viernes, 24 de junio de 2016

seres humanos

Como sociedad, amparados en la seguridad del sistema estado, el ser humano está "des medulado", en tanto en cuanto perdió su esencia, su capacidad de cooperar, de compartir entre semejantes, de ser solidarios, compasivos, enfocados al bien común. 

Alelados incapaces de encontrar la belleza en lo más simple, seducidos por bagatelas, absorbidos en un trabajo, el que trabajas, que no te deja resquicio alguno para cuestionarte nada, "zombificados"

Distraídos con lo nuestro: produce, consume, produce, consume,... así te queremos, se regodean los poderosos, golpeando en sus medios, entre anuncios, cada cinco minutos, sus productos.

En lo individual, que es su humanidad, la cualidad de su pertenencia, al “humus” su tierra de donde procede, nadie puede arrebatarle su esencia, y en cierto modo más que "des medulados", el ser humano, lo que está es hipnotizado.

No consciente de su potencial, inducidos en la anormalidad de una vida carente de sentido, gobernados por su ego, ritualizados por inhumanos entes, desalmados que no seres, satisfechos cuando ignoras e implacables en su persecución, cuando te descubres y les descubres. 


jueves, 16 de junio de 2016

trémula

Su experiencia le sobrecoge, cómo trémula es la sacudida que tambalea los principios que le impusieron. Asombro y conmoción. 

Las dimensiones cósmicas de lo inexpresable, en un todo asociado. La perceptibilidad confirmando a gritos llamadas imposibles. Fracturas en esta verdad, de la Verdad, tan silenciadas y silenciosas como reales abriéndose paso, dejando entrever rincones dimensionales.

Ocurrió hoy. Abrió la caja: «Mama, aquí no están los cables de los cascos inalámbricos» En su interior había unas figurillas orientales de un nacimiento echas de miga de pan. Se las habían regalado a su padre, un gran amigo que falleció hace ya muchos años. 

Seguro que entre las figuras estaba José el carpintero el de los ciento once años de vida. El humano justo, temeroso de Dios, vaso contenedor arquetípico, que trabajó toda su vida con sus manos.

Los Shabti” representación del séquito sirviente, se los llevaban los faraones y personas importantes para que en “la otra vida” se continuasen con las tareas terrenales.

Toda una vida de sacrificio, trabajo y de servicio al elegido, ad-infinitum. 

El humano de a pie, no tendrá sequito sirviente que llevarse, aunque a veces, estando por aquí, como padres, nos aprovechemos y le pidamos a los hijos colaboración en ciertas tareas que no nos gustan.

humanos, Shabti, esclavos sin saberlo, con su trabajo, inconscientes en su servilismo con la esperanza de la liberación del “tripalium” que portan según los principios que le impusieron.

Humanos, libres, conscientes, sin jerarquías piramidales de servilismo a ningún amo, buscando los auriculares inalámbricos en las cajas, para que le conexionen con humildad, al menos, a alguna certeza objetiva verdadera, entre tanta ilusión, fascinación y engaño.

Arriba, en otros mundos, o quién sabe si por aquí bien cerca, algo o alguien, te muestra en silencio Verdades absolutas.


viernes, 10 de junio de 2016

entrañas de dentro

No se guarda de dentro muy adentro en su entraña sus secretos. 

Lo íntimo es no íntimo, porque es dicho, quizás no comprendido, pero arriesgado con la sincera convicción de lo que saliendo de dentro, no es batalla intestina sino puro corazón y afecto.

De los tiempos actuales salió tocado. Tan mostrado, tan querido, tan acariciado, tan expuesto.

Al alcance su inocencia. La culpa, el reflejo del espejo, al otro. La conciencia desvelada, derrumbada. Y echado por sincero, donde los silencios se esconden en las entrañas de los miedos.

¡No nos desnudes que nos ven! le gritaban en silencio con miradas que decían, sostenes vivos de querer seguir vivos no estando vivos: 

¡Que yo no cambio el mundo!, suplicaban y acusaban adaptados en sus miedos, de pretencioso en su mundo por querer alcanzar milagros, denuncias y cambios.

Y le volvieron a salir lágrimas de dentro, le salió el afecto de nuevo, la impotencia del dolor ajeno tan de dentro y advertido por unos pocos, quisieron por un momento ayudar de nuevo. 

Pero sin saberlo, en sus mundos, aunque pudieron, no supieron...

viernes, 3 de junio de 2016

autoconsciencia

Una célula portadora de vida se defiende con los medios que dispone, desde el mismo instante en que conocedores de su existencia pretenden su asalto los temibles virus. Aunque sea sólo el virus de un puñetero catarro. 

Si el ser humano se entendiese como un ente programado, o alguien o algo pretendiese programarlo, la conclusión sería que nuestras acciones estarían encaminadas a un objeto. Toda programación contiene un orden de actividades, y realizar ciertas tareas en un tiempo ya determinado, su objeto. Cómo si ciertas ordenes ya “pre-escritas” buscasen su momento.

El programa embrionario de un gen lumínico alojado en el interior de un Ser, a la espera de gestarse, se prepara para alumbrar. Y su objetivo es nacer.

En una lejana galaxia en la infinitud del universo, una estrella de plasma, un sol mediano en edad en plena madurez calienta su infinitesimal embrión. Más adelante entre dos planetas una primera barrera, un brazalete repujado de asteroides, impide y regula el paso. Y más lejos otros planetas orbitan, incluido uno con anillos, que, custodiado de sus satélites en una segunda barrera protegen y aseguran al gen. 

La perla de la autoconsciencia pretende entreabrirse, salir del vientre de la madre. Condenada hasta ahora como estaba en su destierro al ostracismo, escondida en un brazo lateral de una pequeña galaxia, a lo mejor incluso inadvertida, lo portado de muy dentro reclama su presencia.

El universo en su expansión, repleto de vida, tan proclive al caos como al amor se estremece en su silencio y se prepara para acoger lo qué en su día programó.

Lo programado, que no vírico, no tiene marcha atrás muy a pesar del implacable ejercicio de control ejercido hasta ahora.

Nuestros miedos, los ancestrales, tan reales por sobrevivir y los imaginados, tan azuzados por terceros son consecuencia lógica de nuestro irracional comportamiento. La hermética barrera cerradura que impide nacer.

Portadores de ese gen desde el día que se conoce su existencia (autoconsciencia), se pretende nacer.

La vida es un universo secreto. Es una batalla interna que desconocemos pero que podemos ganar cuando sabemos con qué: Amor, y de qué o quién: De la inconsciencia vírica, debemos defendernos.