La palabra trabajar deriva del latín “tripalium”. Un yugo
hecho con tres palos que se colocaba a los esclavos para azotarlos y que
generaba fatiga, sufrimiento y penalidad. En contraposición al trabajo, el
ocio, el tiempo libre, el “otium” en latín, como cesación del trabajo nos
indica descanso y facilidad en tanto en cuanto dedicamos nuestro tiempo libre a
dejar de sufrir y cesar en las obligaciones necesarias, entre otras cosas, por
no ser hombres libres o nobles que no necesitásemos trabajar. Vamos que nos
tocase la lotería o fuésemos herederos de inmensas fortunas que nos librasen
(ser libres) de trabajar.
En la separación religión estado, occidental se dedican dos
días para cesar de trabajar, a saber los sábados y domingos. De esta forma el
viernes por la tarde noche se inicia el período de descanso en el que dejan de “darnos
latigazos”, aunque no seamos conscientes de ello, para que repongamos fuerzas a
través del “otium” e iniciemos la semana con renovadas fuerzas.
Cultura y ocio, cultura y espectáculos., cultura y
costumbres. La asociación de la palabra cultura a la cesación del trabajo
parece por inevitable no discutida. Educación, tan vinculada a desarrollar las
facultades de los niños y cultura, de “cultivo” necesitan de espacios de
crecimiento y en la sociedad occidental, al menos la cultura, se ha acotado al
fin de semana, al nivel de la facilidad del descanso. Será que necesitemos
estar pasivamente descansados para adquirir dosis de la misma. Me temo que no,
pero así se nos vende.
El equilibrio occidental de trabajo y descanso rutinario,
repetido e interrumpido por cuarenta días repartidos en vacaciones, nos dibuja a
grandes rasgos un modelo, de un sistema, que por aceptado, no es cuestionado. El ocio y el
espectáculo, alimentados por la plaga de la publicidad, absorben por completo
el espacio de descanso de tal forma y si te lo puedes permitir, que en el
inicio del cese del sufrimiento ya sea rutinario semanal, o vacacional acudes a
restaurantes, estadios de futbol, o salas de concierto.
Hábiles estos terroristas en Paris, atentando, haciendo daño donde más duele, en
ese acotado y pequeño espacio del fin de semana donde la inmensa mayoría deja
de sufrir para distraerse y evadirse de sus problemas. En el fondo este ataque a
occidente, es al pilar de su cultura: El ocio, ritualizado en una fecha tan
representativa persigue lo de siempre, generar miedo, pues este se siente
cuando te hacen tambalear, tu orden, tus costumbres, sean propias o inducidas...
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