Ser inmortal es baladí; menos el
hombre, todas las criaturas lo son, pues ignoran la muerte; lo divino, lo
terrible, lo incomprensible, es saberse inmortal.
Habían cambiado la llave del
candado que abría la puerta del garaje. En su interior aparte de unas cuantas
plazas estaba un trastero familiar con las sillas de playa, las
sombrillas y alguna bici oxidada y muy especial con muchos años que pensaba revivir poniéndola
a punto.
Así pues, habría que buscar lo primero de todo donde
encontrar la llave nueva.
Presuponen bien, será que puertas, candados, coches,
conductores, pasajeros y trasteros dirigirán esta inmortal historia
de viajes a lo Aleph.
Que haces con tu vida (que es
algo así como ver como entramos en nuestros garajes particulares para aparcar y
descansar nuestras formas) quien sabe la lección a aprender.
Las estrellas, algunas, nacen en
las nebulosas. Allí donde los gases, principalmente hidrógeno y helio abundan.
Cuando estos empiezan a contraerse poco a poco aumentan su densidad para con
posterioridad agruparse en galaxias de diámetros de cientos de años luz.
Su muerte deviene cuando el
hidrógeno desaparece y en explosión algunas producen las supernovas. Las enormes
cantidades de materia y energía expulsada pueden, en teoría, dar origen a
nuevas estrellas. Incluso al expulsar sus capas externas, formar nuevas
nebulosas.
Hay pensamientos vagos pero
persistentes en el tiempo que cobran forma cuando por las circunstancias que
sean los atraes al presente. Ocurrió el otro día al pasar por una calle próxima
a uno de los domicilios de infancia.
Para acceder al centro de la
capital en coche allá por los años ochenta cruzábamos en perpendicular y con frecuencia la calle Cartagena. Una
calle sinuosa que atraviesa dos distritos y tres barrios de la capital.
De joven cuando el semáforo nos
retenía en el cruce me preguntaba en silencio por la infinita y compleja
capacidad combinatoria que caracteriza a la especie humana. Esa admirable
mezcla de ser y no ser que nos modela tras experiencias con el paso del tiempo.
Posiblemente esta asociación tenga
que ver que en la misma calle Cartagena haciendo esquina se ubica la antigua
maternidad de San José. Muchos madrileños nacieron y siguen naciendo, inclusive
dos brillantes estrellas muy cercanas.
A estas alturas quien me haya
seguido por las entrañas de este blog sabrá que en Diseño Humano todas las
puertas del centro G que conforman el receptáculo y la esfinge son cerrojos que
se abren por determinadas llaves, postulados de un programa, constructo, que al parecer sigue un plan de ruta de forma inexorable por su propio proceso
evolutivo.
Nosotros, la humanidad, somos el
medio mutativo escogido, los protagonistas actuales para parir lo nuevo.
Después en unos cuantos miles de años nos extinguiremos como especie y quien
sabe si alguien o algo, lo evolucionado, nos dedicará un par de líneas recordando
nuestro vanidoso protagonismo de estos presentes.
Si la clave 42 es la perfecta definición de expresar por social, la energía para compartir la experiencia en sí, la puerta 2, lo receptivo, al menos en la línea uno que es la que dispongo, nos indica hacia donde nos movemos en la vida, la dirección que escogemos en el sentido de tratar de encontrar la alegría y la felicidad, nuestro particular empíreo, que otra cosa sea que en vida lo consigamos.
Una es llave, otra cerradura.
Decía Ra que vivimos inmersos en las
exigencias de un programa inadvertido. El plan (la puerta 2) el
conocimiento superior es su hoja de ruta y requiere de llevar a término tras
411 años todo un proceso de avance, crecimiento en número y maduración
representado por la puerta 42 y que finaliza, ya sabemos, en el año 2027. A partir de ahí será la llave 51 la que abra la puerta 2.
Si todo nacimiento fuese como proceso
de arranque un descenso para conocer la divinidad en la Tierra (la Shekiná que
llaman los cabalistas) y la "cristificación" el despertar del alma alquímico
el objetivo para nacer de nuevo en vida, sin duda accederíamos en nuestro
recorrido a la expresión propia de un conocimiento superior, eso sí, dirigidos desde
una correcta dirección a ese origen primigenio.
Si disponemos de llaves que abren
las cerraduras de lo que está oculto, y esos recursos se comparten será el dar
a luz en las nebulosas del alma a las perlas del Ser, intuyo, ese proceso de
avance en nuestra evolución, que ya espera y cuando llegue nos despertará de
otra forma.
El autoconocimiento de tu forma
es el significado profundo del porqué viniste a la vida.
Lo incomprensible que retornarás tras
morir a la unidad, para a lo mejor volver a vivir de otra forma en la forma que
seas.
Y es que como decía otro realista mágico, Cortazar, sólo en la aritmética el dos nace del uno más el uno. La única realidad que deberíamos admitir es la magia que nos dice que es el uno el que nace del dos.
Definitivamente estoy casi que por llevarle la contraria a Borges y afirmar con rotundidad que lo comprensible es sabernos inmortales.
Ulf Wakenius