miércoles, 30 de agosto de 2017

de rutinas y derrotas

Queda poco para despedir agosto, para volver a la rutina, a lo sabido y trillado, a los caminos de siempre, el repetido año tras año. Este agosto donde se rompieron otras rutinas, se entrevieron derrotas, se asomó el fanatismo terrorista por las ramblas y se trataron de romper convivencias en Barcelona.

En lo personal si julio fue rutinario por tierras murcianas, parte de agosto, por tierras roteñas, anagramas y aliteraciones, como novedad, constataron mundos felices, derrotas aisladas, aislamientos por urbanizaciones ajenas a la realidad entre lagos artificiales, praderas inmensas, edificaciones al alcance de pocos, playas enormes y aves migratorias descansando. Todo un mundo ajeno.

La otra mitad de agosto, extraña, condicionada por la enfermedad de una persona querida, ha transcurrido entre mañanas de mates y física, pura racionalidad científica a enseñar de dos asignaturas descolgadas en junio. Poco espacio para apartarme e indagar por terrenos desconocidos.

Un mosquitero musical, un pajarillo menudo de tan sólo nueve gramos de peso, anillado por unos naturalistas, recorrió casi 2.400 km desde la isla Grosa en la Manga del Mar Menor hasta Nidingen en Suecia en tan sólo diez días. Toda una rutina estival aprovechando corrientes para llegar a su destino migratorio, marcada sin duda, por su extraordinario sentido de la orientación y sus genes heredados, no dudando que rutas tomar.

La naturaleza una vez más sorprende, el “Phylloscopus trochiles” exhibe sus canticos victoriosos anunciando su proeza, mientras el ser humano, una vez más, defrauda. No por su humanidad reactiva, solidaria ante el dolor en una semana que fue trágica en emociones de las que no nos hemos recuperado, sino por exhibir su derrota, marcada por su inconsciencia, señalando culpables, cruzando acusaciones, eludiendo responsabilidades, desde los medios, las instituciones, los políticos, los tertulianos, los blogs, las personas y algún que otro religioso, donde se evidenciaron absurdas creencias, lavado de mentes, e incomprensión por analizar de donde provienen estos lodos.

Poca reflexión, mucha opinión, mucho creo que…, pocas certezas, poco amor. Volveremos a los hábitos programados occidentales de trabajo, televisión, fútbol, ocio y consumo, a nuestro ejemplar sistema con videos “despacitos”, algunos con más de diecinueve millones de visualizaciones. Más adelante el verano dará paso al otoño y otras rutinas impuestas se verán salpicadas de inevitables tragedias. Será (cuesta trabajo creerlo), efectivamente, que no tenemos remedio.

La vuelta del mosquitero no será fácil, de momento no ha sido derrotado y sus posibilidades de supervivencia siguen intactas. El año que viene, si sobrevive, volverá a su rutina, pero a diferencia de nosotros, inconscientes pensantes —por definirnos de algún modo— sus enemigos los que tratan de derrotarle no serán ellos mismos, los de su propia especie.

No podemos decir nosotros lo mismo, tan faltos de humildad, tan arrogantes, tan imperfectos, tan soberbios, tan manipulables, tan programados, tan egoístas en nuestra subjetiva verdad.

Vivimos entre rutinas y derrotas anunciadas, entre asignaturas mal aprendidas y fracasos en convivencia, encorsetados por fronteras, faltos de mentalidad abierta que explore nuevos caminos menos trillados y se anuncien victorias conscientes, donde el amor (esperemos alguna vez lo consiga) derrote la inconsciencia del hombre.