verdades,
historias, realidades, esperanzas, lecciones, realidades
“la raíz de la crisis actual del mundo que vivimos está en los engaños percibidos por muchos, a la vista de todos, despertando conciencias”
Era asombroso. Menos de un minuto y el café había pasado y subido, humeante, percibido el aroma, como si el olor invitase a despertar y el beneficio por ello fuese bueno, que lo era, la sensación, la vivencia repetida por diaria invitaba a la reflexión.
Antes ocurría lo mismo con la anterior placa, pero tardaba más. El contacto, aun directo, no permitía que el proceso se acelerase. La evolución, esa que nació con el hombre primitivo descubriéndose ante un fuego que lo calentaba debería dar otro paso más.
Una cafetera más antigua, pequeña para dos tazas, "express", clásica, italiana de aluminio, no contactaba ni por asomo y hubo que regalarla. No fue la única.
Había tenido suerte, la que habitualmente utilizaba, sí. Y la fragancia arrancada, como las plantas recién cogidas, frescas, sentidas, envolventemente atraídas, invadían en un instante cada rincón del hogar.
Del menaje antiguo hubo que retirar algunas sartenes y cacerolas. Ni el acero fino normal, ni el vidrio, el barro, el cobre o el aluminio sentían nada. No eran detectadas, no se calentaban, el contacto no era efectivo. Estas sólo obedecían por resistencia a la vitro antigua, la de cerámica. La que ya no existía.
La nueva placa sólo se dejaba querer con un contacto directo específico, único. Por un campo que efectuaba una atracción, en cierto modo, imantada.
El menaje no ferromagnético era como el hombre inconsciente, tan incapaz de sentir, dormido, la placa de inducción el espacio infinito, las zonas de cocción en contacto directo con los enseres magnéticos en su justo perímetro y superficie, la unión de lo Incognoscible con el hombre consciente, el capaz de transformar, el contacto efectivo, el que evoluciona: la “conciencia”.
Las herramientas funcionan sólo cuando el contacto es existente y reconocido por ambas partes, cuando respondes de forma sincera a las llamadas que te posicionan, sin resistencia alguna, sólo atraído, fascinado. Cuando la inducción (ese “in ducere”, hacia dentro) no es manipulación de terceros.
Y a la pregunta de: ¿¿¿Hay alguien ahí??? respondes en la misma frecuencia, en la misma línea, enérgicamente, pues si somos energía, con firmeza tan sólo deberíamos, para empezar, contestar diciendo:
Si, yo soy.
Como una especie de mudra agarraba un "spinner" mientras giraban los rodamientos dejando entrever en su movimiento traspasando, por transparente, el umbral de la materia. Lo había encontrado hace unos días ordenando un cajón. Se pusieron de moda en el 2017 causando furor en la chiquillería y no había chaval (para desespero de docentes que los requisaban en clase) que no quedara absorto, ensimismado, hipnotizado, distraído o relajado (que nunca se sabe) contemplando la deceleración de sus tres brazos una vez impulsados.
En la cultura celta las tres piernas espirales del símbolo del trisquel impulsan al equilibrio, a la armonía y sabiduría. Y cómo un rodar en círculo las tres componentes de la realidad: pasado, presente y futuro, también se nos muestran y asoman, cada cual a su manera, por incuestionables, y en diferentes civilizaciones: El AUM, TAT, SAT, hindú; el Osiris, Isis, Horus egipcio; el azufre, mercurio y sal, alquimista; el Sattwa, Rajas, Tamas védico; o el Padre, Hijo y Espíritu Santo de la tradición cristiana, nos relacionan al número tres con la conciencia, donde el observador y lo observado se conectan en la misma observación.
¿Qué los une a ellos?
El Uno
El Padre, la Mente, lo Universal. El centro luminoso. El Tao.
Podía
explicarlo por medio de palabras o imágenes, pero como eran enunciados o
problemas le tocaba resolverlos con dibujos. Lo que hacía era representar lo
geométrico tridimensional al plano bidimensional utilizando una proyección
ortogonal (lo que se denomina diédrica) y en eso, como en la abstracción
(alejamiento de la realidad), su viejo, era bueno, muy bueno.
No
todo el mundo tiene capacidad espacial. Howard Garner la considera una de las
ocho inteligencias múltiples. La capacidad para presentar ideas visualmente,
crear imágenes mentales, percibir detalles visuales, dibujar y confeccionar
bocetos. La capacidad que tiene el
individuo de relacionar entre ellos aspectos como el color, la línea, forma,
figura y el espacio es geometría descriptiva. La sagrada (la que hace
referencia fundamental a los sólidos platónicos) se inscriben todos dentro de
la matriz de la esfera que contiene los patrones de energía sagrada, ya
presentes desde tiempos inmemoriales en la flor de la vida del Osirión de
Abydos. No descubro nada nuevo.
El Dos
La dualidad, el hijo, el hombre. El uno que engendra al dos. La polaridad.
Habían dado por concluida la temporada. Se equivocaron. Apareció uno más, quien sabe, si no sería el último. La forma se inscribía una vez más en un círculo. Ante la ceguera e indiferencia de una sociedad alineada en la distracción, sin rumbo, la llamada dibujaba un patrón que se asemejaba al trisquel, al "spinner", a su inscripción como un mándala dentro de la precisión de la redondez del círculo, a la materia doblada (sin dañarla) que clamaba y exigía una búsqueda de respuestas que no escapase a lo observado.
El Tres
El Ser, la conexión. El dos que engendra al tres. La reflexión.
La armonía del tres es la que completa la realidad.
Decía Raimon Panikkar que el sujeto de la Trinidad radical no es el tal “Dios” sino la Realidad misma. Seguro coincidiría con Jiddu Krishnamurti en este conocidísimo enunciado:
“La verdad es una tierra sin caminos. El hombre no puede llegar a ella por ninguna organización, ningún credo, ningún dogma, ningún sacerdote o ritual, ni por ningún conocimiento filosófico o técnica psicológica. Tiene que encontrarla a través del espejo de la relación, de la comprensión de todo el contenido de su propia mente, de la observación y no por medio del análisis intelectual o introspectivo”
No se había fijado, de hecho, su atención siempre que entraba se dirigía a la propia imagen y a los comentarios, muchos de ellos ininteligibles y rebuscados donde se pretendía adivinar lo transmitido, obviando lo sentido, intelectualizando, racionalizando, lo incomprendido. Si bien el también actuaba así, sintió un empujoncito que recondujese la observación. Lo de menos era que fuese inducido: Por el hombre, o por algo de más allá. Lo importante era lo que él articulase en su mirada, las asociaciones que sintiese por verdaderas en su subjetiva verdad sensible.
Los druidas entendían que el primer brazo del trisquel representaba el camino de lo sentido, que el segundo se debatía en su dualidad representando la conciencia y la razón y que la tercera espiral representaba el duro camino del alma aprendiendo del espíritu y de los dioses.
Su mirada (la de la tercera espiral) la sintió al fijarse en la ubicación del círculo: “San Bernardo”.
Hablo del último “crop” surgido en Stanton St. Bernard descubierto con fecha de veinticuatro de agosto de este presente año, el que representa o se asemeja en sus variaciones a un trisquel celta.
Al "spinner" contenido en su mente, de su observación de la realidad misma…
Agujas agudas, afiladas que aguijonan y agujerean alturas. Alfileres enhebrando costuras. Verticales torres queriendo alcanzar cielos, que absorben e inoculan credos…
¿Serán pinchos o señales?
Una ráfaga de fotos salió de un móvil. O eso, o una asombrosa habilidad captó, capturó, en tan sólo cuatro fotos y unos segundos un presente.
El escenario un lunes a la caída de la tarde en la plaza de la villa de Dos Torres. Un pueblo andaluz cordobés. En primer plano, un naranjo, en el centro dos personas saltando, mostrando alegría, al fondo, la torre de la iglesia de la Asunción. El inicio de unos días de descanso en las pasadas vacaciones de Semana Santa.
Cuatro fotos para un momento: Ella con los pies en el suelo, en el firme, él con los pies en el aire, estirado, flotando, levitando unos pocos centímetros, en el firmamento.
Una catedral en Notre-Dame ardía cayendo la aguja del arquitecto Violett le Duc conmocionando a miles de personas en el mundo que entendían que, como símbolo, algo como parte de ellos se iba.
En estos últimos días, al parecer, surgen “crops circles” en Francia referenciando por su ubicación sitios marianos. Gestaciones, patrones, eclipses, astros, interpretaciones templarias, a saber, sin hueco ni credibilidad, la actualidad se desborda en otros temas.
El filamento que enhila, caído, conmueve y por alguna extraña razón ambos escenarios muestran interpretaciones contrarias, distintas.
Todo, por cierto, ocurría el mismo día, al mismo tiempo, en un mismo instante: Un 15 de abril.
Tiempos de asombro, susurros donde el futuro permitirá renacer, germinar de una nueva forma la materia doblada.
Y alguien o algo queriendo tomar para sí, como en la noche de San Juan donde los fuegos purificadores paganos que en tiempo se vincularon con la llegada del solsticio, tras saltar la hoguera y dejar atrás los malos farios, también, quien sabe, se elevarán al cielo.
Me adentro. El terreno, no es inexplorado.
Todos tenemos, o deberíamos tener, nuestra propia habitación.
Si no como ascetas en retiro renunciando en ausencia a los placeres del mundo sensible, si cómo se nombra en el Bhagavad Gita, buscadores al encuentro del “Atman” abdicando de todo estímulo externo que alejase.
Un recinto en el cual lo que emanase de dentro, aliento, comulgase en sintonía por auténtico tratando de descubrir el rostro de la Verdad.
Ahí a la vista, encogiendo..., se cierran miradas que nos muestran la vida. Un puro movimiento, péndulo de emoción, que conmueve, se acerca, vira y contornea. El sentimiento veraz.
Únicamente el aposento, la morada, el recogimiento.
A salvo.
Donde la presencia, la vida, los ciclos, las sensaciones de surcos de observación, nos rodean y acariciando el invisible sentimiento la Creación se estremece en escucha.
Solo él en su habitación.
Y me pregunto:
¿Tú donde guardas tu momento, tu reposo, tu retiro?
El que olvida deseos, no se distrae, se fusiona y descubre, en el que te apartas después de desviarte y de forma permanente, porque lo necesitas, vuelves y vuelves...
El servidor no daba abasto. La Inteligencia Artificial —la maldita IA— enfurecida mostraba su indignación ordenando instrucciones a la desesperada, manifestando su cada vez mayor impotencia, grosera y con un tono faltón impropio para una máquina programada sin sentimientos, ni emociones:
—¡Joder que ahora le da por buscar libros de Cattiaux y Boehme!:
—¡Compila, procesa, compila! ¡Necesito un retrato ya! ¡No le pillo..!
Pero el individuo saltaba de pantalla en pantalla y así era imposible. El ventilador de la CPU bufaba estresado ante tanto desatino. La señal se venía abajo y de pronto subía como un tobogán. La IA confabulada con las operadoras, los operativos y unos cuantos inútiles que no se enteraban de nada, informaban cada cual a su manera a los poderosos de siempre que, en la sombra, creían manejar los hilos de su destino.
Y todos estaban de los nervios:
—¡Pero qué coño hace ahora! ¡Está cambiando de navegador! ¡Así no hay manera —se quejaba un rack, incapaz de procesar los gustos de un individuo que gambeteaba por la red y las cadenas de televisión al compás de su inimaginable curiosidad.
—¡Hay que encauzarlo!, ¡inducirlo como sea!: ¡Que vea Operación Triunfo!, ¡la isla esa de los famosos! o ¡Mastercheft! o ¡Cuéntame! ¡Mas soma! y mucho deporte por la tele! ¡Sobre todo fútbol!, ¡pero que lo vea!
—lo hemos hecho así siempre, se quejaba indignado. ¿Por qué con este no funciona? ¡Que compre tecnología! ¡Su puñetero móvil es de hace cinco años!, ¡el ordenador es xp!, ¡pero de que va!, ¡se le ralentiza todo!
—¡Por Dios es un subversivo!, ¡un inadaptado, un hereje, un jodido librepensador!, no tiene Facebook, ni Instagram, ni Netflix, ¡así no hay manera!
—¡Hay que controlarlo! ¡P-o-r-f-a-v-o-r! ponerle multas, ¡que espabile!, ¡quiero que acepte las malditas cookies!, —suplicaba un algoritmo que si no estaba perdiendo los papeles se comportaba (algo inusual en él) extremadamente nervioso:
—¡¡¡Es una orden!!!
—¡Quiero que sea como los demás! ¡esto se nos va de las manos!...¡nos va a pillar!...
—¡¡¡Está muy cerca, demasiado cerca!!!...
Los elementos requerían verse desde arriba, y como mínimo disponer de una imagen proyectada dibujada en alzado de los cuatro puntos cardinales.
Así iniciaría el bosquejo, “tallando los leños”, desarrollando por su mente las ideas, desde incipientes trazas iniciales para con posterioridad cobrar forma y manifestar el plan concebido.
Se encontraba delante del ordenador iniciando su gestación de camino a la tridimensionalidad orbitando lo extruido, levantando e interseccionando los planos desde diferentes ángulos.
Se permitía observar los progresos. A veces, la mayor parte, borraba lo que no tenía sentido, otras, las más, recreaba formas inconclusas hasta donde podía llegar.
Necesitaba tiempo, orden y conocimiento de preceptos, disponer de los programas que pretendían concretar ese futuro, ser enseñado y entrenarse. Podía congelar las imágenes en diferentes e infinitos puntos de vista.
Crear copias, texturizar, bloquear, ocultar y recrear e imitar la naturaleza. Hasta manejar el tiempo, muy a su pesar de encontrarse de vez en cuando con bucles que amenazaban con no responder.
La foto simulación enseñaba el resultado, revelaba la incertidumbre de lo enfocado. Lo increado archivado a la hora del mes y día necesitado, sin lugar a error.
Herramientas del progreso a imagen del Arquitecto de la vida, tallados, construyendo desde el presente, diseñando futuros.
La analogía era clara, demasiado meridiana, un tanto hermética por su principio fundamental:
Somos ese sustantivo fotosensible —haluros de plata animados de vida— creado por la luz. los que también sin saberlo crean su propia realidad. Por definición un Ser nimbado, nunca gobernado, a la espera de observar (de otro modo) y ser, seguramente, observado.
Y la teoría de una realidad holográfica, de un universo cuántico que necesita mirar para materializar, medir, la disección de Bohm cuestionando lo objetivo, el círculo perfecto que nos proyecta.
Transformadores de un modelo a seguir donde se nos muestra, efectivamente, que tal cómo es por allá arriba, también lo es, como testigos de esta realidad que somos, por estos lares.