martes, 19 de noviembre de 2019

misty, velvet...

Cuando apagaba la luz de la mesilla al cerrar los ojos e irse a dormir siempre escuchaba música. Era en plena oscuridad cuando su oído sin distracciones prestaba toda la atención a las vibraciones que se organizaban en notas, cuando las columnas de aire en su medio, tan elástico, tan capaces de variar su densidad se acercaban al misterio, para dar paso, a otros misterios.

En esos momentos a la vista o a la boca para ver o revelar secretos no se les estaba permitido actuar, pero sus tímpanos no tenían prohibición de recibir cuantas secuencias de ondas sonoras quisiera. Tan ajustadas a leyes armónicas, a melodías y ritmos, que le relajaban, producían placer y se anticipaban a los profundos sueños venideros que Morfeo pretendía implantar.

Sonaba un magnífico piano de cola Steinway D, el más majestuoso, e imaginaba halos suaves de terciopelo, atmósferas etéreas, tal vez brumas, la tenue luz de la alcoba aun no apagada, aureolas íntimas, el silencio arrancado, la magia, seducción y complicidad de espacios girados y convertidos en una, dos, tres…, octavas a escalar. Y una Nix captaba y avanzaba. Fue misty, ahora era velvet, después...

...su secreto no era abrir los ojos para ver, utilizar su boca para hablar, o acariciar un seno de mujer. Su mistérica forma, la que le anunciaban sonidos de labios cerrados, era esa hipnótica manera de sentirse acompañado en la oscuridad; sin distracción, donde acallar su mente, cerrar los ruidos del día y sucumbir a otra realidad. Era abrir la llave, desde un tacto bello, suave, acompasado y musical.



Michiel Borstlap
Velvet



jueves, 14 de noviembre de 2019

faith

                                                                                                                                                    "– Un teléfono suena: Ring, ring, ring… Vds. van y lo cogen y una voz al otro lado del hilo les pregunta: ¿¿¿Hay alguien ahí??? – La “conciencia” es eso UNICAMENTE. No, es más. Depende lo que Vds. contesten empezarán a funcionar otras “herramientas” o no"
XaKal
 

Era asombroso. Menos de un minuto y el café había pasado y subido, humeante, percibido el aroma, como si el olor invitase a despertar y el beneficio por ello fuese bueno, que lo era, la sensación, la vivencia repetida por diaria invitaba a la reflexión.

Antes ocurría lo mismo con la anterior placa, pero tardaba más. El contacto, aun directo, no permitía que el proceso se acelerase. La evolución, esa que nació con el hombre primitivo descubriéndose ante un fuego que lo calentaba debería dar otro paso más.

Una cafetera más antigua, pequeña para dos tazas, "express", clásica, italiana de aluminio, no contactaba ni por asomo y hubo que regalarla. No fue la única.

Había tenido suerte, la que habitualmente utilizaba, sí. Y la fragancia arrancada, como las plantas recién cogidas, frescas, sentidas, envolventemente atraídas, invadían en un instante cada rincón del hogar.

Del menaje antiguo hubo que retirar algunas sartenes y cacerolas. Ni el acero fino normal, ni el vidrio, el barro, el cobre o el aluminio sentían nada. No eran detectadas, no se calentaban, el contacto no era efectivo. Estas sólo obedecían por resistencia a la vitro antigua, la de cerámica. La que ya no existía.

La nueva placa sólo se dejaba querer con un contacto directo específico, único. Por un campo que efectuaba una atracción, en cierto modo, imantada.

El menaje no ferromagnético era como el hombre inconsciente, tan incapaz de sentir, dormido, la placa de inducción el espacio infinito, las zonas de cocción en contacto directo con los enseres magnéticos en su justo perímetro y superficie, la unión de lo Incognoscible con el hombre consciente, el capaz de transformar, el contacto efectivo, el que evoluciona: la “conciencia”.

Las herramientas funcionan sólo cuando el contacto es existente y reconocido por ambas partes, cuando respondes de forma sincera a las llamadas que te posicionan, sin resistencia alguna, sólo atraído, fascinado. Cuando la inducción (ese “in ducere”, hacia dentro) no es manipulación de terceros.

Y a la pregunta de: ¿¿¿Hay alguien ahí??? respondes en la misma frecuencia, en la misma línea, enérgicamente, pues si somos energía, con firmeza tan sólo deberíamos, para empezar, contestar diciendo:

Si, yo soy.



Michiel Borstlap
Faith