Según quienes conocen algo del
significado de la numerología, el número 33 es un número maestro cargado de
maestría para su poseedor. Más o menos vienen a decir que la misión del que lo
posee es elevar la vibración de los demás, dado que, por poseerlo su vibración
superior relacionada directamente con su espíritu, ha evolucionado de tal modo
que tras muchas experiencias anteriores terrenales intuye que todo está
relacionado con un aflorar al exterior de conocimientos internos para
compartirlos sin reservas.
Es una especie de obligación
moral superior contraída antes de reencarnarse y que se materializa en una
andadura solitaria (no siempre comprendida) incluso zancadilleada y atormentada
por las barreras que en la vida se encuentra, pero que le hace percibir la
verdadera esencia de la vida siempre guiado por fuerzas superiores, luchando
porque el progreso y enriquecimiento espiritual no se marchiten, predestinado
como si alguien le llevara de la mano hacia un verdadero destino, dispuesto a
elevar la vibración (en la medida de sus posibilidades) a los demás.
Supongamos que tu estancia
terrenal conllevase ejecutar determinadas misiones. La que a ti se te ha dado
tiene como objeto —aunque pueda parecer pretencioso o delirante—elevar y guiar
en un determinado proceso. Supongamos que hasta ahora no eras consciente de que
estabas por aquí para cumplir la misión, ni siquiera que esto va de misiones.
Pero tras un proceso que no sabes muy bien cómo ocurre —de nuevo supongamos—
que sientes (y aquí entra el ego jugando a desorientar) que eres algo así como
un elegido. Y por supuesto entendamos en esta reflexión que descubres que eres
poseedor del número maestro 33 y su verdadero significado.
Como dice Anthony Grayling en su
libro "El sentido de las cosas", la vida que merece ser vivida
(entendía Aristóteles) era la que era capaz de producir "eudaimonia",
ese sentimiento figurado de estar siempre y permanentemente cuidado por un
ángel guardián. Y a los mejores individuos los nombró "megalopsychos"
que significa “alma grande” o magnánimo de "magnus ánima".
Después de darle unas cuantas
vueltas esta es la única explicación que se me ocurre para entender el porqué
de esta supuesta fijación por determinados números:
Pareciera que los que operan con estos conocimientos ancestrales (que no quiere decir que los posean), maniobren para revertir la maestría, la del 33, o la del 11 o 22, hacia perversos fines, seguros de su poder, mostrándolos a la vista, a la cada vez menos miopía del resto de los mortales. Si eres capaz de observar estas maniobras —y observar es paralizar— tal vez entre todos invirtamos sus procesos desactivando el juego.
Podríamos entonces pensar que el enfermizo objetivo de enfatizar determinadas
fechas con determinados números no es más que la prepotente miserabilidad de
querer demostrarnos lo contrario, o sea, una supuesta falsedad de la existencia
de conocimientos superiores (para ellos alcanzables) pero sin que se nos
permita al resto posibilidad a su acceso.
El poseedor de un número maestro
o en proceso de aprendizaje cerca de uno de ellos, segura y posiblemente esté
preparado para empezar a producir "eudaimonia", para elevar su
vibración, para enriquecerse espiritualmente de tal modo que se empiece a percibir
la verdadera esencia de la vida, y porque no, enseñarla. Quizás entonces ya no
hablaríamos de suposiciones si no que gozosamente afirmaríamos que algo de
certeza se aloja en esta profunda Verdad. Y que esta empieza a aflorar.
Sólo entonces empezaríamos a
entender lo que todos Somos:
Individuos “Megalopsychos”
Aristotélicos.
Pero, en fin, todo esto no son
más que meras suposiciones...
¿O tal vez no? Juzguen, sólo en
el sentido de usar su juicio, ustedes.
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