¿Queremos
hablar de revoluciones?
Identifiquemos al enemigo, canalicemos nuestros deseos,
liberémonos de la esclavitud, utilicemos inteligentemente internet como medio
de comunicación, entendamos el verdadero significado de la palabra libertad.
El
filósofo Félix de Azúa, en una entrevista, se le pregunta por cuales son para
él, en nuestros días las plagas actuales del antiguo Egipto. Contesta con
rotundidad: "-la publicidad- La publicidad como la madre de todas ellas. Los
partidos burocráticos, la tele, el fútbol engendrador de odio, las playas para
hormigas, la Iglesia codiciosa, el amor a la patria, todo lo que es masificado
y gregario, todo lo que exige sumisión", dice, es hijo de la publicidad.
Spinoza
(bendito y lúcido) Calificaba al deseo, y no se refería al que todos
imaginamos, como la esencia del hombre. El apetito, el impulso o fuerza vital
que se ha vuelto consciente. Lo que determina la libertad del hombre no es la
voluntad ni el libre albedrío sino la necesidad de su naturaleza, de modo que lo
que le hace libre es actuar por sí mismo en vez de por cualquier causa externa.
«Lo
que el oído desea oír es música, y la prohibición de oír música se llama
obstrucción al oído. Lo que el ojo desea es ver belleza, y la prohibición de
ver belleza es llamada obstrucción a la vista. Lo que la nariz desea es oler
perfume, y la prohibición de oler perfume es llamada obstrucción al olfato. De
lo que la boca quiere hablar es de lo justo e injusto, y la prohibición de
hablar de lo justo e injusto es llamada obstrucción al entendimiento. Lo que el cuerpo desea
disfrutar son ricos alimentos y bellas ropas, y la prohibición de gozar de
éstos se llama obstrucción a las sensaciones del cuerpo. Lo que la mente quiere
es ser libre, y la prohibición a esta libertad se llama obstrucción a la naturaleza»
(Yang Chu, siglo uno d.C.).
John
Stuar Mil (Sobre la libertad):
«La
única libertad que merece ese nombre es la de buscar nuestro propio bien, por
nuestro camino propio, en tanto no privemos
a los demás del suyo o les impidamos esforzarse por conseguirlo. Cada uno es el
guardián natural de su propia salud, sea física, mental o espiritual. La
humanidad sale más gananciosa consintiendo a cada cual vivir a su manera que
obligándole a vivir a la manera de los demás»
No
queremos ser gregarios. No queremos obstrucciones al oído, a la vista, al
olfato, al entendimiento, a las sensaciones del cuerpo, a la naturaleza. No
queremos prohibiciones. Queremos ser esos isotopos para cual fisión nuclear, ser
masa crítica. Queremos dejar de ser gregarios, de seguir ciegamente las ideas o
iniciativas ajenas. Queremos ser almas despiertas y producir
una reacción en cadena que libere a la humanidad de su ignorante esclavitud.
Son
deseos no cabe duda, pero querer es poder. Utiliza el poder de tus palabras que
serás escuchado. Esta es la revolución. No hay otra. Y sobre todo:
¡Actúa
por ti mismo!
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