sábado, 2 de junio de 2012

revoluciones


¿Queremos hablar de revoluciones? 

Identifiquemos al enemigo, canalicemos nuestros deseos, liberémonos de la esclavitud, utilicemos inteligentemente internet como medio de comunicación, entendamos el verdadero significado de la palabra libertad.

El filósofo Félix de Azúa, en una entrevista, se le pregunta por cuales son para él, en nuestros días las plagas actuales del antiguo Egipto. Contesta con rotundidad: "-la publicidad- La publicidad como la madre de todas ellas. Los partidos burocráticos, la tele, el fútbol engendrador de odio, las playas para hormigas, la Iglesia codiciosa, el amor a la patria, todo lo que es masificado y gregario, todo lo que exige sumisión", dice, es hijo de la publicidad.

Spinoza (bendito y lúcido) Calificaba al deseo, y no se refería al que todos imaginamos, como la esencia del hombre. El apetito, el impulso o fuerza vital que se ha vuelto consciente. Lo que determina la libertad del hombre no es la voluntad ni el libre albedrío sino la necesidad de su naturaleza, de modo que lo que le hace libre es actuar por sí mismo en vez de por cualquier causa externa.

«Lo que el oído desea oír es música, y la prohibición de oír música se llama obstrucción al oído. Lo que el ojo desea es ver belleza, y la prohibición de ver belleza es llamada obstrucción a la vista. Lo que la nariz desea es oler perfume, y la prohibición de oler perfume es llamada obstrucción al olfato. De lo que la boca quiere hablar es de lo justo e injusto, y la prohibición de hablar de lo justo e injusto es llamada obstrucción al  entendimiento. Lo que el cuerpo desea disfrutar son ricos alimentos y bellas ropas, y la prohibición de gozar de éstos se llama obstrucción a las sensaciones del cuerpo. Lo que la mente quiere es ser libre, y la prohibición a esta libertad se llama obstrucción a la  naturaleza» 
(Yang Chu, siglo uno d.C.).

John Stuar Mil (Sobre la libertad):
«La única libertad que merece ese nombre es la de buscar nuestro propio bien, por nuestro  camino propio, en tanto no privemos a los demás del suyo o les impidamos esforzarse por conseguirlo. Cada uno es el guardián natural de su propia salud, sea física, mental o espiritual. La humanidad sale más gananciosa consintiendo a cada cual vivir a su manera que obligándole a vivir a la manera de los demás»

No queremos ser gregarios. No queremos obstrucciones al oído, a la vista, al olfato, al entendimiento, a las sensaciones del cuerpo, a la naturaleza. No queremos prohibiciones. Queremos ser esos isotopos para cual fisión nuclear, ser masa crítica. Queremos dejar de ser gregarios, de seguir ciegamente las ideas o iniciativas ajenas. Queremos ser almas despiertas y producir una reacción en cadena que libere a la humanidad de su ignorante esclavitud.

Son deseos no cabe duda, pero querer es poder. Utiliza el poder de tus palabras que serás escuchado. Esta es la revolución. No hay otra. Y sobre todo:

¡Actúa por ti mismo!