Caldo remueve el padre, un cucharón que rellena y derrama en soperas de cenas esmeradas, que además vocea:
¡Ya están calientes las bobas!
Las madres —que entienden de sopas— buscando tesoros se queman, cucharas que prueban, que con equilibrio de ganas y espera, al punto y bajito exclaman:
¡Ya emergen sujetas las presas!
En sobremesas (y en noches amargas en vela) se atrapan estrellas en cucharillas y las lluvias de granizo qué se giran, sorben sueños, encierran azabaches, donde fugaces luces disuelven la calma. Y rotundas afirman:
¡Ahora a las cafeínas endulzo!
Como esas noches, sin duda, entienden de penas, susurran al alma con familias de cubiertos de plata, hablando en plata y aplicando la oreja.
Eso sí, si escucharas…
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