Confucio habla
sobre las enseñanzas de la felicidad. 
Todo un decálogo
en el que, a buen seguro, todo aquel que (aunque sea de forma momentánea), la
felicidad tiene esas cosas, la sienta como tal, se verá reflejado en algún
punto. Yo añadiría (¡Válgame
el cielo completar a Confucio!) que todo lo que haces desde la pasión,
manteniendo a raya las emociones, conduce a la felicidad.
- Muchos buscan la felicidad por encima del hombre, otros por debajo. Pero la felicidad está hecha a la medida del hombre.
- Con arroz para comer, agua para beber y mi
     brazo doblado por almohada puedo ser feliz.
- El hombre honrado se avergüenza de que sus
     palabras sobrepasen sus acciones.
- Hay tres tipos de amistad provechosa y otros
     tantos de amistad dañina. La de un hombre que habla sin rodeos, la de
     alguien sincero y la de un sabio son las primeras. Las otras, la amistad
     de quien engaña bajo una apariencia honesta, la de un adulador y la de un
     charlatán.
- Un hombre feliz es un hombre que se conforma
     con poco.
- Bondad sin inquietud, conocimiento sin dudas y
     coraje sin miedo son los principios que guían al hombre noble.
- Ser capaz de practicar estas virtudes
     constituye la perfección: sobriedad, generosidad de alma, sinceridad,
     honestidad y amabilidad.
- La satisfacción lleva a la felicidad, incluso
     en la pobreza. Y la insatisfacción lleva a la pobreza, incluso en la
     riqueza.
- Nuestra mayor gloria no es no caer jamás, sino
     levantarnos cada vez que lo hacemos. 
- La felicidad no se encuentra en la cima de la
     montaña, sino en la manera de subirla.
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