Que mayor jardín que un huerto.
Que mayor recinto que un espacio vallado para cultivar el pasto. Su esplendor
lo tuvo. Su decadencia por abandono, hoy día, también.
Nostalgias en baños en alberca,
heladoras aguas de pozo. De tomates colorados, frenesís ensalzados, al
bocado de un manjar al punto. De higos madurados desenroscados al alcance de
tus manos. De la familia reunida en agostos extremadamente calurosos.
La casa aguanta, puerta enmarcada
por una parra con racimos de pasas picados por la naturaleza. Al interior
trastos y algún mueble viejo, todos viejos sin valor. Al fondo del patio
destartalado dos hermanos, perrillos del hortelano actual, saludan alegres al
desconocido. Novedad ante su presente de días repetidos.
Al exterior las palmeras cayeron
por el puto picudo, las paredes y vaso del baño se desprenden por falta de
cuidado, el carromato de madera ya no está, a lo lejos diviso el indigno desguace
de coches del progreso y el viento arrancó una madrugada bellaca, el esqueje plantado
de la higuera que nos llenó de frutos otrora.
No le bastó al tiempo con
deshacerse de ella el año pasado. Hace poco remató su faena.
Fue el hortelano de siempre. Era
enjuto, de tez morena rugosa y sarmentada, camisa larga remangada, sombrero de
paja, pitillo permanente de ducados en boca y navaja afilada.
Lo llamábamos el abuelo.
Urbanos poco instruidos en el
campo y sus saberes no alcanzábamos a coger los higos superiores. Escalar
escalábamos el árbol hasta dónde podíamos. Eso lo recuerdo.
Un día la imaginación o la
sabiduría última se mostró. Los chavales y un servidor suspirábamos por higos
inalcanzables. El hortelano observaba divertido tanta finura capitalina. Sacó
su navaja plateada y cortó una botella de litro y medio de plástico por la
mitad. Enganchó la boquilla a un palo viejo de escoba atándolo con un raído cordel.
Se acercó a la higuera, alzó su ingenio y la fruta madura cayó suavemente.
Inspiro en la contemplación de
este presente derivado del paso inexorable del tiempo, sentimientos que te
muestran sin más como cuando no te ocupas (y por ello me refiero a no saber adueñarte
de tu propio espacio) inevitablemente la preocupación y la confusión pretenden invadir.
En el helicoide vital, en su
inicio, desde la mesura hasta la nostalgia compartir este recuerdo del pasado, es
respirar Verdad, es fluir de luz en el arte de vivir.
El sentido presente es el que se
desprende de escorias del pasado ante la inacción que se transmuta y la
creatividad o inventiva, maravilla, es del que supo arar bien los campos. El que en su
eterno presente de saberes solucionó, al menos en aquella vez, como alcanzar nuestros
inconquistables elixires.
Semana del 3/09/2021 al 9/09/2021. Puerta 64. Antes de concluir. Confusión. "La transición, al igual que el nacimiento, requiere de una fuerza determinada para el pasaje a través"
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