lunes, 26 de octubre de 2015

se paró

Se paró delante del disco, y posiblemente al mismo tiempo y por unos instantes se detuvieron sus pensamientos. Tenía que ser antes de que el disco se pusiese verde y reanudase sus pasos, o acabase esa música antes girada, ahora comprimida, que sonaba por unos diminutos auriculares. 
Lo verás, lo volverás a ver, se decía así mismo, como otras veces ya lo había visto, otras por no estar atento, estando, no vio y otras de pura perplejidad aun viendo, no quiso creer.
El tiempo se detuvo, pasaron esos segundos que van del rojo, al ámbar y verde. Su mirada se detenía delante de lo que pasaba, y lo que pasaba no era más que el reflejo de su no presencia.
El destino, la fatalis inexorable, totalidad de esa dimensión en ese preciso instante se cruzó delante. Lo hizo de nuevo, con un juego de números, como siempre hacía, a la vista del que no ve, desde la atención la que decide, no se sabe bien porqué, pararse y fijarse.
Detenido, driblando a la inconsciencia, ese automatismo rutinario que son nuestras vidas, su presencia, la que está a tu alrededor, siempre, aunque no la sientas te acompaña de por vida.
Lo importante es detenerte, pararte, escucharla, verla, pero más importante aún, sentirla.



Canción: You Will Always Be Around
Album: Forever you
Interpretes: Ulf Wakenius, Carsten Dahl, Lars Danielsson, Morten Lund

viernes, 23 de octubre de 2015

el teléfono descompuesto

Siempre en el limbo en su pequeña ínsula, a cobijo en su intimidad de la agresiva realidad objetiva, esa tan desconcertante, incoherente y muchas veces falsa que le tocaba sentir y que observaba receptivo. 

Aún eran necesarias más heridas, para que la luz penetrase e iluminase las entrañas de su Ser.

Hace ya mucho tiempo, por la puerta de Dios, en Babel, a este le dio por confundir las lenguas de los hombres. Pero ahora no hacía falta ya ni eso. Ni los traductores informáticos, ni su propia lengua materna impedían que desde el asiento de su conciencia corroborase el diálogo de sordos en el que se enfrentaban a diario, razas, pueblos y naciones.

Como en el teléfono descompuesto, ese al que jugábamos de niños, susurrando al oído frases y palabras a transmitir. Las que cuando llegaban a puerto ni por asomo se parecían al origen. Babelia de cognados. evolución en infinitas lenguas para no entendernos:

Night, nuit, nacht, nat, nakti, noc, nos, nueche, nueit, noite, notte, nit...

Τodos ellos emparentados para decir: noche. 

La magia de lo que siendo por no visto es...

Intuiciones, sentimientos, percepciones. Lo experimentado, lo límbico, lo sensible, lo que aún era suyo, lo que no necesita del logos para entenderse. 

No lo que tienes, sólo lo que siendo y sintiendo es...

domingo, 4 de octubre de 2015

plataformas

En estos tiempos actuales hay una tendencia creciente donde las personas buscan huecos para exponerse en plataformas. Para qué exponerte si ya estás expuesto, me pregunto.

Del francés plate (plano) y forme (forma), lo que antes era un reducto físico exclusivo para artistas, actores, deportistas o políticos, ahora es compartido tanto en esos espacios planos despejados y reservados, cómo virtuales desde la tecnología. 

Es como si existiese una necesidad imperiosa de querer ser alguien reconocido por algo, lo valgas o no. En tribunas, tarimas, videos, trampolines sociales, redes, la necesidad de exponerse, de colocarse a la vista de, parece necesitar de los andamiajes de siempre para que globalicen nuestra presencia y se destaque de entre, y se llegue a. Aunque ese a, ni sepa que quiere, ni lleve a ningún sitio.

Necesidades de presencia, espacios televisivos, perfiles, grupos, fotos, aplicaciones descargadas, intranets, comentarios en webs, localizaciones por móvil, todos ellos plataformas de visibilidad, lo sepas o no, en estos tiempos espontáneos, descuidados, donde o te ven, o sucumbes en la indiferencia de un falso anonimato.

Mi reflexión, en esta superficie plana, descubierta, construida sobre un armazón que se eleva del suelo, porque el suelo, ya no vale porque no te ven, refleja una necesidad de levitar para ser visto, reconocido, oído, por qué no singularizado. Los ascensores nos quieren transportar a las alturas, porque en lo terrenal, parece ser, y subrayo lo de “parece ser”, que si no eres reconocible, ni pretendes ser reconocido, acabas excluido, señalado con la incógnita del pasivo espectador, que vive su existencia sin pena ni gloria.

Aunque nuestros comentarios se expongan en blogs, en plataformas a la vista de todos, es desde el anonimato, ese sin nombre contrario a estos tiempos de visibilidad, el que busca que sean las palabras protagonistas en la denuncia de la sinrazón, y sin sensiblerías, en este complejo y contradictorio mundo donde cohabitamos, y busquen, desde el amor, la suficiente elevación, necesidad imperiosa que nos permita construir un futuro mejor, más coherente.

Pero no nos engañemos en la sociedad de control los metadatos camuflados, en datos desde la palabra pequeña que se acepta y no se sabe, hasta el rastreo de tus pasos, se capturan, almacenan y venden, y nadie se escapa al ojo y oído del gran hermano. Todo lo que escribes, ves, oyes, haces, y expones, tiene nombre y apellidos. 

Aunque las palabras se muestren bajo el secreto de un “Nick” no reconocible, o en la parcela de una privacidad ilusoria de un procesador de textos, asaltada por tecnologías silenciosas, que de momento sólo pueden almacenarte por tus hechos (y a mucha honra) más si es para elevar la consciencia de una humanidad desquiciada sin saberlo, enarbolando la bandera del amor, algún día, quien sabe, te reconocerán, serás visible aunque no lo desees y, te hundirán en las profundidades terrestres si navegas a contracorriente, abucheado, o, te elevarán con aplausos, aunque no quieras notoriedad, a los altares de lo extraordinario.

Es lo que tiene subirse a un escenario.