Acabada la carrera el piloto de
fórmula 1 ya recorre mentalmente su próximo circuito. Sus curvas y rectas,
donde meter el alerón trasero DRS, en qué lugares se podrá acelerar y adelantar mejor, cuanto prevé se degradarán los neumáticos y que compuestos de goma utilizará.
Oteo desde hace unos días la
carretera de hoy. Uno de los únicos seis circuitos que puedo completar.
Domingo de resurrección de
regreso a la vida, finalizada esta pasión en estos tiempos, más ociosos y culturales que
sentidos en lo religioso, un horizonte calmo quiere saborear en su momento la
impronta de este circuito conectado y presente.
Si, ya sé que en días pasados las olas en la
orilla arrebataron para sí cada instante que pretendí agarrar.
Pero, aunque por inevitable esto ocurrió, en estos escritos
alzados a voz ya no hay distracciones.
Regreso de pasar descansos con parte de la familia, piloto por carreteras concurridas y atascadas. Me acompaña Cianna esta secreta y lírica canción de Branford Marsalis Quartet.
De nuevo en apenas unas pocas
horas cada pieza ocupará sus centros correctamente, posiciones, se supone, en su sitio a un fin.
Aunque pretendamos centrarnos correctamente en determinadas actividades que conlleven a término su éxito, no
pocas veces acechan circunstancias externas, y las distracciones redirigen
nuestra atención del objetivo que nos habíamos fijado.
Se terminan ocupando espacios a
los que, ni sabemos, ni a su porqué llegamos. Nos descentramos.
Aunar iniciativas propias con una
convicción inquebrantable en lo que se pretende realizar es estar centrado. Más
he de decir que siendo sincero no me recuerdo iniciando actos creativos, sin
una férrea convicción, sin distracción alguna, centrado, marcado algún objetivo
que acompañe.
En esta tarde de puertas 51 (lo
suscitativo), y Luna en 34 (el poder de lo grande) transitando esta ultima por sus seis líneas, comparto
este particular circuito visualizado del centrarse
que se cierra con mis conexiones solares de personalidad y diseño en puertas 25 y 10.
Colaboro en una corriente energética
generada, transportada, utilizada con la finalidad transformadora en, quien
sabe, si algún otro tipo de energía eterna a comprender y potenciar.
Victoria y triunfo, exhibición de
poder dice la 34.4, la capacidad de lidiar y fluir con cualquier tipo de shock,
algo así como navegar o surfear sus olas, me recuerda la 51.5 del fundador de Diseño Humano.
Llego a casa y
en mi pódium particular recibo el ramo de flores, descorcho el
champán, más doy gracias por centrarme y encontrar los perímetros marcados, esa vida para ti, caminos inexplicables que me explico de algún modo como puedo.
Y casi sin tregua inicio y visualizo tímidamente si de los otros posibles cinco circuitos que exploraré en algún momento la configuración me permitirá integrarlos y recorrerlos en su totalidad.
Branford Marsalis Quartet.
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