Leo hoy en un medio digital una entrevista a Howard Gardner
el neuropsicológo de las inteligencias múltiples. Hablando de su último libro
-la verdad, la belleza, la bondad-, tres "virtudes" tan deslumbrantes
que durante siglos parecieron una sola. Dice que hoy las cosas no son tan
claras ni tan monolíticas. De ahí, subraya, su interés por los
"retos" que suponen tanto la revolución digital como el escepticismo
posmoderno. Hoy la verdad es "convergente" y la belleza,
"divergente", apunta. Es decir, en un tiempo "inestable" y
de dispersión de la autoridad tradicional, la primera se ha convertido en un
empeño colectivo por el que "el ciudadano tiene que trabajar duro",
dado que "nadie le va a dar la verdad". La segunda, entretanto, ha
pasado a ser una experiencia personal muchas veces ajena a todo canon.
Reflexiono sobre lo leído, “Nadie te va a dar la verdad”.
Nos empeñamos colectivamente decidiendo trabajar duro para conseguirla. Pero no
es tarea fácil. Entre medias se cruzan los intereses, el ego desmedido, las
mentiras, lo políticamente correcto, lo que Dios manda, la ignorancia, la
soberbia. Sigan ustedes la lista es larga, y cada cual a nivel individual con
su locura (todos estamos lucidamente locos) cimenta sus creencias conformando
el plano de su existencia a través puramente de lo conocido, aprendido y
experimentado y ello conlleva límites y limitaciones. Romper corsés, desligarse
de falsas creencias, ser crítico, son signos de despertar, pero no los únicos,
más importante es saber adquirir conocimientos que te iluminen y devuelvan la
luz con la que tú mismo buscas la verdad, para ello también hay que, aprender,
descubrir y estar atento desde la humildad. Si no como dice Gadner caeremos en
el escepticismo posmoderno, que da la sensación por otro lado, de encontrarse
demasiado a gusto y cercano a lo que significa el desconocimiento y la mentira.
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