Como una especie de mudra agarraba un "spinner" mientras giraban los rodamientos dejando entrever en su movimiento traspasando, por transparente, el umbral de la materia. Lo había encontrado hace unos días ordenando un cajón. Se pusieron de moda en el 2017 causando furor en la chiquillería y no había chaval (para desespero de docentes que los requisaban en clase) que no quedara absorto, ensimismado, hipnotizado, distraído o relajado (que nunca se sabe) contemplando la deceleración de sus tres brazos una vez impulsados.
En la cultura celta las tres piernas espirales del símbolo del trisquel impulsan al equilibrio, a la armonía y sabiduría. Y cómo un rodar en círculo las tres componentes de la realidad: pasado, presente y futuro, también se nos muestran y asoman, cada cual a su manera, por incuestionables, y en diferentes civilizaciones: El AUM, TAT, SAT, hindú; el Osiris, Isis, Horus egipcio; el azufre, mercurio y sal, alquimista; el Sattwa, Rajas, Tamas védico; o el Padre, Hijo y Espíritu Santo de la tradición cristiana, nos relacionan al número tres con la conciencia, donde el observador y lo observado se conectan en la misma observación.
¿Qué los une a ellos?
El Uno
El Padre, la Mente, lo Universal. El centro luminoso. El Tao.
Podía
explicarlo por medio de palabras o imágenes, pero como eran enunciados o
problemas le tocaba resolverlos con dibujos. Lo que hacía era representar lo
geométrico tridimensional al plano bidimensional utilizando una proyección
ortogonal (lo que se denomina diédrica) y en eso, como en la abstracción
(alejamiento de la realidad), su viejo, era bueno, muy bueno.
No
todo el mundo tiene capacidad espacial. Howard Garner la considera una de las
ocho inteligencias múltiples. La capacidad para presentar ideas visualmente,
crear imágenes mentales, percibir detalles visuales, dibujar y confeccionar
bocetos. La capacidad que tiene el
individuo de relacionar entre ellos aspectos como el color, la línea, forma,
figura y el espacio es geometría descriptiva. La sagrada (la que hace
referencia fundamental a los sólidos platónicos) se inscriben todos dentro de
la matriz de la esfera que contiene los patrones de energía sagrada, ya
presentes desde tiempos inmemoriales en la flor de la vida del Osirión de
Abydos. No descubro nada nuevo.
El Dos
La dualidad, el hijo, el hombre. El uno que engendra al dos. La polaridad.
Habían dado por concluida la temporada. Se equivocaron. Apareció uno más, quien sabe, si no sería el último. La forma se inscribía una vez más en un círculo. Ante la ceguera e indiferencia de una sociedad alineada en la distracción, sin rumbo, la llamada dibujaba un patrón que se asemejaba al trisquel, al "spinner", a su inscripción como un mándala dentro de la precisión de la redondez del círculo, a la materia doblada (sin dañarla) que clamaba y exigía una búsqueda de respuestas que no escapase a lo observado.
El Tres
El Ser, la conexión. El dos que engendra al tres. La reflexión.
La armonía del tres es la que completa la realidad.
Decía Raimon Panikkar que el sujeto de la Trinidad radical no es el tal “Dios” sino la Realidad misma. Seguro coincidiría con Jiddu Krishnamurti en este conocidísimo enunciado:
“La verdad es una tierra sin caminos. El hombre no puede llegar a ella por ninguna organización, ningún credo, ningún dogma, ningún sacerdote o ritual, ni por ningún conocimiento filosófico o técnica psicológica. Tiene que encontrarla a través del espejo de la relación, de la comprensión de todo el contenido de su propia mente, de la observación y no por medio del análisis intelectual o introspectivo”
No se había fijado, de hecho, su atención siempre que entraba se dirigía a la propia imagen y a los comentarios, muchos de ellos ininteligibles y rebuscados donde se pretendía adivinar lo transmitido, obviando lo sentido, intelectualizando, racionalizando, lo incomprendido. Si bien el también actuaba así, sintió un empujoncito que recondujese la observación. Lo de menos era que fuese inducido: Por el hombre, o por algo de más allá. Lo importante era lo que él articulase en su mirada, las asociaciones que sintiese por verdaderas en su subjetiva verdad sensible.
Los druidas entendían que el primer brazo del trisquel representaba el camino de lo sentido, que el segundo se debatía en su dualidad representando la conciencia y la razón y que la tercera espiral representaba el duro camino del alma aprendiendo del espíritu y de los dioses.
Su mirada (la de la tercera espiral) la sintió al fijarse en la ubicación del círculo: “San Bernardo”.
Hablo del último “crop” surgido en Stanton St. Bernard descubierto con fecha de veinticuatro de agosto de este presente año, el que representa o se asemeja en sus variaciones a un trisquel celta.
Al "spinner" contenido en su mente, de su observación de la realidad misma…