Vivimos tiempos de caos en los que percibo un cierto grado de protección o coraza que hace que muchas personas no quieran enfrentarse a la realidad. Y no es una cuestión material o económica la que evalúa tu resistencia a aceptar esa realidad.
A diario los medios registran puntualmente las noticias que se suceden, donde las reacciones emocionales se presentan y conviven en paralelo con nuestra rutina. Tu grado de sensibilidad o estado “consciencial” te hace experimentar esa realidad, acorazado de ella, aceptada por lo que significa, o confundido en mayor o menor medida.
Cuando en la vida ocurren
acontecimientos que se perciben revueltos lo más normal es que te veas sin
capacidad de discernimiento y entres en una situación ya sea a nivel de
pensamientos o mismamente de percepción a través de los sentidos, de
estados o estado de confusión.
Si discernir es distinguir, confundir
es mezclar.
La confusión se puede revertir
cuando consigues separar esa amalgama o mezcla o, sin querer separar los
diferentes acontecimientos que percibes como revueltos, al menos logras un
entendimiento de porqué atraes esas experiencias, de porqué como dice Carrillo,
atraemos con nuestro estado de consciencia esas vibraciones que nos impulsan en
nuestro propio proceso evolutivo o “consciencial”.
Me temo que la reactividad,
por desgracia, se hace necesaria como choque consciente para despertar, penetrar
o romper tu propia coraza.
Recuerdo esta frase de
Anne Givaudan:
"Somos el lamento
de una ola que, olvidándose que es todo el océano, choca contra los arrecifes
de la incomprensión. Para concebir y engendrar la mayor pureza, la creación más
luminosa, es necesario haber experimentado la confusión"
Los diamantes se forman durante
miles de años bajo una enorme presión y a temperaturas muy elevadas. Ese
proceso de caos y confusión deja en cada diamante unas marcas internas que
determinan su grado de pureza.
La conclusión es clara y a unos
les tocará antes que a otros, pero me temo que estamos aquí para experimentar
la confusión y el caos. Sólo así podemos aprender a discernir y avanzar en
nuestro estado “consciencial” para alcanzar ese grado de creación luminoso que
todos llevamos dentro.
De ti depende si quieres acorazarte de la realidad
protegerte de esta, tarde o temprano, en esta u otras vidas te tocará
experimentar la confusión, aceptarla por dolorosa que sea y extraer de ella su
aprendizaje.
Mientras, independiente del grado
de asombro o estado emocional que experimentes y aunque cueste trabajo
aceptarlo, desde el discernimiento que distingue, desde la paz interior y desde
la experiencia de amor, entenderás que, a pesar de todo (aunque no lo parezca) aunque la mezcla sea dura de aceptar, todo absolutamente todo está bien, ya
que todos a pesar de ser olas que chocamos contra las rocas de la
incomprensión formamos parte de la unicidad del mar.
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