Parece ser que el amigo americano, según los papeles de Snowden desvelando a los Servicios de Inteligencia, nos espía a tutiplén. Utilizan metadatos de los metedatos que meta-metemos en páginas y redes. Los datos revelan información nuestra creándose perfiles para aproximarse, para “no sé quién”, sobre nuestros gustos y apetencias, de tal modo que él “no sé quién” colecciona perfiles de personas y empresas y se lo pasa a su jefe. En yankilandia o quién sabe si en algún polígono cercano de las afueras de la ciudad, en algún mega-centro de conmutación los mega-racks echan humo ordenando y clasificando los gustos y saberes en pasillos con máquinas llenas de cables de fibra con miles de direcciones IP, números de teléfono y conversaciones privadas. En estos hangares se aloja nuestro perfil para la tranquilidad de “no sé quién”. En esos remotos lugares a lo mejor hasta aparece Gea con los blogueros asiduos a su página como el servidor (que no rack) que les escribe. Apareceremos en la clasificación de los inclasificables que otean lo incognoscible a la caza de otras realidades menos soporíferas que las del día a día. Quién sabe si a escondidas los espías nos escuchan y nos observan intentando conseguir información de primera mano. Lo que no saben los espías para “no sé quién” es que los metadatos (datos sobre datos) en este caso, sólo valen para clasificar, estructurar y etiquetar su ignorancia. Esa que no logran desvelar por más datos sobre datos que clasifiquen.
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