jueves, 23 de abril de 2020

esculturas libers

Hoy es el día del libro. Pío Baroja y Menéndez Pidal, presidiendo uno, la cuesta Moyano madrileña donde se juntan casetas de libros maravillosos de todo tipo, otro en el vestíbulo de la segunda planta de la entrada a la Biblioteca Nacional, solemne,  te preparan para silencios y lecturas.

Don Pío con boina, bufanda y abrigo  viejo, que por eso está en la calle. Don Marcelino, con capa, sentado en un pedestal, a una mano leyendo, relajado, con las piernas cruzadas.

No se lee por responder a confinamientos, ni a reclusiones o privaciones de libertad. Se lee en la calle, en transportes públicos, en bancos de parques, tumbado bajo sombras de árboles y sombrillas en días de estío, en bibliotecas de luz tenue, aislado de otros ruidos y en el reposo de tus mobiliarios de hogar, porque en el mundo de los libros se transcurre por la mente, donde las palabras te transportan libre.

Mi mirada es a ambas esculturas, esculpidas, cinceladas, labradas y talladas por manos familiares. Los parientes (los escultores Federico y su padre Lorenzo Coullaut).

Unos por sus logros vinculados a las letras, otros por recordar desde la escultura, con orgullo, su presencia.

Hoy sólo hay que leer un poco, tan sólo un poco, de cortezas de plantas o bajo soportes de algoritmos de progreso, estés donde estés, así celebrarás y honraras con tu imaginación, embelesado, este gran día, de un mes de abril cualquiera.


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