes y nos sintamos, hermanos.



Intérpretes: Michel Camilo & Tomatito
Album: Spain Forever
Autor: Django Reinhardt
Canción: Nuages

lunes, 13 de marzo de 2017

etapas

Para él las reglas del juego son desconocidas, hostiles, inmisericordes. Me duele por su autoestima, cada día más baja, encorvado, como esos perros que transitan con el rabo entre las piernas, asustados. Hoy vino a casa así hace un rato.

Pronto advertimos, a temprana edad, sus dificultades con el habla. Le diagnosticaron psicólogos y logopedas con un trastorno de lecto-escritura dentro de la familia de las dislalias. Nada grave.

Un trastorno de atención (TA), que se manifiesta ahora con toda la impotencia para él y sus padres, en un sistema educativo en el que, si te descuelgas del pelotón, difícilmente llegas a meta. 

Fue cubriendo etapas anteriores hasta 2º de la ESO, salvadas por la campana, a base (bendita sea su madre), a costa de horas y horas de dedicación tratando de encontrar la fórmula, trastocando la estabilidad familiar. 

Tú puedes, tantas veces repetido, todo un mantra para motivarle. Craso error. Este sistema evalúa con el convencimiento que desde al uno al diez sabrán acomodar a cada uno en su sitio. Nada más lejos de la realidad. El sistema no reparará a un chaval que sufre porque ve que no llega, porque nació diferente, cada día más consciente de ello, queriendo ser cómo sus amigos.

Otro árbol desviado de su centro de gravedad, un maravilloso muchacho que deberá aprender de otra forma. Un ángel dice su abuela. Otro ángel inscrito en esta carrera que es la vida, cuya meta, aún desconocida, no impide que corras a ninguna parte, sin ni siquiera saber porque corres. 

Hoy dos exámenes, mañana otro, el jueves más, en plena etapa de alta montaña, la semana pasada tres puertos de primera, repescado por tiempos, desbordado, desmotivado, al límite de sus fuerzas, impotente y con sólo quince años.

martes, 7 de marzo de 2017

idiotés

En la Grecia antigua a los ciudadanos que no participaban de lo público, entendiendo por ello el bien común lo político se les denominaba idiotés. Sin la connotación peyorativa que su acepción actual tiene, estos griegos que no participaban en el ágora, por no disponer de medios educación se dedicaban a lo privado, y en cierto modo estaban inermes –sin armas– para defenderse.
Unos cuantos siglos después la situación no sólo no ha cambiado, sino que inclusive, se ha tornado. No existe la educación superior al alcance aunque la esté, al gran conocimiento, porque no se ha fomentado ni educado en ello. Educar es sacar fuera, implicar, conducir –ducere– guiar para salir de un estado. Inducir, es lo contrario llevarte hacia dentro –in ducere–. Las religiones –religare– tratan de unir en torno a, pero no logran, o les cuesta, educar en lo fundamental. 
¿Pudiera ser que a lo largo de la historia lo que siempre se haya pretendido sea ni más ni menos: Que no se sepa?
La sabiduría que es conocimiento elevado entendimiento permite obrar con justicia y cautela. Lo incognoscible –no conocible– no puede conocerse desde la inconsciencia porque derivaría en un peligro, tentativa, ensayo o prueba.
Conocer y aplicar las propiedades de la desunión del átomo lleva a situaciones límite con la energía atómica, estando este universo basado en elementos de la tabla periódica, ahondar y avanzar en la destrucción de la materia presupone, armarse, jugar con fuego y cuestionar lo establecido.
Estamos inermes e inducidos volcados en lo privado, distraídos, confundidos, porque lo esencial, la filosofía –el que ama la sabiduría– no cuenta para parte de un sistema –élite– que fomenta –induce– al bien privado en una esquizofrénica carrera para adquirir bienes y poder, que no conocimiento –consciencia–.
Sea la tierra un paraíso o un confinatorio, el universo una entropía, estemos vigilados o abandonados, observados o inducidos, modificados por supuestos annunakis, manejados por credos de religiones monoteístas, silenciados justamente o no por déspotas, seguiremos inermes, idiotizados, en tanto en cuenta no adquiramos consciencia.
Si la Verdad es absoluta que lo es y está dentro de ti que lo está como una perla o semilla, sacarla afuera, hacerla ver o crecer, educar-se, será adquirir sabiduría, alcanzar y tocar –con humildad– con la punta de los dedos, otra realidad, –la Real– que te llevará a entender –iluminar– y comprender que el amor, la bondad, el bien común –lo político bien entendido– nos permiten elevar nuestra consciencia –evolucionar– pues aunque nuestro destino –dar vueltas– parezca siempre repetido y el mismo, el verdadero progreso –crecimiento– del ser humano, me repito, y es armarte, protegerte, blindarte, es, en conciencia, --saber-- lo que indudablemente conlleve, algún día, dejar de estar inermes.

domingo, 5 de marzo de 2017

oro puro

Expuestos neorrealismos italianos aproveché el enlace del radio-garden -¡ciegos aprendices eternos!-, para mezclarme por Napoli, dejarme llevar, y algo encontré.

Razones eran (si yo también plancho), que estaba peleándome con los cuatro puntos de ajuste de una sábana (se aceptan sugerencias, tutoriales, experiencia propia). 

Mientras la plancha bufaba y hacía lo que podía a escondidas por las esquinas con mis torpes manos, me imaginaba voces de fondo en italiano, a una exuberante Sophia Loren cocinando una margarita, al ruido de chiquillos armando jaleo por esas estrechas calles empinadas que dan al puerto, envolturas abiertas con olor a salitre y hornos, tarantelas y esa mágica nostalgia, alegrías contadas, del sur.

Busqué en mi fonoteca la Torna Surrento imaginada por la maravillosa Noa. Pura expresividad de unas memorias, que nos llevan a otras: Oro puro napolitano:

“Mira el mar qué hermoso es,
inspira tanto sentimiento,
como tú, que a quien miras,
despierto le haces soñar”



Torna Surrento
Noa

viernes, 3 de marzo de 2017

¡levantaos!

Estaba sentado al borde de la cama, encorvado, "viejecito mío".

«No le veo salida a esto» No, no lo decía sólo por su enfermedad.

No, no es el placer de la obra hecha. Ese placer pequeñito ya se tiene, cuando en ciertos momentos calman pinturas y escritos. Lo es, de lo que es sincero y honesto, trabajado, pensado, proyectado, ergo bien hecho, aunque no llegue, ni se entienda, ni venda, ni te valga para sobrevivir, se sea profesional o profano. 

Lo sea porque, aunque te equivoques y no sepas, aunque te hayan (o será hayas) engañado parte de tu vida, y lo sepas, lo intentes. 

No por ego, por ventas y fama, aduladores y seguidores, por famoso, por ganar concursos y planetas de un jugador, en un juego en el que no quieres jugar, porque no te gustan las cartas de los truhanes. 

Sino por ti, por ti mismo. Porque te demuestres a ti, que, aunque se distorsione tu propia mirada, que se ve pateada y puteada tantas veces (como a tantos), tan sólo por ser tú mismo, vales. 

Sólo para recordarte, lo más importante:

¡Que estas vivo!

Y el que estaba ahora encorvado no era él, era yo y sois vosotros. Pero no ellos.

Ellos y él nos infundían, nos animaban, exhortaban a coro: 

¡Levantaos!