Había un diálogo latente, incipiente, casi kantiano entre sus obras y los demás. No es que sus obras hablasen, es que, como manifestación suya, se expresaban cuando eran contempladas a la espera de contestaciones imposibles que descubriesen su presencia.
Esa belleza en lo conceptual (lo concebido, lo contenido), capaz de conmover por lo sublime.
No me mires si en mí buscas delicadezas renacentistas. No me deprecies, por querer buscar naturalezas, cánones y proporciones regladas donde no los hay. No me ignores si al verme no encuentras el retrato exacto de una realidad reconocida e imitada.
Piensa si además de cubrir tus espaldas, aprecias en mí, sin mayor interés, la capacidad de transmitir.
Los hubo, los más, que pasaron delante y no se detuvieron, otros miraban sin saber que veían, y unos pocos se dieron cuenta, y en su presencia, y en presencia, iniciaron conversaciones silenciosas, turbados, porque reconocieron en su “ingenium” al genio, donde la naturaleza, de otra manera, reglaba su arte.
Hace muchos años se hizo en una galería del Raval de Barcelona una
ResponderEliminarexposición de pintura de noveles.Entré por curiosidad y comencé a dar
un vistazo distraído a los cuadros expuestos. De repente uno de ellos
me frenó en seco. Desparramado en grumos sobre el lienzo se extendía una
masa telúrica de otros mundos donde pululaban formas extrañas, en
un aviso claro de que fuera "había" algo.Me fijé en la firma:Barceló.
Pregunté su precio pero el responsable de la galeria me dijo que no
se vendían, que era un concurso subvencionado por no se que o quien.
Mucho mas tarde, concidí con el pintor ya famoso en Mali y le hablé
de ese cuadro. Lo vendí en New York, me contó. Pero en esa época lo
hubiese dado por casi nada,
Ese es el ingenio del que hablas. La pintura que te detiene
como si algo impidiera tu paso. Muy pocos artistas lo consiguen.