martes, 29 de noviembre de 2016

ingenium

Había un diálogo latente, incipiente, casi kantiano entre sus obras y los demás. No es que sus obras hablasen, es que, como manifestación suya, se expresaban cuando eran contempladas a la espera de contestaciones imposibles que descubriesen su presencia. 

Esa belleza en lo conceptual (lo concebido, lo contenido), capaz de conmover por lo sublime.

No me mires si en mí buscas delicadezas renacentistas. No me deprecies, por querer buscar naturalezas, cánones y proporciones regladas donde no los hay. No me ignores si al verme no encuentras el retrato exacto de una realidad reconocida e imitada. 

Piensa si además de cubrir tus espaldas, aprecias en mí, sin mayor interés, la capacidad de transmitir.

Los hubo, los más, que pasaron delante y no se detuvieron, otros miraban sin saber que veían, y unos pocos se dieron cuenta, y en su presencia, y en presencia, iniciaron conversaciones silenciosas, turbados, porque reconocieron en su “ingenium” al genio, donde la naturaleza, de otra manera, reglaba su arte.



jueves, 17 de noviembre de 2016

maniquíes

A Castañeda no le gustaba que le grabasen ni que lo fotografiasen. Decía que estos actos frenaban, congelaban más concretamente su evolución interior. Era antropólogo y su largo aprendizaje en años le llevo a lo interno, a incorporar una actitud y una visión del mundo totalmente diferente a lo habitual. Quizás, (me refiero a su búsqueda interna) fuese su forma de buscar la felicidad, su desafío personal inalcanzable.
Así arranca un escrito de hace unos años que rescato de mi memoria personal.
El 'mannequin challenge' es la nueva moda que arrasa en Internet y supongo vendrá por si nos hace por unos instantes, más felices. Se trata de permanecer inmóvil y grabarlo en vídeo. Los segundos pasan en un tiempo limitado donde hay que permanecer estático, quedarte quieto, bien quietecito.
Ahora, con nuestras memorias llenas de imágenes en nuestros “smartphones” añadiremos la felicidad que nos reporta el desafío del maniquí. Toda una estulticia de estas modas en la que seguramente no acertemos a comprender, ni qué mecanismos nos impulsan a hacer algo tan absurdo, ni qué objetivo, si lo hay, se persigue con ello.
Eso sí, las imágenes quedarán congeladas y aunque el tiempo transcurra delante nuestro, seguiremos estando, nunca mejor dicho, inertes, faltos de vida. Pero felices muy felices, aunque sólo sea por esos pequeños instantes frenados por la emoción que nos produce creer haber alcanzado una meta deseada. Un desafío absurdo, tan absurdo como el del pasado verano con los pokemon.