Sea el número del nombre o, simbólicamente, la marca de la bestia, que es el número del
hombre, me quedo que a lo que se está refiriendo el dichoso numerito 666, no es más
que a lo que denominamos dinero, que según su gematría suma:
3+9+14+5+19+16= 66. Vale falta un 6 pero ya lo encontraremos en algún 600,
porque para multiplicarlo es necesario un 10.0900909 y a los periodos nunca les
dio por acercarse a la finitud de los números enteros.
Parece ser que las primeras monedas acuñadas databan del
siglo VII adc. Lo que viene después hasta nuestros días (hace 21 siglos que el esenio se cabreó con los mercaderes) no es
más que sudor de frente para ganarlo y mano derecha (los zurdos se libran) para
entregarlo.
Veamos aquí de lo que se trata es de
saber que aún hay personas, ¿o serán usureros? que te prestan la money porque
la tienen. Unos tienen, otros no tienen, todos la quieren, que la felicidad y
la paz interior en este mundo “matérico” es
más duradero con los bolsillos llenos.
Por cierto leo ayer que tanto Gates como el millonario Wang han perdido una pasta gansa con lo de la caída de la bolsa china. Migajas seguro hoy recuperadas.
Hizo bien Wang en comprar un 20% del Atleti. Seguro que se asesoraron con
Sabina: “Que manera de perder, que
manera de ganar”. Hace poco en la sexta emitieron un documental sobre este señor
al que las moscas del poder acudieron en su ir y venir a España a ver si hacen
negocio. Compró el edificio de plaza de España. Vamos que quiere comprar España, se me entienda. En su ir a Beijín el equipo nos
muestra su sede: cuatro mini torres con forma de uno, o eso parece. “Oh my
god!“ el otro innombrable.
En estos apocalípticos tiempos finales, ahora toca
septiembre, lo que uno interpreta es que todavía no nos hemos enterado de que
va esto: Money, money, money que cantaban los Pink Floyd.
Lo que hace la bestia, el theerion salvaje e indomable
que es el ser humano, por el dinero es de tal magnitud que eclipsa cualquier
intento de equilibrio de desigualdades. En efecto nos marcaron con el
innombrable por que la codicia se alimenta como las panteras y, mal que nos
pese, así es como nos han creado. Al menos esto es lo que uno subjetivamente
interpreta.
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