No se guarda de dentro muy adentro en su entraña sus
secretos.
Lo íntimo es no íntimo, porque es dicho, quizás no comprendido, pero
arriesgado con la sincera convicción de lo que saliendo de dentro, no es
batalla intestina sino puro corazón y afecto.
De los tiempos actuales salió tocado. Tan mostrado, tan
querido, tan acariciado, tan expuesto.
Al alcance su inocencia. La culpa, el reflejo del espejo, al
otro. La conciencia desvelada, derrumbada. Y echado por sincero, donde los
silencios se esconden en las entrañas de los miedos.
¡No nos desnudes que nos ven! le gritaban en silencio con
miradas que decían, sostenes vivos de querer seguir vivos no estando vivos:
¡Que yo no cambio el mundo!, suplicaban y acusaban adaptados en sus miedos, de
pretencioso en su mundo por querer alcanzar milagros, denuncias y cambios.
Y le volvieron a salir lágrimas de dentro, le salió el
afecto de nuevo, la impotencia del dolor ajeno tan de dentro y advertido por
unos pocos, quisieron por un momento ayudar de nuevo.
Pero sin saberlo, en sus mundos, aunque pudieron, no supieron...
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