miércoles, 21 de mayo de 2014

sobre espejos, sombras, personas, relaciones y comportamientos

 «El individuo ha luchado siempre para no ser absorbido por la tribu. Si lo intentas, a menudo estarás solo, y a veces asustado. Pero ningún precio es demasiado alto por el privilegio de ser uno mismo»
Nietzsche.


Trabajó durante más de una década en una empresa. Vio las sombras muy de cerca. Los espejos donde reflejarse se llenaban de ellas cada vez que se miraba. Seguramente se preguntaban que hacía el allí. Aprender lo que se dice aprender aprendió poco, pero mucho, sobre todo del comportamiento humano. 

Si esa fue la lección que le enviaron se consiguió el propósito.

Practicaba un sano escepticismo. Lejos de querer imponer su verdad por cada paso que se daba sea cual fuese entendía que era necesario cuestionarse y cuestionarlo, sino todo, lo que va bien no hay que cambiarlo, si parte. Las sombras ni le entendían ni lo entendían. Algunas de las tareas que le asignaban, argumentaba, razonaba y lo más objetivamente, hacía comprender respetuosamente a sus superiores lo absurdo e inútiles que resultaban. Las hacía, pero ni solucionaban, ni se lograba avanzar en los objetivos que se tenían marcados. La sensación de perder el tiempo se fue agigantando. 

Vio sus sombras cada día más cerca, es lo que tiene acercarse tanto a un espejo, incluso llegó a identificarse con la suya, una que le acechaba y susurraba a diario con cuernos y tridente, para reprochar su conducta; Se cómo ellos, no cuestiones, se sumiso, se obediente, no merece la pena cambiarles, llevan la razón, se uno más, lo importante son los tuyos, no vas a conseguir nada, te la estás jugando, eres un insensato, de que vas. Pero a esta voz no la hacía caso, seguía luchando día a día por mejorar, sino ¿que, sentido tenía ir a trabajar?

No era mando y cuestionar metodologías para objetivos absurdos incomodaba a sus superiores. Le respondían, que como se le ocurriría a él hacer las cosas. Caso omiso, daba igual lo que dijese ya que por lo general su aguda percepción de la realidad, sin ambages y sus propuestas de solución de los problemas, laterales a la rigidez de los postulados oficiales les enervaba porqué cuestionaba de nuevo sus políticas, les ponía en evidencia, a parte que saliéndose del camino marcado no sabían realizarlas y eso no gustaba. 

Las sombras se hicieron cada vez más grandes, cubrían todo el espejo. Luchó contra sombras muy reales. Las sentía de cerca y se sentenció a sí mismo y su lucha fue consciente, pero no iba a cambiar y lo que no estaba dispuesto era a convertirse en una de ellas. 

Un día le invitaron a irse y aceptó. 

Lo supo por terceros, unos pocos que le apreciaban, que le tenían miedo y no sabían cómo deshacerse de él. A saber, cuántas vergüenzas tenían que ocultar. Era como la voz de sus conciencias. Incluso pensaron que les iba a denunciar y presentar batalla porque razones objetivas para echarle, lo que se dice razones, nunca las hubo. Pero habían utilizado artimañas y argucias durante largo tiempo para confundirlo. Nada nuevo, todos sabemos cómo se llama a eso. Eran estúpidos incapaces de entender a un alma noble.
 
Cuando recogió sus cosas se despidió uno a uno de todos y cerró silenciosamente la puerta del hogar que durante tanto tiempo le acogió. Había dolor, pero no rencor. Hasta en eso se quedaron desconcertados.

Cuando se mira en el espejo de los demás, aunque reconozca en ellos sus carencias, procura que su mirada siga siendo su reflejo. Al fin y al cabo los espejos, pensaba, si sólo se utilizan para contemplar el ego, acrecentarán las sombras y de lo que se trata, siempre desde la humildad, es de lograr un entendimiento, desde el diálogo, la comprensión y el respeto entre nuestros semejantes aunque las posturas y los roles que se asuman y se desempeñen en esta vida sean diferentes. 

Ahora busca otras puertas donde le acojan, porque él seguirá siendo siempre él mismo.

Corolario: 

«El comportamiento humano es el conjunto de actos exhibidos por el ser humano y determinados por la cultura, las actitudes, las emociones, los valores de la persona, los valores culturales, la ética, el ejercicio de la autoridad, la relación, la hipnosis, la persuasión, la coerción y/o la genética".
Definición del comportamiento humano. Fuente Wikipedia.

lunes, 19 de mayo de 2014

masa crítica

Mayo de festejos de "uefas" y ligas, próximos de "champions", alegrías y dolor para las muchedumbres de ciudades que ven ganar o perder a sus equipos. 

Yo también me incluyo, aunque me reconozco con la edad más distante y más crítico. En mi juventud jugaba por el placer de jugar. Nunca me gustó la competición. Ahora con el tiempo sé por qué. Puede parecer exagerado pero el fútbol, y el deporte de competición en general, aparte de ser juegos, no dejan de ser acontecimientos agresivos. Es lo que tiene en si la misma competición y/o el posicionamiento que tengas a favor o en contra, tanto lo practiques como lo observes apasionadamente siguiendo a tus colores, desatándose encontradas y no pocas absurdas emociones. La derrota se vive de forma ridícula, sólo es un juego, en solitario y la victoria igual de ridícula, la observo a través de la pantalla en ciudades donde se festeja en muchedumbre. Respecto a esto:

«El individuo en muchedumbre adquiere, por el solo hecho del número, un sentimiento de poder invencible que le permite ceder a instintos que, solo, hubiera seguramente refrenado. Esta falta de freno se dará tanto más cuanto el anónimo de la muchedumbre sea mayor, porque como el anónimo implica la irresponsabilidad, el temor, el sentimiento de la responsabilidad que siempre retiene al hombre, desaparece enteramente». Gustave Le Bon

Que este mundo es feroz y competitivo lo sabemos todos. Desde pequeño se te prepara para que aceptes que la vida se te va a presentar en toda su crudeza con las mismas premisas de cualquier deporte competitivo, por eso aunque he oído discursos recalcando los valores del esfuerzo del humilde frente al todopoderoso, del partido a partido, del sí se puede, bajo mi particular y personal visión seguimos perdiendo el norte desde el momento que aceptamos reglas de juego ya de por si desiguales, como no sea por ejemplo que el presupuesto de los clubs grandes quintuplica en el caso del fútbol al del campeón de este año el atléti. En este caso, a base de un esfuerzo  con el que desde un posicionamiento de inferioridad te identificas, si se puede, pero por lo general no se puede. 

Toda desigualdad es un acto de agresión.

Cambio de tercio aunque todo está relacionado sobre una afirmación que sigue vigente. Se siguen buscando 144.000 almas isotópicas puras que vibren en la frecuencia del amor para conformar esa masa crítica, no muchedumbre, o sí, si se adquiera ese sentimiento de poder invencible, que saque a la humanidad del estado de estupidez permanente en que se encuentra y que provoque la tan esperada fisión y reacción en cadena. El problema es que se deben abstener aquellos que se dedican consciente o inconscientemente a agredir a otros, prácticamente, me temo, aunque sólo sea por algo tan conocido y presente como que en el deporte de competición no deseas ni en pintura la victoria del contrario, casi del todo imposible, no te digo ya en otros temas.

jueves, 15 de mayo de 2014

apología

No pocos políticos, en este país hacen apología, la acción de hablar (logos) en defensa de alguien o a favor de algo. En concreto, la que hacen es apología de sus  discursos, de sus postulados, lo cual no es delito, si no fuese porque sus discursos, cuando las preguntas son directas y no les gustan, o cuando se trata de sacar réditos electorales,  tienen por objetivo driblar la inteligencia, a base de medias verdades. Sin embargo insinúan, a río revuelto, que si se consideraría apología del delito y del odio la libre expresión desde las redes sociales, cuando lo que se pretende es servir de justificación para ejercer un control sobre la ciudadanía que les permita seguir regateando a la inteligencia y a la misma justicia. Seguimos viendo sobres y cuentas en paraísos fiscales, que es delito, y a una ciudadanía perpleja que se siente estafada, cómo no sea por algo tan obvio como que no cumplen ni una sola promesa electoral. 
No pocos políticos voceros  bien intencionadas adláteres de sus presidentes, ajenos al delito, faltaría más, cómplices silenciosos,  miran para otro lado y escrupulosamente utilizan el lenguaje con discursos del tipo “no me consta” o el falaz y electoral “estamos saliendo de la crisis” o “el empleo crece” que para que matizar de que tipo es y en qué condiciones económicas se da, sabedores de que el poco trabajo que se está ofreciendo es precario e indigno. 
Yo a eso también le llamo apología. Apología de la desvergüenza. 
Las dictaduras encubiertas bajo las banderas de las democracias persiguen objetivos comunes ya que lo que está en juego es que las castas se perpetúen en el poder y para ello cualquier forma de librepensamiento, que cuestione desde la argumentación objetiva los hechos,  ha de ser eliminado.