“Poc a poc tot surt molt més bé”
No me había fijado. No era consciente de lo que hacía en ese momento (y en ese momento sólo tocaba montar en bici), y me fui al suelo. Me dio por mirar a otro lado, y cuando cruzaba una calle y quise acordar la rueda delantera se topó de bruces con el bordillo de la acera. Mal. Esa fue la primera caída del día, que no la última. La segunda fue más rara, forzada, circulaba por mi derecha y un ciclista en dirección contraria, aun viéndome y yendo despacio, invadió mi carril. Imposible saltar por encima y continuar…
Por la razón que sea la atención se fija donde lo fijado ancla tu presencia para hacerte consciente. Tiempos estos en los que el “No me había fijado” escapa de su significación particular para hilvanar realidades generales ayudado inductivamente por tu Ser, desde la presencia, tu conciencia: La esencia de lo que somos. La razón, al menos eso pienso, es para entender y ayudar, descubrir, que no justificar, armar tu presencia en lo único que tienes en ese -este- preciso instante, que es tu momento presente, y hacerte consciente, sacarte de ese autismo, ensimismamiento, que es nuestro rutinario pensamiento y de paso, decirte de que va todo esto.
Como dijo Víctor Frankl no eres tú quien le ha de preguntarle a la vida cuál es el sentido de esta, sino que es la vida quien te pregunta a ti cuál es el sentido de tu vida. La vida te pide, no que te fijes en ella, la vida fija tu atención si estas presente y consciente, porque todo esta va de presencia, de hacer consciente tu conciencia. De encontrar el momento y de encontrarse con uno mismo.
Esto que rememoro, y ya acabo, son reminiscencias de juventud. Está escrito allá por los ochenta con poca valía poética, pero mucho corazón. Los llaüts traducidos, a veces, suenan como barcos a los que agarrarse en momentos de zozobra y otros como laúdes en desiertos incomprendidos. Será que se precisen de años y años para envejeciendo, y poco a poco, hacer las cosas mejor.
DESIERTO DE LAÚDES
Ríes en círculo, sueñas
deprisa, encuentras el pasado ojeando sin atención, y a pesar de todo, tu álbum
no para de mostrar ángeles y plumas y guitarras rascando la espalda erguida de
tu vanidad.
¡Si descendieses!
Aguanté el pensamiento. las
palmas cruzadas que me acompañaban.
¿Hice bien?
Desde entonces imagino un
desierto de laúdes, con té moruno, en el sonido de tus dedos. Brincas y chascas,
te percibo presente, agotas la seducción. Me esfuerzo por comprenderte…
Hoy de nuevo sólo he recogido
los posos de tu esfuerzo. El sabor y su esencia permanecen en ellos.
Me es suficiente.
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