Hay un espíritu en el alma, no tocado por el tiempo ni la
carne, que fluye del Espíritu, permanece en el Espíritu y es totalmente espiritual.
En este principio está Dios, siempre lozano, siempre floreciente en toda la
alegría y la gloria de su Yo real. A veces he llamado a este principio Tabernáculo
del alma, a veces Luz espiritual; otras, digo que es una chispa. Más ahora,
pues, lo designo de un modo más noble… Está libre de todo nombre y exento de
toda forma. Es uno y simple, como Dios es uno y simple, y ningún hombre puede
en modo alguno contemplarlo.
Maestro Eckhart
Ayer ya pasó el once, del once,
del dos mil once, y hay cosas que no se pueden definir solo sentir.
Para mí la espiritualidad
es sentir y escuchar. Ahora es esto y es esto en este momento.
Es sensibilidad.
Es silencio. Es un condicional. Es magia. Es elevar tu estado vibratorio. Es un
momento y ese momento es un momento encantado.
Un momento que por un momento quisieras
compartir con todos.
Sería un deseo, tan sólo un
deseo, desear saber si sólo somos humanos o si además somos espíritus y almas
encarnadas, si nos dejásemos acariciar por una melodía. Pero sólo sería un deseo.
¿Queréis saber?
Los momentos
encantados, sólo son aquellos que te definen tan sólo como lo que eres:
Alguien
que experimenta y es capaz de captar con sus sentidos la sensibilidad en el
alma de un artista y la belleza en las notas musicales arrancadas por sus
dedos, en las cuerdas de una guitarra.
Canción: I wish I knew
Intérprete: Ulf Wakenius
Disco: Enchanted moments
Apostillas posteriores)
Fue el once y le siguió el doce
y el domingo trece, dos días después, fui a ver a este gran guitarrista al centro cultural S.
Juan Bautista, en su XXVIII edición del Festival de Jazz de Madrid.
Y si queréis saber por qué me di cuenta, fue sin duda porque fueron momentos encantados...
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