viernes, 31 de agosto de 2012

campos amarillos

Campos amarillos trigales dorados al atardecer, encinas y olivares retorcidos, contorneados por el tiempo, olor a estiércol en campos preparados y en pequeñas explotaciones ganaderas por carreteras estrechas. Huertas de tomates, pimientos, pepinos, berenjenas y árboles frutales; perales, vides, membrillos e higueras rebosantes de frutos. Buganvillas y eucaliptos, de estos pocos, a las entradas de solitarios y pequeños pueblos al atardecer, con ancianos en las puertas de sus casas enjalbegadas con patios adornados de macetas de helechos, jazmines, rosales y geranios. Gallos y perros ladrando al atardecer, niños en bicis...
Y calor... mucho calor al atardecer...Y después,... noches... noches calurosas azabaches estrelladas y limpias.
Así han sido estas vacaciones del dos mil doce. Lejos de la ciudad, de su artificio, lejos de las noticias, lejos de las manipulaciones mediáticas, lejos de los e-mails, lejos del trabajo, lejos de los ruidos, o de otros ruidos, lejos muy lejos. Y cerca, muy cerca, cerca de la naturaleza, de la sencillez, de la serenidad, de una tranquilidad que se absorbía por los poros a través de los sentidos. Cerca de lo esencial, cerca de la felicidad, al menos por unos días, y también cerca de gentes deprimidas en pueblos también en crisis y deprimidos, pero con otra dignidad. El paso del tiempo no les hace mella aunque cada vez queden menos y emigren a las ciudades, y nosotros volvamos, aunque sólo sean por unos días a las casas de nuestros familiares y lo sintamos todo de otra manera.
De vuelta en la ciudad me pregunto por este enloquecido mundo, en el que muchos  atisban que algo se acaba y será en este año y la verdad, no acierto a saber que es. ¿Serán singularidades gravitacionales, incendios provocados, huracanes o terremotos devastadores, poderes ocultos, acechantes agujeros negros?, o tal vez ¿pobreza y desespero por falta de trabajo?.
Me temo que para algunos así sea.
Entiendo que aún nos falta mucho por aprender a cómo vivir, a como aprender de la naturaleza, de los serenos atardeceres calurosos de un mes de agosto cualquiera,  durante todos y cada uno de los días de cada año, estés donde estés.
Quizás siempre estuvimos en crisis, pero no por lo económico o lo material, sino por no saber encontrar nuestra verdadera esencia. Se encuentre esta, también, donde esta esté.

jueves, 2 de agosto de 2012

compromiso y trascendencia

No te equivoques, le dice el guía al buscador, en una conversación que mantienen al final del libro de Lou Marinoff “El poder del Tao”: «Si te comprometes con la sabiduría, te identificarás con la sabiduría y serás bien recibida por ella. Un sabio no es alguien que posee sabiduría sino más bien alguien que ha sido bien recibida por ella. De igual modo, alguien que se compromete con la insensatez, y que por tanto se ha identificado con la insensatez, también será bien recibido por ella. Esto es válido para todo».
Por tanto, continua más adelante: «comprométete con la felicidad, con el amor, identifícate con ellas y serás bien recibido por ellas. Estas son leyes inmutables de la condición humana que emanan del Tao».
Dicho esto, allá por el siglo VI a.C. todo lo que precisamos saber ya quedó escrito, si bien parece que todavía seguimos con la cabeza escondida en el suelo y así difícilmente lograremos todo lo que precisamos saber sobre la felicidad y la plenitud, la paz y la prosperidad, el amor y la familia, la creatividad y el arte, el buen gobierno y la civilización sostenible, la promesa de la humanidad que enunció Karl Jaspers y que nació con la Edad Axial.