Los ángeles derraman lágrimas de neutrinos de núcleos de estrellas, a veces de alegría, otras de tristeza, que nos atraviesan noche y día y no vemos. Reacciones imposibles en la naturaleza que sin desintegrar podríamos, si no atrapar, sentir su discurrir.
Vino hace unos días cuando mi mente decidió escuchar musas al yacer en una noche calurosa del mes de junio. Sonó primero “Ángel eyes” después “Within the house of night” y un último recuerdo desvanecido que al cerrar los ojos despediría el día: “Zaduma”.
Si hubo tres palabras y tres puertos, el azar (la raíz de las coincidencias) me regalaría tres melodías, baladas de ángeles mirándome, permutadas en la noche, intercaladas y ensoñadas.
Y aunque aún no lo apreciásemos cómo metanoias (puentes de comunicación) con el Pleroma, el Brahman, la Mente Universal, o cómo lo quieras y sientas llamar, expresaron que algún día cuando sepamos fusionar (unificar) nuestra naturaleza perceptiva, sensorial y mental hacia el bien común, viviremos en mundos nuevos, sin duda, mejores que los soñados...
...soñar despiertos, embelesados, ver sus humedecidos ojos e imaginar, pretender que, al descansar y dormir, un reguero de gotas resbaladas instruidas, a tu Ser te hablen, y comuniquen secretos, conocimientos, para de seguido sin parar proseguir recorridos infinitos y eternos...
Leszek Moźdźer
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