Agujas agudas, afiladas que aguijonan y agujerean alturas. Alfileres enhebrando costuras. Verticales torres queriendo alcanzar cielos, que absorben e inoculan credos…
¿Serán pinchos o señales?
Una ráfaga de fotos salió de un móvil. O eso, o una asombrosa habilidad captó, capturó, en tan sólo cuatro fotos y unos segundos un presente.
El escenario un lunes a la caída de la tarde en la plaza de la villa de Dos Torres. Un pueblo andaluz cordobés. En primer plano, un naranjo, en el centro dos personas saltando, mostrando alegría, al fondo, la torre de la iglesia de la Asunción. El inicio de unos días de descanso en las pasadas vacaciones de Semana Santa.
Cuatro fotos para un momento: Ella con los pies en el suelo, en el firme, él con los pies en el aire, estirado, flotando, levitando unos pocos centímetros, en el firmamento.
Una catedral en Notre-Dame ardía cayendo la aguja del arquitecto Violett le Duc conmocionando a miles de personas en el mundo que entendían que, como símbolo, algo como parte de ellos se iba.
En estos últimos días, al parecer, surgen “crops circles” en Francia referenciando por su ubicación sitios marianos. Gestaciones, patrones, eclipses, astros, interpretaciones templarias, a saber, sin hueco ni credibilidad, la actualidad se desborda en otros temas.
El filamento que enhila, caído, conmueve y por alguna extraña razón ambos escenarios muestran interpretaciones contrarias, distintas.
Todo, por cierto, ocurría el mismo día, al mismo tiempo, en un mismo instante: Un 15 de abril.
Tiempos de asombro, susurros donde el futuro permitirá renacer, germinar de una nueva forma la materia doblada.
Y alguien o algo queriendo tomar para sí, como en la noche de San Juan donde los fuegos purificadores paganos que en tiempo se vincularon con la llegada del solsticio, tras saltar la hoguera y dejar atrás los malos farios, también, quien sabe, se elevarán al cielo.