lunes, 28 de diciembre de 2020

de bromas plúmbeas

Acaba este intenso año del 2020 y recalco lo experimentado. Lo divido en dos partes: una hasta junio inclusive, otra desde julio hasta hoy. Y finalizo a pocos días de acabar el 2020  con esta reflexión para que se publique a la una de la madrugada y se lea al amanecer seguramente más despiertos o quien sabe si aun somnolientos.

La primera mitad del año marcada de inicio en enero por un propósito personal de difundir a mi manera el sentido de la misma vida desde los infinitos ángulos observables de mi percepción, seguida por un confinamiento pandémico posibilidad para la reflexión personal y más, doloroso revolcón a la humanidad resumido en las olas del escrito “intermezzo”.

La segunda parte del año de presentación, experimentación e incursión consciente, de conocimiento de uno mismo, tras descubrir la herramienta de sistema de Diseño Humano resumida en un “mix” a dos escritos: “portar” y “experiencias que maduran”.

Por último, para acabar el año “de bromas plúmbeas” me deriva al significado de lo que hoy se celebra, en lo que me atañe y siento, o puede que veas tú. La acompaño de una música tan majestuosa como enérgica de Tsabropoulos. El León (otro rey) y el poeta, el versificador de letras. Que un título de un álbum, una música y un intérprete se conjuguen y apoyen un texto sigue siendo algo fascinante a lo que recurro una y otra vez para dar sentido a las palabras.

Amaneceremos hoy día 28 de lleno en este “iocus saturnal” o día de las bromas, siempre pesadas según  te lo tomes, que poco, aunque así nos las vendan, inocentes, paganas y ligeras. El autor hagiográfico escrituró que el tal Rey Herodes decidió sacrificar a todos los menores de dos años para zanjar el problema del nacimiento del niño no encontrado amenazante de su reino. Poca broma con esto.

Sea cierto o no, de la salvajada orden mitificada nos derivan a este terrenal día pagano donde los romanos introducían un haba en el pan, para que el que la encontrase se proclamase temporalmente rey por un día y se dedicase en su imposible reinado a mandar y gastar bromas, entre las chanzas de la plebe, a sus súbditos.

En este día, que también se celebra y venera a los locos, la libertad dionisiaca del espíritu libre nos expondremos como todos los años a una de las muchas especialidades del ser humano; engañar.

He sentido de siempre un rechazo a este día. Un incómodo observar sabiendo de antemano lo que de este juego se espera. Una pulsión advertida en mi interior hiere mi sensibilidad ante la dirección, decorado y actuaciones fingidas que logran confundir al inocente objetivo de las burlas. Nunca me ha gustado, ni poner, ni que se ponga a alguien en evidencia.

¿Me recordarán imposturas sentidas y vividas a mi alrededor?

Más por otro lado me reconozco que en la extravagancia libre de ataduras materiales o místicas accionando al margen de quien no respeta mi singularidad tan alejada de lo idóneo y habitual, que, en las brumas de lo indefinido, siento simpatía por el bufón, el loco bohemio, que entre la ironía y el sarcasmo te dice a la cara riéndose de los demás y de sí mismo lo estúpidos que somos.

Unos van por detrás, otros, por delante a la vista.

Porque de bromas no reveladas, así como de engaños ocultos que rompen el delgado hilo de la cohesión, donde fuésemos, quien sabe, blanco de dioses, o de reyes, súbditos genuflexos o sirvientes desamparados ante los que abusan en su poder, ante tanta desigualdad en nuestro limitado entendimiento advierto, que cómo decía, de bromas poco, que el juego está ya descubierto de antemano y ante tanto dolor y sufrimiento en el ser humano ya no hace maldita gracia que sintamos que, nunca mejor dicho, nos sigan exprimiendo.

Y, aun así, en nuestro inconsciente proceder marcado este día como el de los santos inocentes, nos reiremos por un instante de los demás, que no nosotros de nosotros mismos porque no sepamos.

Prefiero pensar y asumir que, en el espectáculo afuera advertido tan inconexo, y tan poco inocente, de homogenizaciones, intereses particulares, desigualdades obvias, falsas realidades, supervivencia egoísta, naturaleza y recursos desequilibrados, enfrentamientos continuos y posturas inamovibles, formo parte de un diseño, mi diseño, en un escenario de incredulidad generalizado. Mezcla felina de naturaleza poética que decide contar lo que ve y padece, a veces, casi siempre, pulsando estados emocionales donde las alegrías y las tristezas, la belleza y el horror, el amor y el desamor, se suceden, alternan y acompañan.

Y con ello, finalizo, porque me refiero a que en este día se celebra si te descuidas nuestra capacidad asombrosa de confundir, que no confundirnos, que la vida entendida como un juego precisa del arte de este, más no, que cómo moraleja te descubras y reconozcas en tu proceder que fuiste dios todopoderoso o rey sin ser dios, ni rey o bufón de ambos por un instante, o por mil instantes y aceptaste en este escenario proyectado en el que se desarrolla la vida, sin amaneramientos, asumiendo sus reglas, que en la nobleza inocente no haya ingenuidad, sólo a veces, bondad, entusiasmo, divinidad, ganas infinitas de jugar y liberar la fuerza vital de las endorfinas carentes de culpa de la bendita locura.


Álbum: You
Música: The lion and the poet
Artista: Vassilis Tsabropoulos

sábado, 19 de diciembre de 2020

hipótesis indemostrable

"La sabiduría última es como la inocencia primera..."
El Mensaje Reencontrado / versículo 25 / libro 11
 Louis Cattiaux


-∞ /yo soy/ ∞

…, 17, 52, 46, 10, / 25 /, 12, 6, 11, 22,… 

 

Decididamente si sólo encarnamos cuando estamos preparados sólo podemos concluir que es la conciencia la que decide experimentar algo ya previsto y decidido de antemano y experimentar en este plano.

Ante semejante y rotunda afirmación, aunque titubee, ahuyento mis sombras y me lanzo. Ya lo anticipe en saltos.

Yuxtapuesto el cristal de personalidad (aquel en el que creemos que somos lo que pensamos) con el cristal de diseño (cristal de herencia biogenética o inconsciente) a aproximadamente 88 grados o tres meses antes de nacer como postula el Diseño Humano, es la posibilidad de una conciencia auto-reflectante junto a nuestro cuerpo de vida la que viene a la vida a (se supone), en su proceso evolutivo, o de transformación, a aprehender de sí misma: Evolucionar para crecer.

El concepto que creemos saber del libre albedrío podría quedar en tela de juicio por motivo doble a la espera de entender su verdadero significado:

  1. Por no poder (o pueda que sí), escapar a nuestro destino, quien sabe si predicho en otro plano.
  2. Por no convencernos de la inutilidad de dar la autoridad a nuestra mente queriendo controlar todo desde esta y eludir nuestro verdadero destino, cuando lo que se te pide es sólo que disfrutes del viaje programado con antelación atendiendo a tu forma.

Si nuestra existencia fuese un fractal de reencarnaciones donde en base a experiencias llamémosle negativas o suspensas (a juicio de la parte que nos corresponde cómo expresión de la conciencia en su capacidad de evolucionar y aprender de la experiencia), se repitiese curso, sin duda, de la expresión de nuestro específico diseño hecha personalidad mirando hacia atrás, se podría dilucidar en el diseño de tu diseño, cada esos tres meses ad infinitum negativo, un mapa de evolución.

Todas las oportunidades que nos dimos y damos para ser y obviamos. O cómo partiendo de lo simple nos complejizamos en nuestro discurrir y aún no aceptemos si logramos aclararnos.

Pero podría darse el caso también de una rencarnación meritoria escalando posiciones para ¿escapar? de la rueda indiferenciada de ese samsâra/nirvana de la tradición budista y alcanzar la liberación (moksha particular) cumplido el ciclo circular de reencarnaciones permitido, una vez pasado (me atrevo a decir) por todas las cruces de encarnación.

O bien asumir en esa interrogación, que nunca escaparemos del mándala y nos tocará vivir todas las experiencias contenidas según giran las agujas del reloj y pasemos amnésicamente de casilla en casilla para volver a girar, y girar, y girar,... 

Me recuerdo el significado que la palabra evolutio nos deja:acción o efecto de dar vueltas hacia afuera”. Bien es cierto que es una mera hipótesis aventurada en mi incansable comprensión o no, por demostrar estos misterios. Las tasas de latencia venideras quien sabe si procesarán en milisegundos cantidades de datos a favor de esta  tesis.

Recientemente dije en Trilly que me lío (y nunca mejor dicho) a golpe de machete por la espesura plutoniana de mi selva inexplorada abriendo rutas a la búsqueda del dorado y que, no nos engañemos, no puedo huir de mi condición manifestadora y callar mí disfrute. Que, en mi inocencia, desde la añorada sencillez del niño, el retorno al edén con el conocimiento del bien y del mal aprendido sea algo a adquirir de tantas caídas, o ruedas recorridas, sucesivas a conquistar. 

Mi presente, Sol de personalidad en la puerta 25, es la puerta del espíritu del Ser. La puerta de la inocencia, expresión irrefutable universal cósmica orientada, lo consiga o no, al amor universal.

Nisargadatta dijo que el individuo encarnado (yo soy) representa lo total y la totalidad eres tú. Sobra decir, independiente de la puerta de personalidad que portes.

“…en mi mundo hay comunidad, comprensión, amor, calidad real; el individuo es lo total, y la totalidad es el individuo. Todos son uno y el Uno es todos”.

Podríamos seguir especulando en esta hipótesis indemostrable, por concluir, que somos un fractal de otro fractal evolutivo como si de una imagen caleidoscópica se tratase. De cuartos en cuartos marcando las puertas con impecable exactitud, de idéntica significación en el discurrir de la conciencia en el tiempo.

Una yuxtaposición de diseño con una personalidad, esta última, que se transforma al morir en diseño, con identidad en sus puertas y sólo ligerísimas variaciones, para en la siguiente reencarnación yuxtaponerse de nuevo con otro fractal de personalidad, así ad infinitum.

Persiguiendo el elixir de la vida, actuando sobre las fuerzas opuestas del Yin y del Yang para fijar en su discurrir la luz y acercarnos a la sabiduría última que es efectivamente, como afirma Louix Cattiaux, la inocencia primera.


stille grender
Inkarnasjon II - solo piano
Tord Gustavsen

jueves, 10 de diciembre de 2020

Él

Vulnerable, por poder ser herido, dañado, golpeado, ofendido, batido, (o será abatido).

Vulnerable, por no tener tantas válvulas de seguridad permanentes a la presión de otros, sabedor que su mente guarda en su abismo los arcanos de la vida y la consciencia que dosificada escapa con cuentagotas, que exudando lágrimas, movilizan y dan  respuestas que sorprenden a las preguntas de otros.

Vulnerable, por otras presiones, las personales, de perfección, de propósitos, de trascendencia, de acabar lo que no le agrada antes de tiempo, por sentir falsamente, que no es importante, o es menos importante, o no existe, ni es, por desestresar lo exultante desde las batidas del placer que le tranquilizan tan sólo un instante.

Vulnerable, tan inerme por querer convencer, seducir, al mundo de su seguridad, cuando en su inseguridad, la pineal de sus balas de fogueo, activada, se convierte por momentos en melatoninas inalcanzables, fuerza y seguridad, juego, de lo que está vedado conocer.

Vulnerable, desequilibrado, por aguantar en resiliencia sus miedos, por justificar su proceder, por dar explicaciones no comprendidas, o por no darlas, por aferrarse a lo políticamente correcto, la de los demás que no es, porque no saben ni por asomo que siente, que no tan bueno es para él.

Vulnerable, por querer demostrar su valía, una valía intrínseca interior de lo sensible, de la belleza, de lo delicado, pétalos frágiles de la rosa que se deshacen arrancados en manos de los torpes que perdieron el olfato de lo sublime a su vista.

Vulnerable, por no saber decir basta, por tomar la última copa de siempre al límite de la alegría, de los que controlan silenciosos en la madrugada, falazmente en la esquina de las barras del bar, la debilidad de su proceder.

Vulnerable, por salir del anonimato, el enigma dónde era y se expresa él y al cobijo de las miradas de otros, mostrarse tan sólo como es, y sentir en su impresionabilidad, más silencios, más distancias, aún más incomprensión y la misma vulnerabilidad de siempre.

Inconquistable, consistente, guerrero, enérgico, ―sí, enérgico puro―, por confrontar a sus sistemas, órganos y capacidades, heridas, la verdad de su vivir, las cuerdas que vibran de emoción en su garganta, escritas, sinceras, que no suplican a voces, que no buscan, pero que desafiantes desnudan todas sus inseguridades y equivocaciones y se deshacen en amores inalcanzables; por él, por todos, por todo y por El Todo. 

Vulnerable, sí, pero por encima de todo consciente y humano. 

Él.


Michiel Borstlap
The Power of Music Plays Silence and Shadow Whitin