Atrás quedaron los haces de tubos catódicos, rayos
bloqueados por el plomo que se supone, decían, atacaban nuestras retinas si
veías la pantalla muy de cerca.
Esas teles se oían por lo general bastante
bien. Las planas de plasma actuales, ni que decir, aún les queda.
De imagen bien, pero de su sonido latoso
resultado de la escasez de hueco para amplificar la potencia, se precisan de barras
adicionales que envuelvan el sonido, impacten los graves y el audio alcance la
soñada alta fidelidad cercana a la realidad.
En esa situación todo lo ajeno lo sientes
como propio, cercano diría, zumbando del lado derecho al izquierdo casi
sintiendo los truenos, los vuelos supersónicos y las ráfagas de balas silbando al alcance con todo su poder, los gritos de pesadumbre y
engrandecimiento de imágenes en enormes pulgadas.
No todos venimos equipados de fábrica con
subwoofers y sonidos que se amplifiquen y empapen. Nos manifestamos planos,
sin profundidad ante el desconsuelo, ni escuchamos, ni nos nutren los gritos
de llamada, rastros de gracia, o los silencios que celosamente empapan de
salitre los ojos de la congoja, cataratas que se ciegan en imágenes difusas.
Será que sentir como propio el dolor ajeno
sea la única forma de crecer en consciencia.
Reclamo desde mi plano manifestador
energético los huecos que se humedecen en silencio sin energía con lo ajeno,
que amplifican, se condicionan e inevitablemente sufren. Que invaden lo que no
es porque en el fondo son, porque saben escuchar los planos de su Ser
sintonizando lo que no es.
Lo grito en una desgarradora pancarta dolby Sourround para recordar lo llenos que están. Para que logren sin distanciarse seguir desligándose aún más y sin que les afecte desasirse¹ desde su no-ser al Ser.
Lo plano en imágenes será que nos llegue nítido ahora porque lo aumentamos, pero su sonido se esfuma, no nos alcanza y la fidelidad en su
exactitud, distorsiones de una realidad no advertida, para una inmensa mayoría
ciega, sorda e inmune, desperdiciando neutrinos, no duchos, perdidos en lo
aparente, inalcanzables, nos traspasan y pasan de largo…
...a no ser que como megáfonos inundemos por todos los poros trayectos imposibles y alguien escuche y se empiece a escuchar a sí mismo...