sábado, 20 de octubre de 2012

tolerancia y soberbia

"Si tu intención es describir la verdad, hazlo con sencillez y la elegancia déjasela al sastre"
Albert Einstein


Si hoy alguien pusiese en duda tu tolerancia hacia los demás se te podría tachar de muchas cosas y no precisamente buenas, pero no imaginarías que se te acusase de orgulloso: ¡Yo!, exclamarías. ¡Orgulloso!, dirías extrañado. ¡Pero si soy tolerante!, afirmarías convencido.

Pero ese yo te desnuda y describe.

Hace tiempo leí un escrito donde un autor afirmaba esto; algo así como que la tolerancia implicaba soberbia. Venía a decir que entendía que, aunque aparentemente desde la tolerancia mostrases respeto hacia las ideas de otros, en el fondo y calladamente rumiabas tu desacuerdo con ellas y esto se acerca más de lo que creemos a la soberbia, esa altanera que mira por encima casi siempre de forma despectiva. A continuación, exponía lo que a su juicio implicaba el respeto, desde el convencimiento de que este entiende algo tan simple y profundo como que todos somos iguales y por tanto nadie es superior a nadie. En estos últimos años pocos escritos me han calado tan hondo como el que os pongo al final “entrecomillado” tras este diserto. 

Nuestra capacidad y desarrollo son las que nos permiten percibir la existencia de una determinada manera y la comprensión de como la percibimos unido a la empatía, la que nos permite evitar los conflictos. Me pregunto si algo tan sencillo de entender sería capaz de frenar los egos, las ansias de poder, los enfrentamientos, el fanatismo que defiende religiones, la altanera soberbia del que mira por encima de forma despectiva incapaz de comprender al otro. Qué más da si se trata de un dios tolerante inalcanzable o de dioses de silicio jugando con su creación, si es que esta fuésemos nosotros, que más da, si es entre nosotros, qué más da… si comprendiésemos, humildemente, que no sabemos nada acerca de quién tiene la verdad, mucho menos que es la Verdad, como no sea que esté dentro de ti.

Todo es lento y doloroso como en los Gimnopédies de Satie. Nos cuesta comprender cuando sólo hay que percibir y dejarse sentir por la serena belleza que vibra en cada ser y así disolver nuestro enojo, dejar de enjuiciar. 

Ya ves no pienso como tú…

Y se lo dijo con respeto y luego se fue a dormir porque estaba muy cansado, se había hecho tarde y tenía sueño…


Gimnopédies nº 1
Erick Satie
piano: Khatia Buniatishvili




«No pienso como tú, pero como humildemente no se quien tiene la verdad, respeto tu percepción, pues es tan válida como la mía, comprendo que cada quien percibe la existencia según su capacidad y su desarrollo, así que como no soy ni inferior ni superior a ti, ni tu percepción, ni la mía pueden estar en conflicto, pues son parte de la infinitud de vibraciones del ser»