Si hoy alguien pusiese en duda tu
tolerancia hacia los demás se te podría tachar de muchas cosas y no
precisamente buenas, pero no imaginarías que se te acusase de orgulloso: ¡Yo!, exclamarías. ¡Orgulloso!, dirías extrañado. ¡Pero si soy tolerante!, afirmarías
convencido.
Pero ese yo te desnuda y describe.
Hace tiempo leí un escrito donde un autor
afirmaba esto; algo así como que la tolerancia implicaba soberbia. Venía a
decir que entendía que, aunque aparentemente desde la tolerancia mostrases
respeto hacia las ideas de otros, en el fondo y calladamente rumiabas tu
desacuerdo con ellas y esto se acerca más de lo que creemos a la
soberbia, esa altanera que mira por encima casi siempre de forma despectiva. A continuación,
exponía lo que a su juicio implicaba el respeto, desde el convencimiento
de que este entiende algo tan simple y profundo como que todos somos iguales y
por tanto nadie es superior a nadie. En estos últimos años pocos escritos
me han calado tan hondo como el que os pongo al final “entrecomillado” tras
este diserto.
Nuestra capacidad y desarrollo son las que
nos permiten percibir la existencia de una determinada manera y la comprensión
de como la percibimos unido a la empatía, la que nos permite evitar los
conflictos. Me pregunto si algo tan sencillo de entender sería capaz de frenar
los egos, las ansias de poder, los enfrentamientos, el fanatismo que defiende
religiones, la altanera soberbia del que mira por encima de forma despectiva
incapaz de comprender al otro. Qué más da si se trata de un dios tolerante
inalcanzable o de dioses de silicio jugando con su creación, si es que esta
fuésemos nosotros, que más da, si es entre nosotros, qué más da… si
comprendiésemos, humildemente, que no sabemos nada acerca de quién tiene la
verdad, mucho menos que es la Verdad, como no sea que esté dentro de ti.
Todo es lento y doloroso como en los Gimnopédies de Satie. Nos cuesta comprender cuando sólo hay que percibir y dejarse sentir por la serena belleza que vibra en cada ser y así disolver nuestro enojo, dejar de enjuiciar.
Ya ves no pienso como tú…
Y se lo dijo con respeto y luego se fue a dormir porque estaba muy cansado, se había hecho tarde y tenía sueño…
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