viernes, 3 de junio de 2016

autoconsciencia

Una célula portadora de vida se defiende con los medios que dispone, desde el mismo instante en que conocedores de su existencia pretenden su asalto los temibles virus. Aunque sea sólo el virus de un puñetero catarro. 

Si el ser humano se entendiese como un ente programado, o alguien o algo pretendiese programarlo, la conclusión sería que nuestras acciones estarían encaminadas a un objeto. Toda programación contiene un orden de actividades, y realizar ciertas tareas en un tiempo ya determinado, su objeto. Cómo si ciertas ordenes ya “pre-escritas” buscasen su momento.

El programa embrionario de un gen lumínico alojado en el interior de un Ser, a la espera de gestarse, se prepara para alumbrar. Y su objetivo es nacer.

En una lejana galaxia en la infinitud del universo, una estrella de plasma, un sol mediano en edad en plena madurez calienta su infinitesimal embrión. Más adelante entre dos planetas una primera barrera, un brazalete repujado de asteroides, impide y regula el paso. Y más lejos otros planetas orbitan, incluido uno con anillos, que, custodiado de sus satélites en una segunda barrera protegen y aseguran al gen. 

La perla de la autoconsciencia pretende entreabrirse, salir del vientre de la madre. Condenada hasta ahora como estaba en su destierro al ostracismo, escondida en un brazo lateral de una pequeña galaxia, a lo mejor incluso inadvertida, lo portado de muy dentro reclama su presencia.

El universo en su expansión, repleto de vida, tan proclive al caos como al amor se estremece en su silencio y se prepara para acoger lo qué en su día programó.

Lo programado, que no vírico, no tiene marcha atrás muy a pesar del implacable ejercicio de control ejercido hasta ahora.

Nuestros miedos, los ancestrales, tan reales por sobrevivir y los imaginados, tan azuzados por terceros son consecuencia lógica de nuestro irracional comportamiento. La hermética barrera cerradura que impide nacer.

Portadores de ese gen desde el día que se conoce su existencia (autoconsciencia), se pretende nacer.

La vida es un universo secreto. Es una batalla interna que desconocemos pero que podemos ganar cuando sabemos con qué: Amor, y de qué o quién: De la inconsciencia vírica, debemos defendernos.



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