Campos amarillos trigales dorados al atardecer, encinas y
olivares retorcidos, contorneados por el tiempo, olor a estiércol en campos
preparados y en pequeñas explotaciones ganaderas por carreteras estrechas. Huertas
de tomates, pimientos, pepinos, berenjenas y árboles frutales; perales, vides,
membrillos e higueras rebosantes de frutos. Buganvillas y eucaliptos, de estos pocos, a las entradas de solitarios y pequeños
pueblos al atardecer, con ancianos en las puertas de sus casas enjalbegadas con
patios adornados de macetas de helechos, jazmines, rosales y geranios. Gallos y
perros ladrando al atardecer, niños en bicis...
Y calor... mucho calor al atardecer...Y después,... noches... noches calurosas azabaches estrelladas y limpias.
Y calor... mucho calor al atardecer...Y después,... noches... noches calurosas azabaches estrelladas y limpias.
Así han sido estas vacaciones del dos mil doce. Lejos de la ciudad,
de su artificio, lejos de las noticias, lejos de las manipulaciones mediáticas,
lejos de los e-mails, lejos del trabajo, lejos de los ruidos, o de otros ruidos,
lejos muy lejos. Y cerca, muy cerca, cerca de la naturaleza, de la sencillez,
de la serenidad, de una tranquilidad que se absorbía por los poros a través de
los sentidos. Cerca de lo esencial, cerca de la felicidad, al menos por unos
días, y también cerca de gentes deprimidas en pueblos también en crisis y
deprimidos, pero con otra dignidad. El paso del tiempo no les hace mella aunque
cada vez queden menos y emigren a las ciudades, y nosotros volvamos, aunque sólo
sean por unos días a las casas de nuestros familiares y lo sintamos todo de
otra manera.
De vuelta en la ciudad me pregunto por este enloquecido
mundo, en el que muchos atisban que algo
se acaba y será en este año y la verdad, no acierto a saber que es. ¿Serán singularidades gravitacionales, incendios provocados,
huracanes o terremotos devastadores, poderes ocultos, acechantes agujeros negros?, o tal vez
¿pobreza y desespero por falta de trabajo?.
Me temo que para algunos
así sea.
Entiendo que aún nos falta mucho por aprender a cómo vivir,
a como aprender de la naturaleza, de los serenos atardeceres calurosos de un
mes de agosto cualquiera, durante todos
y cada uno de los días de cada año, estés donde estés.
Quizás siempre
estuvimos en crisis, pero no por lo económico o lo material, sino por no saber encontrar
nuestra verdadera esencia. Se encuentre esta, también, donde esta esté.
No hay comentarios:
Publicar un comentario