Portar
una definición energética como algo invariable, fijo, (en el sentido que no se
mueve porque está ahí) por continua y constante, la transitoriedad, (lo que si se mueve) es en
apariencia una paradoja, una contrariedad. Pero esta peculiaridad privativa y
propia en lo individual en una persona es posible.
Yo
lo porto.
Se
puede portar algo invariable y a la vez transitorio y no saberlo. Se puede
portar y sin saberlo, haberlo intuido y dicho durante años. Y se puede portar y
una vez sabido, corroborarlo, manifestarlo e informar.
En
el primer caso por no saberlo puede producir sufrimiento, falso sufrimiento
guardado en la autocomplacencia que lame heridas propias, demasiadas veces en
la ignorancia produciendo desequilibrios.
En
el segundo caso por intuido de producir consuelo cuando sacrificas ese
sufrimiento y aceptas que nada es permanente y compartes, cuando eres capaz en
el tiempo y de forma constante de contar de forma sincera, los mil caminos de
En
el tercer caso cuando corroboras lo portado por conocer tu diseño (cuando lo sabes con certeza) que la vida te
enseña que las experiencias transitorias van y vienen y aun emocionales, ponen
a prueba e inician, inclusive todo lo que se acepta por prudente, y confrontan a tantos modelos limitados de lo que entendemos por racional y generas por ello
un conocimiento propio, timbre o sello que
trasciende los envites y sufrimientos y produces tu propia paz.
Y
la paz tiene que ver con equilibrios.
Todo
cuerpo posee un punto de aplicación de la resultante de todas las fuerzas
gravitatorias parciales. Se llama Centro de Gravedad. Si la vida la percibes
emocionalmente y aprendes a no caerte o a levantarte y
redirigirte, cuando ocurre, conocerlo es fundamental pues determina cómo siendo
consciente de ese centro permaneces equilibrado.
Nada
existe más transitorio que el influjo de la Luna.
“Crear la Luna en uno mismo” entendiendo que la luna con sus atributos, en su
recorrido, equilibra la vida orgánica (mareas, agricultura, fecundidad, crecimiento, etc.)
precisa como dice Ouspensky de crear un centro permanente de gravedad que
precisamente prescinda, por formado, de esa Luna, de su creación, y nos permita trabajar y
volvernos uno sólo unificando nuestros "yoes". La imaginación, las emociones negativas y la obstinación,
afirma, se nos presentan batallando a diario alejándonos del compromiso
auténtico en nuestro trabajo con el Ser.
Lo
que yo entiendo que porto es una corriente fija y segura, singular en mi caso por
única, que te recuerda la variabilidad y los cambios que lo cíclico en tan sólo
un período de veintiocho días lunar nos influye y en su transitoriedad, al vaivén
de las olas emocionales por las que transitamos, me recuerda que:
Esa Luna portada en mi es el reflejo solar que ilumina su centro de gravedad “G” .
Un centro de gravedad “G” que existe en todos nosotros y que se llama amor. Y
que nos provee del equilibrio necesario, específicamente en mi caso aun
indefinido, de un elevado sentido del amor, que cohesiona lo cósmico, lo transpersonal e individual, anhelo por entenderlo así, que según Lynda Bunnell,
en su explicación de la "cruz de ángulo derecho del receptáculo del amor", es vía de
supervivencia del ser humano y que indudablemente necesitamos en nuestra
evolución y que nos permite, ha permitido y permitirá la reproducción y
continuidad de nuestra especie.
Y
portar algo así y ser consciente de ello dentro de la homogenización que la
vida pretende, es una inmensa fortuna a compartir donde al aceptar la
transitoriedad de lo que acontece a diario y atender a ese enorme desafío
presente, se da sentido coherente a la experiencia de lo que es sentirse vivo, vivir
y amar.
Hablar de lo portado, conocimiento de uno mismo, en los tiempos actuales precisa de extrapolar una certeza propia para reconducir sin ser pretencioso o sobrepasar mi función engranada a un todo superior, aportando algo de mi particular experiencia.
Todos portamos en nuestra individualidad una increíble y única especificidad. Y conocer que portas y tratar desde una acción volitiva donde poner foco, en que cambiar, para actuar correctamente, una deseable obligación.
Ser consciente de la transitoriedad de lo que nos acontece (pongo el ejemplo tan vírico de esta segunda ola tras el intermezzo de la primera, como vírica es nuestra imaginación, emociones negativas y obstinación) desnuda tanta soberbia e ineptitud camuflada en egos que ignoran a tu ser, yerran, se equivocan y no lo reconocen. Disfunción de lo que creemos cierto por uniforme. Aceptar la heurística cómo método de conocimiento conlleva la veracidad de lo probado desde la humildad.
Recordar la formación global de un centro G cohesionado en cada uno de nosotros, que por portado, es la vía de supervivencia del ser humano y necesitamos en nuestra evolución y permite la reproducción y continuidad de nuestra especie, redunda en definitiva el que sepamos, simbólicamente, descubrir nuestros propios "Centros de Gravedad" creando “la Luna en nosotros mismos” a través del sentido del amor en su máxima expresión.
Por ahí aseguro que iremos bien, porque las olas emocionales que nos zarandean van y vienen e incluso hay muchos días tranquilos donde la mar permanece en calma y todo, bien reflexionado, se ve diferente y ya nadie ni nada nos puede retener para saber cómo vivir, que es amar.
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