Por las creaciones del lenguaje y a través de las palabras, y por
la vida misma, no hay retorno.
El
viaje existencial una y otra vez asumido su justo y regular, conciso y breve plan, lejos de los cantos
de sirenas estridentes del año, nos devuelve (asumida su
rutina)¹ a casillas de salida ya visitadas.
Dice Richard Rudd, que en el 62ª Clave² en su Don: “la Precisión”, se le permite a la persona que opera a este nivel de frecuencia usar unas palabras programadas específicamente para desprogramar el condicionamiento de otras personas. En palabras suyas:
“Hay una magia bien penetrante en el lenguaje. Es la razón por la que el origen de la palabra encantamiento se relaciona con la idea de recitar o cantar unas palabras que tienen un poder sobre otros”.
Me recuerdo:
“Sufrimos, sin saberlo, un
encantamiento, ¿Estaremos hechizados mediante cantos?
El encantamiento nos lleva a no
recordar, a no lograr volver a pasar por el corazón, que no por la mente, lo
que ya sabíamos, lo que nos permitiría poder volver en sí.
Sin memoria (el que recuerda) no hay
identidad y sin identidad, difícilmente sabremos quiénes somos.
Encantados como estamos de cantos de
sirenas estridentes, hechizados por mentiras que atraen nuestra atención, no
logramos despertar y ponernos derechos. Por eso soportamos por debajo, aquí
abajo, dormidos, aun aparentemente despiertos, el encantamiento de un falso
sueño.
Será que recordar, y se ama con él
corazón, nos lleve a despertar, y vueltos en sí despiertos, roto el hechizo, dirigidos,
empecemos a recordar… que lo único importante es amar.
Sufrir: “Sufferre” soportar por debajo. Encantar: “Incantare” lograr un hechizo mediante el canto. Recordar: “Re” de nuevo “Cordis” corazón. Volver a pasar por el corazón. Volver en sí. Despertar: “Expergere” dirigir, regir, ponernos derechos.”
Música:
sufrir, encantar, recordar, despertar
11 /enero/2015 escritosenred
Recargar pilas, la función primordial vacacional de luz estival en estos días, tras agotamientos estridentes de meses pasados.
Un espacio donde toca dejarse
encantar y seducir por voces celestiales, en mi caso de embrujos
mediterráneos desde el Orfeo, eso sí, siempre y cuando las sirenas no
nos enloquezcan y logremos al igual que los argonautas de Jasón o el valiente
Ulises atado al mástil, superar sus pruebas, romper hechizos y alcanzar en
nuestra particular odisea, a través del lenguaje, el ansiado Vellocino de oro…
Melodie /Orfeo ed Eurídice
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