martes, 7 de marzo de 2017

idiotés

En la Grecia antigua a los ciudadanos que no participaban de lo público, entendiendo por ello el bien común lo político se les denominaba idiotés. Sin la connotación peyorativa que su acepción actual tiene, estos griegos que no participaban en el ágora, por no disponer de medios educación se dedicaban a lo privado, y en cierto modo estaban inermes –sin armas– para defenderse.
Unos cuantos siglos después la situación no sólo no ha cambiado, sino que inclusive, se ha tornado. No existe la educación superior al alcance aunque la esté, al gran conocimiento, porque no se ha fomentado ni educado en ello. Educar es sacar fuera, implicar, conducir –ducere– guiar para salir de un estado. Inducir, es lo contrario llevarte hacia dentro –in ducere–. Las religiones –religare– tratan de unir en torno a, pero no logran, o les cuesta, educar en lo fundamental. 
¿Pudiera ser que a lo largo de la historia lo que siempre se haya pretendido sea ni más ni menos: Que no se sepa?
La sabiduría que es conocimiento elevado entendimiento permite obrar con justicia y cautela. Lo incognoscible –no conocible– no puede conocerse desde la inconsciencia porque derivaría en un peligro, tentativa, ensayo o prueba.
Conocer y aplicar las propiedades de la desunión del átomo lleva a situaciones límite con la energía atómica, estando este universo basado en elementos de la tabla periódica, ahondar y avanzar en la destrucción de la materia presupone, armarse, jugar con fuego y cuestionar lo establecido.
Estamos inermes e inducidos volcados en lo privado, distraídos, confundidos, porque lo esencial, la filosofía –el que ama la sabiduría– no cuenta para parte de un sistema –élite– que fomenta –induce– al bien privado en una esquizofrénica carrera para adquirir bienes y poder, que no conocimiento –consciencia–.
Sea la tierra un paraíso o un confinatorio, el universo una entropía, estemos vigilados o abandonados, observados o inducidos, modificados por supuestos annunakis, manejados por credos de religiones monoteístas, silenciados justamente o no por déspotas, seguiremos inermes, idiotizados, en tanto en cuenta no adquiramos consciencia.
Si la Verdad es absoluta que lo es y está dentro de ti que lo está como una perla o semilla, sacarla afuera, hacerla ver o crecer, educar-se, será adquirir sabiduría, alcanzar y tocar –con humildad– con la punta de los dedos, otra realidad, –la Real– que te llevará a entender –iluminar– y comprender que el amor, la bondad, el bien común –lo político bien entendido– nos permiten elevar nuestra consciencia –evolucionar– pues aunque nuestro destino –dar vueltas– parezca siempre repetido y el mismo, el verdadero progreso –crecimiento– del ser humano, me repito, y es armarte, protegerte, blindarte, es, en conciencia, --saber-- lo que indudablemente conlleve, algún día, dejar de estar inermes.

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