domingo, 21 de febrero de 2016

el nombre de la rosca

No se pinta la bombilla, la conexión escapa del cuadro, no se nombran, ¿o tal vez sí?. Sólo se ve una rosca que interrumpe el marco, un casquillo que cruza en espiral, una irónica rosca que asciende, pasos marcados a la blancura de la luz del cuadro.

La simbología -el signo- como homenaje a un semiótico, y la semántica -decodificación- en la interpretación del significado de la creación de un artista.

"El título debe de confundir las ideas, no regimentarlas" 

Umberto Eco


“El nombre de la rosca”
León Coullaut

domingo, 7 de febrero de 2016

alimentos

Si se alimentan “egrégores”, energías de almas colectivas, con el “loosh” de las emociones, muy posiblemente se haga a través de la inducción. Y si esto es así, esto no hay quien lo pare.

“Ducere” del latín, significa guiar, arrastrar. Inducción es “in” (hacia dentro) “ducir” (arrastrar o guiar). En definitiva, arrastrarte o guiarte hacia dentro.

Los conceptos genéricos (fútbol, religión, patria, dinero, guerra, sexo, etc.) crecen en silencio a la espera, agazapados en tu interior, devolviendo su cualidad con la intensidad que la masa le da. 

Con toda la estúpida importancia que la masa le da. La publicidad, la gran plaga inductiva, condiciona a unas determinadas preferencias o conductas bien estudiadas, que en el fondo es lo que se demanda, arrastrando para tomar decisiones que no pocas veces están basadas en un conglomerado de ideas inconscientes.

Fuera del entorno, del estímulo, del deseo, en la vida cotidiana se vuelve, según parece, a ser personas niveladas, ajustadas a parámetros de todo tipo aceptados. En definitiva, normales.

Aunque bien pensado la gran pregunta consiste en saber, que es la normalidad.