He visto recientemente un documental donde se explica el
proceso productivo industrializado de la extracción de leche en las vacas, en
concreto, en una granja de Inglaterra.
Si antes invertían en su extracción de forma manual un
tiempo (en función de los operarios y el número de reses) ahora dentro de la
granja no interviene nadie.
Es la vaca la que decide cuando una máquina le
extrae la leche de sus ubres.
Hasta tal punto disfruta la criatura que algunas
repiten unas cuantas veces a lo largo del día. Encima la leche es de calidad
superior pues se elimina el estrés que las produce el ordeño manual.
Las imágenes grabadas de como las vacas se encaminan a la
zona de extracción de forma autónoma y a su criterio, porque les gusta,
mientras otras esperan pacientemente pastando su comida, cual si estuvieran en
un hotel de cinco estrellas, no dejan de sorprenderme.
¡Si supieran de su
futuro!
La analogía de las vacas en un mundo feliz, ¿les parecerá la
granja mecanizada más apetecible que un buen prado? decidiendo cuando necesitan aligerar de leche sus ubres, y la de los humanos, supuestamente también, o más
bien queriendo alcanzar un mundo feliz, decidiendo en su libre albedrío, cuando,
cuanto y que necesitan consumir, paradójicamente y sin saberlo, para llenar un
posible vacío existencial, me es inevitable. En esta sociedad depredadora de
mercado, se consume de todo, no sólo alimento. La verdadera libertad, si esta
es la opuesta a la esclavitud y si lo supiese la vaca, es liberarte de
cualquier necesidad que te impongan. Sólo así volvería ella a su estado natural
donde la lactancia serviría sólo para el crecimiento de sus crías.
Pero las máquinas sustitutorias del trabajo tradicional,
hacen un trabajo silencioso más que encomiable encargándose de extraernos a
nosotros, hasta la última gota de nuestro sobrepeso diario, y no me refiero a
las de los gimnasios. Y a la vaca, su excedente lácteo para nuestro cada vez
mayor consumo. La vaca no ve a su depredador por eso mientras
vive no está traumatizada ni siente que es esclava. Ni es consciente de que
acabará en el matadero ni los humanos somos conscientes de si, en el fondo,
alguien o algo se alimenta diariamente de nuestros estados emocionales. Porque
que yo sepa, y prefiero ser feliz así, al matadero no nos llevan, será que ya
vamos nosotros solos con nuestros hábitos mal adquiridos.
Y es que como dijo alguien uno no termina de saber si es
mejor ser un "cerdo feliz", en este caso una "vaca feliz", actualmente con las
tecnologías a nuestro alcance para nuestro gozo y alimento, o un Descartes
pensador abrumado en sus dudas existenciales. Entenderán por ello si les digo
que ni por asomo somos conscientes de cuál es el alimento más necesario para
nuestro Ser, tan entretenido como estamos con el consumo y con la maquinas
ayudando, pues el pobre, (el espíritu me refiero) apenas lo cata.
En este mundo, corriendo aceleradamente al mundo feliz, la
tecnología, la reproductiva y otras, nos invade silenciosamente sin escrúpulos,
y sin darnos cuenta. Si Aldoux Huxley
levantara la cabeza corroboraría todo el mundo
cibernético al que se refiere. Estos a no poco tardar serán los que nos
observen, al margen de la cadena trófica de la que inevitablemente formamos parte.