En medio de la red (internet) los exploradores tratamos de
avanzar. Todo está en la red. Barriendo el fondo del mar capturamos, eso
creemos, todo el conocimiento que encontramos. O tal vez sea que sin saberlo
seamos nosotros los capturados. Recuerdo en mis vacaciones veraniegas de niñez
ver a los pescadores malagueños al amanecer tirando de sus cuerdas para
atrapar “el copo”. Chanquetes, salmonetes, jureles. Este tipo de pesca, que arrastraba
el pescado recién nacido cercano a la orilla, se prohibió. Aún recuerdo su lema: “Pequeñines
no”.
Ahora que la red nos atrapa con el cebo de la curiosidad, en
definitiva sólo somos recién nacidos al conocimiento, al verdadero, se me
ocurre si nuestra curiosidad sea el objeto a pescar por otros que tiran de las
cuerdas. Los libros empiezan a
desaparecer. Los diarios nacionales se plantean jubilar al papel. La idea original
con la que nació internet, de interconectar redes gubernamentales ha evolucionado
en amplitud y dominio al ámbito privado de tal modo que…
En fin seguramente sólo seamos un posible suculento manjar,
ostras con perlas arrancadas por redes que tiran de nosotros, curiosos,
inofensivos e inocentes pececillos de colores recién nacidos, explorando por
aquí y por allá…
A los que haya que devolver al mar para dejarlos crecer.
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